Eanes critica la falta de colaboración de los partidos portugueses
Los quince ministros. y dos secretarios de Estado que componen actualmente el Gabinete portugués de Nobre da Costa fueron investidos en sus funciones, ayer al mediodía, por el presidente Eanes. Las dos intervenciones pronunciadas en la circunstancia por el nuevo primer ministro y por el presidente Eanes, además del fuerte contraste que ofrecen entre sí, no tienden ciertamente a atenuar el clima de crisis política que se vive desde hace cuatro semanas en Lisboa.
Había circulado el rumor de que Eanes y Nobre da Costa no intervendrían sobre el fondo, limitándose a intervenciones protocolarias de circunstancia. Sólo el discurso del primer ministro respondió, en parte, a esta expectativa.
Nobre da Costa insistió una vez más sobre la transitoriedad de su Gobierno, el pragmatismo que sería la orientación dominante de su acción, adoptando un tono de voluntaria humildad en relación a la magnitud de la tarea y a la voluntad soberapa del pueblo portugués, que será, en última instancia, juez y árbitro de la presente crisis. Sin embargo, no dejó de hacer hincapié en su determinación de no limitarse a ser un «Gobierno de gestión». «Este Gobierno entiende asumir totalmente sus responsabilidades sin vacilaciones comprometedoras, sin contemplaciones condenables o comodismos fáciles», precisó.
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Socialistas y democristianos se niegan a apoyar las iniciativas de Eanes
(Viene de la primera página)Es el presidente Eanes quien trazó, en términos enérgicos, el cuadro y los objetivos de la acción del nuevo ejecutivo. Diagnosticados los grandes males de la economía portuguesa -déficit de la balanza comercial y de pagos, crecimiento de la deuda exterior, inflación, paro directo o encubierto-, los remedios señalados por el jefe del Estado salen en línea recta de la más pura ortodoxia economicista: austeridad reforzada, sobre todo en relación a los gastos sociales, ya que hay que estimular las inversiones reproductivas, públicas y privadas. Los trabajadores son invitados a postergar sus «justas aspiraciones» en beneficio de la reactivación económica».
Pero el general Eanes dedicó la otra mitad de su intervención a nuevas críticas y nuevas llamadas a los partidos. Críticas directas a la negativa de los partidos en colaborar a la formación del nuevo Gobierno- e indirectas: «A pesar de la crisis económica y de la inestabilidad política, el comportamiento del pueblo portugués es la prueba de que no es a él que se deben nuestras carencias y nuestras dificultades», dijo el general Eanes, dejando claramente entender que las causas tienen que ser buscadas del lado de los Gobiernos, y por extensión, de los partidos.
Las llamadas a los partidos, tantas veces reiteradas en las últimas semanas, suenan a exigencias: la única manera de asegurar la estabilidad es la coalición de partidos y, para ello, estos deben dialogar y ponerse de acuerdo. Si no lo hacen, la inestabilidad política llevará al descalabro de la vida democrática, y si no quieren gobernar, que dejen a Nobre da Costa resolver los problemas, porque de lo contrario, son las «transformaciones cualitativas» que Portugal ha conocido las que estarán en peligro en la próxima revisión de la Constitución.
En lo que se refiere a la separación de poderes entre la presidencia y el Parlamento, Eanes ha sido tajante: la confianza del presidente es indispensable para que el Gobierno gobierne, pero la confianza del Parlamento no es absolutamente imprescindible. Basta que los diputados «omitan» expresar su desconfianza. La confianza del presidente pasa pues, claramente a ser «condición esencial» para gobernar.
Socialistas y demócratas cristianos han manifestado, de varia maneras, en la propia ceremonia su negativa en apoyar la «mala solución» escogida por Eanes. El Gobierno cesante no asistió, como es habitual, a la transmisión de poderes. Mario Soares, cuya presencia estaba prevista, faltó a la ceremonia, por motivos de salud. Socialdemócratas, comunistas y socialistas estaban representados por figuras de segundo plano y los demócratas cristianos estuvieron totalmente ausentes. Se decía en los corredores que el CDS había quedado particularmente herido por una declaración de Nobre da Costa a Le Monde acusando a partidos políticos de adoptar dos lenguajes completamente distintos, dependiendo de si conversaban con él en privado o hacían declaraciones públicas.
En el final de su discurso el presidente Eanes rindió homenaje a la actividad de Mario Soares, a su capacidad política y a su «fe inquebrantable en la democracia». Una frase, sin embargo, sorprendió: «La Historia mostrará la importancia de la contribución (de Mario Soares) para la estabilización del régimen democrático nacido el 25 de abril de 1974, dijo el general Eanes, frase que suena un tanto a despedida, cuando nada permite prever que el joven secretario general del mayor partido portugués esté dispuesto a abandonar tan pronto la vida política portuguesa.
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