La nueva fauna urbana en "Qué hace una chica como tú..."
Fernando Colomo, de 32 años de edad, estrenó ayer su segundo largometraje, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste", en el que, en alguna medida, se da cuenta de la nueva fauna urbana: rockeros, chicas de peluquería, iluminados que contactan con extraterrestres y un largo etcétera. En estas declaraciones a EL PAIS da cuenta del filme y de las dificultades que supone rodar en España.«La idea inicial del guión -que escribí con Jaime Chávarri- era el utilizar elementos muy contrapuestos dentro de la misma historía, basados la mayor parte de los caracteres y hechos en noticias publicadas en la prensa, que reunidos de la manera que lo hicimos pueden tener connotaciones fantásticas. Todo ello enmarcado en un estilo que podría parecer "policíaco". Por un lado, hay un grupo de rockeros marginales, se habla de la delincuencia con cierto humor, aparece un mundo antagónico a éste de policías y confidentes. Se desaloja una vivienda subvencionada, con una aparatosa intervención de la policía y los bomberos, hay un iluminado que asegura haber hablado con extraterrestres, quienes le aseguraron que arrasarían el mundo, salvo España y Alemania, y por encima de todos estos personajes surge la figura central del filme (Carmen Maura), dueña de una peluquería "coquetuela" con empleadas chelis y damas que se arreglan el pelo entre comentarios tópicos y típicos de los biempensantes, de las gentes de orden.»
«Una de las preocupaciones fundamentales a la hora de escribir el guión -añade Fernando Colomo- era la de mostrar un comportamiento determinado radicalmente distinto al que sugieren los comentarios de estas gentes de orden: las señoras de la peluquería están obsesionadas por lo que consideran una catástrofe cotidiana: la irrupción de violadores en la vía pública; el deterioro, en suma, del orden anhelado. Las imágenes muestran cómo la policía desaloja una vivienda ocupada por una familia sin recursos. En un momento dado de la acción se asiste a una auténtica violación, a la dueña de la peluquería. La diferencia es que se trata de lo que podría llamarse «una violación legal», puesto que es su marido el que se comporta de esta manera. Queríamos destacar la falsedad de esa campaña de denuncía sistemática del deterioro del orden público, con evidentes añoranzas de tiempos pasados, a la vez que denunciar la hipocresía del concepto tradicional de la familia".»
Fernando Colomo estudió y finalizó la carrera de arquitectura, la ejerció durante cinco años, hasta que decidió dedicarse a la realización cinematográfica.
«Yo quería, desde siempre, dedicarme al cine. Terminé arquitectura y produje tres cortorrietrajes con lo que ganaba en mi profesión. Después de convencerme de las dificultades que suponía el encontrar un productor tradicional, y con algo de dinero ahorrado y la colaboración económica de varios amigos, fundamos La Salamandra, una pequeña productora y pude dirigir el primer largometraje, Tigres de papel, con un presupuesto ínfimo para este tipo de productos -nueve millones de pesetas-. El éxito de Tigres de papel supuso, de alguna manera, la continuidad de mi carrera como director, aunque para producir esta segunda película tuve que volver a superar casi las mismas dificultades que con la primera. El tiempo de amortización de una película es muy largo y con un año de explotación de Tigres... todavía no se ha cubierto el dinero que costó.
«Me gustaría intentar dar cuenta de algunos de los problemas que hay en este país para producir y dirigir películas: la situación con la que se enfrenta el realizador es, en el mejor de los casos, la de aceptar a un productor que te impondrá una serie de condicionantes -normales en la industria del cine nacional-, no rodar con «sonido directo» o contratar a actores. «famosos» para los papeles principales, cuando no te impone directamente un guión que él supone más comercial. En el peor de los casos, el realizador tendrá que recorrer un largo peregrinaje de productora en productora, que le irán dando largas, sugiriéndole cambios en el guión y, sobre todo, la inseguridad que te producen la mayor parte de ellos porque sabes que su situación financiera es demasiado frágil y que, como sucede en ocasiones, cuando crees que todo está a punto te dicen que no tienen dinero, que hay que esperar. El gran problema es la inexistencia de auténticos productores; la mayor parte de ellos son meros intermediarios.
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