El archivo inquisitorial de Sevilla, a punto de ser vendido en Inglaterra
El I Simposio Internacional sobre «La Inquisición española» se está revelando, sin duda alguna, como la primera manifestación rigurosa de un intento de sistematizar las investigaciones parciales y personales sobre esa institución, de tan marcada influencia en la vida política, social, económica, religiosa de España. Las ponencias se suceden con rapidez por exigencias del tiempo, pero con un denominador común: el deseo de conocer profundamente el tema genérico.
La noticia -ya en terrenos estrictamente informativos, en los que en la actualidad predomina sobre la investigación- surgió en la ponencia que sobre «Papeles de Inquisición en el Archivo Histórico Nacional» desarrolló María Vergara. Se dio cuenta de la reciente aparición del archivo inquisitorial de Sevilla, o de buena parte de él, que se encuentra en Londres, en donde pronto será subastado públicamente por una firma comercial. Es probable que la importancia intrínseca del descubrimiento tenga mayor significación para los historiádores que para la mayoría ciudadana, pero en cualquier caso en ese lote de documentos, que al parecer es de considerable extensión, se encuentra una parcela de nuestra historia moderna. El congreso interrumpió momentáneamente su desarrollo académico para aprobar por unanimidad la solicitud de que el Gobierno, y concretamente el Ministerio de Cultura, en colaboración con el de Asuntos Exteriores, disponga las medidas oportunas para recuperar la mencionada documentación.Para una ordenación más científica de las 67 ponencias y comunicaciones que forman el entramado de este primer Simposio, que se desarrolla en Cuenca, se ha dividido en cinco grandes capítulos. El primero de ellos «Fuentes, métodos, cuestiones interdisciplinares», permitió a lo estudiosos que asisten al congre so el tener una relación completa de la documentación histórica que sobre el tema se encuentra en los Archivos de Simancas Histórico Nacional, Conde de Campomanes y de Cuenca. To das las intervenciones de los res ponsables de los mencionados archivos coincidieron en señalar la escasez de medios humanos y materiales para la ineludible ca talogación de todos los libros y legajos en ellos depositados. No parece excesivo el afirmar que uno de los baremos para medir el grado de civismo de una sociedad, y consecuentemente de sus gobernantes, es el de su preocupación por conservar y conocer sus propios orígenes e historia más reciente. A tenor de la desidia que manifiesta la Administración por potenciar el cuerpo de archiveros y de dotarlo con el presupuesto económico necesario para la eficacia de su trabajo, el nuestro parece un país de bárbaros, gobernado por sus más cualificados representantes en barbarie. En cualquier caso, una mayor conciencia sobre la necesidad de conservar la historia demostraría la voluntad de incorporarnos plenamente a un concepto de lo s ocial más responsable, justo y respetable.
Mario L. Ocaña leyó la ponencia elaborada por un equipo de jóvenes investigadores, dirigidos por el profesor Miguel Avilés y adscrito al departamento de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid, organizador del simposio, que bajo el título «El Corpus jurídico de la Inquisición Española» da cuenta de un estimable trabajo recopilador. Doce mil fichas sacadas de los libros de abecedarios del Archivo Histórico Nacional permiten intuir al profano la magnitud del empeño.
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