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FESTIVAL DE CINE DE LA CORUÑA

"El hombre que supo amar": una superproducción penosa

Por azares de producción, distribución y exhibición, una de las películas más caras de todo el cine español se estrena con dos años de retraso y en una sola sesión diaria. Su director es Miguel Picazo, un hombre que figurará en la historia del cine español por su primera película -La tía Tula-, pero no por ninguna de las realizadas después, ésta incluida.El hombre que supo amar, penúltimo filme de Picazo y anterior a Los claros motivos del deseo, estrenada hace ya un año es una recreación de la vida de Juan Ciudad, luego San Juan de Dios, en la Granada del Siglo XVI.

Picazo, con evidente ambición, ha tratado de realizar un fresco de toda una época, con un criterio indeciso entre dos influencias antagónicas: la de Zeffirelli y la de Pasolini. El Juan Ciudad de El hombre que supo amar se asemeja en muchos momentos al Francisco de Asis de Hermano Sol, hermana Luna. Y Picazo no se ahorra nada: ruidosos burdeles, putas desdentados, locos, leprosos, tullidos, moriscos quemados, violaciones, torturas, autopsias... La Maldad personificada en la Inquisición y la Verdad en la figura de Juan Ciudad. Todo es bastante tosco. Derroche de medios no controlados, desafortunadas escenas de masas, etcétera. El enfrentamiento de Juan Ciudad con las estructuras sociales, políticas y religiosas de su tiempo es utilizado por Picazo para resumir los conflictos de una época bastante compleja. Y así, la película cae en su más grave defecto: un esquematismo de tono pseudodidáctico. Los diálogos son falsos, demagógicos, tendenciosos y efectistas. Juan Ciudad viene a ser una especie de progre adelantado a su tiempo, que ofrece una alternativa psiquiátrica a los cruentos métodos de la época.

El hombre que supo amar

Dirección: Miguel Picazo. Guión: Santiago Moncada, basado en el libro de José Cruset. Fotografía: Manuel Rojas. Música: Antonio Pérez Olea. Intérpretes: Timothy Dalton, Antonio Ferrándiz, Jonathan Burn, José María Prada, Alberto Mendoza, Queta Claver y Angela Molina. Española, 1976. Local de estreno: Cartago y Novedades.

La falsedad del conjunto alcanza hasta a los escenarios naturales, donde la película ha sido rodada. Uno no sabe si tomar la partitura como distanciadora o, simplemente, equivocada. Respecto al capítulo de ambientación, vestuario, peluquería, maquillaje, etcétera, diré lo peor: es televisivo. Y en un desastroso reparto que valora más la cantidad que la calidad sólo se salva y a ratosTimothy Dalton.

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