Los argumentos de Santiago Carrillo
Ex secretario de la comisión de sanidad del Comité Central del PCE
Santiago Carrillo, secretario general del PCE, ha publicado recientemente dos artículos en el órgano de expresión del Comité Central, Mundo Obrero, sobre las posibilidades políticas en la post Constitución. La primera impresión en su lectura es la de un trabajo rudo, poco pulido, en el que la astucia prima sobre la reflexión y el tacticismo sobre un proyecto político a medio y largo plazo.
Las posibilidades una vez aprobada la Constitución que Santiago Carrillo baraja se reducen a combinaciones aritméticas de los diversos grupos parlamentarlos en busca de un posible Gobierno. Como ninguna de ellas le satisface, concluye con la idea de la suma de independientes a un Gabinete UCD.
Ocurre que a pesar de ese juego de combinaciones numéricas, existe un discurrir de la realidad política y social, un cambio constante en la situación, un estado de ánimo de los ciudadanos, las opciones y los planteamientos de otras fuerzas que no son el PCE, etcétera. No es mucho lo que Santiago Carrillo dice a este respecto, pero sí lo que no dice o deja leer entre líneas.
El acceso de independientes a un Gabinete postconstitucional, una vez desechada la utópica idea de un Gobierno de concentración, en una situación en que ya están normalizadas las reglas del juego político con la Constitución, significa qué se dice que no a la disolución de las Cámaras y a la celebración de elecciones generales tras las municipales. En el caso de las elecciones generales, existen unos resultados que determinan quién forma Gobierno y la fórmula de independientes no ha lugar.
El PCE afirmó las características constituyentes de estas Cortes y la por tanto lógica e ineludible necesidad de su disolución tras la aprobación de la Constitución. ¿Por qué su ambigua posición de hoy?
Siguiendo con el razonamiento de Santiago Carrillo no es posible eludir la pregunta. ¿Si no hay elecciones generales y la legislatura se prolonga, por qué los independientes? ¿Si el equilibrio y las necesidades siguen siendo las mismas como hasta ahora, por qué no UCD sola?
Pienso que el silencio de Santiago Carrillo se debe sencillamente a que piensa que a UCD le va a ser muy difícil, si no imposible, gobernar después de la Constitución. Algunos independientes bien elegidos podrían aportar a UCD cierto respiro, sumándole algún sector social. No dice Carrillo con qué criterios los independientes en quien está pensando. ¿En la CEOE, en la banca, en nuevos ministros militares? Ahora bien, si se desprende la dificultad de UCD de gobernar será porque la relación de fuerzas después de la Constitución cambie y lo haga en sentido negativo para ella.
En las elecciones municipales es previsible un fuerte avance socialista, también un avance comunista. Posteriormente el desarrollo de las autonomías, inexcusable con la Constitución aprobada. supondrá transferencias de funciones. En lo que se refiere a las principales nacionalidades y regiones del Estado (Cataluña, País Vasco, Andalucía...) la presencia socialista en los órganos de autogobierno es superior a la de UCD. Con ayuntamientos y órganos de autonomía con una fuerte implantación socialista y en algunos casos comunista y con un PSOE en laoposición a UCD, empeñarse en apoyar a esta última y diferir las elecciones generales sí que merece el calificativo de intento desestabilizador.
En otras palabras, si es previsible un avance importante en municipios (elecciones) y Gobiernos autonómicos (desarrollo de la Constitución), ¿cuál es la razón de negarse a plasmarlo y consolidarlo en un avance popular en el Parlamento y en un posible cambio de Gobierno? Se argumenta que hay que consolidar la democracia, que un Gobierno que no tenga como como eje a UCD no es posible y que sin ella no es viable un programa de saneamiento económico para el país. Estamos de acuerdo en que ese pacto no es posible sin UCD lo que ya no está tan claro es que necesariamente el pacto deba incluir necesariamente el Gobierno por el momento vitalicio de Adolfo Suárez.
En definitiva, es muy probable que lo utópico sea plantearse reformas políticas y económicas, sin un cambio de relación de fuerzas en el Parlamento por tanto del Gobierno UCD.
Otro aspecto es el estado de ánimo, la valoración que los ciudadanos hacen de la democracia y de su utilidad y que no es independiente de la propuesta de cambio de relación de fuerzas en el Parlamento. Por otra parte, ese cambio de relación de fuerzas parlamentarias y un posible cambio de Gobierno que desplace a UCD, no necesariamente implica desestabilización Y tal vez lo que implique sea justo lo contrario. Tres años más de Gobierno UCD podrían consolidar una democracia basada en la corruptela, la ineficacia administrativa y el clientelismo político, lo que hay que evitara toda costa.
Unos acuerdos económicos, con sus consecuencias políticas, son necesarios para sacar al país adelante, ahora bien, si ello para el PCE implica apoyo incondicional al Gobierno UCD, prolongación de la legislatura con la Constitución ya aprobada y confrontación con los socialistas si ellos como todo parece indicar y no sin razones de peso dicen que no, se puede equivocar de medio a medio, ir a un callejón sin salida y serle muy difícil argumentárselo, al ciudadano y al trabajador normal.
A la hora de rebatir argumentos de este tipo, Santiago Carrillo es víctima de su propia lógica: «Si UCD no cumple será necesaria la movilización popular.» ¿Pero cuál es la salida lógica a una movilización popular contra un Gobierno que no cumple, en una democracia?, sin duda unas elecciones generales. Otra posibilidad es simplemente aguantarse con que UCD no cumpliese los pactos, como de hecho se ha venido haciendo hasta ahora, lo que si bien puede tener justificación por la necesidad de elaborar una Constitución por consenso, deja de tener sentido una vez aprobada, pues el resultado seria de nuevo la frustración y el callejón sin salida, especialmente para CCOO si se ve forzada a seguir la política del PCE.
Qué autoriza a Carrillo a pensar que UCD cumplirá lo que se pacte, después de la experiencia de la Moncloa? ¿El acuerdo de todos? Y si el PSOE dice que no a la propuesta programa «a tres años»? El PCE debería arremeter entonces contra los socialistas y la UGT. Sin embargo, los socialistas no son Felipe González, sino un 30% de los votos, tal vez ya cerca de un 40%, y esos votos concederá el secretario general del PCE que no son votos de banqueros y latifundistas. La UGT son dos millones de fichas de trabajadores y si el PCE quiere forzar al PSOE «a pasar por el aro», como se dice en los círculos comunistas, probablemente tendría que lanzar a CCOO contra UGT en el seno de las empresas. De hecho, Julián Ariza amenazaba en ese sentido en el último consejo confederal de CCOO, aunque Nicolás Sartorius con mayor sutileza política matizara la bravata de Ariza. Si el PCE lleva esa política, habrá roto todo su compromiso de potenciar la unidad de los trabajadores, de integrar a las capas populares en vez de crear fracturas en su seno.
Un argumento que frecuentemente utiliza Santiago Carrillo es afirmar la similitud de un Gobierno UCD y uno PSOE, «da más o menos lo mismo», «pueden hacer prácticamente igual», etcétera. Si ello es así, desde luego el argumento de la desestabilización se viene abajo por reducción al absurdo, pero, sobre todo, la afirmación no resiste una crítica elemental en sociología política: ¿Se considera que la base social del PSOE y UCD son iguales e intercambiables?
Si lo que se quiere decir es que el PSOE no implicaría un programa socialista, ello ya lo sabemos, ahora bien, sobre un acuerdo parlamentario de Gobierno y un pacto básico en lo económico, el PSOE podría sanear la Administración, imprimirle eficacia, hacer las reformas necesarias que permitan que los acuerdos económicos sean una realidad y, en fin, todo ello sin graves tensiones desestabilizadoras. Es difícil dejarse convencer que un Yuste o un Ciriaco de Vicente harían exactamente igual que Sánchez de León, o que un Miguel Boyer continuaría desmontando el INI con el mismo empeño que Rodríguez Sahagún, sólo por poner dos ejemplos.
UCD se negará a la comisión de seguimiento que el PCE propone y tal vez después de haber involucrado el prestigio de su partido y de CCOO Carrillo tenga que dar marcha atrás en unos meses.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.