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Agostino Neto viajó ayer a Zaire para reconciliarse con Mobutu

El presidente de Angola, Agostinho Neto, inició ayer una visita oficial al Zaire con el propósito de sellar la reconciliación oficial entre los dos países y abrir una nueva era en las relaciones con el que hasta aquí parecía ser su peor enemigo, el presidente Mobutu. Ambos Gobiernos decidieron, recientemente, el intercambio de embajadores y se comprometieron a neutralizar a las fuerzas rivales instaladas en sus respectivos territorios: los ex gendarmes katangues y los efectivos del llamado Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA).

Neto y Mobutu habían celebrado con anterioridad un encuentro en el marco de la cumbre de la OUA realizada en Jartum, en el curso del cual el dirigente angoleño había obtenido el consentimiento de su colega zaireño para el repatriamiento de los refugiados angoleños que, en número superior a los 100.000, residen en Zaire desde la guerra civil que opuso al Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), ayudado por un cuerpo expedicionario cubano, al FNLA de Holden Roberto, y a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), de Jonas Sawimbi. El FNLA, apoyado directamente por Kinshasha, seguía reclutando sus efectivos entre los refugiados y realizaba esporádicas expediciones en territorio angoleño a través de la frontera zaireña.Al mismo tiempo, los refugiados zaireños de la etnia lunda, que habían sido preparados militarmente en Angola y obedecían, aparentemente, a un movimiento de oposición a Mobutu, el llamado Frente Nacional de Liberación del Congo, dirigido por Nataniel Mbumba, han sido desarmados por el Ejército angoleño y confinados en varias bases, a fin de impedir que vuelva a producirse otra invasión de la provincia de Shaba, a través de Zambia y Angola. Estos compromisos corren el riesgo de ser violados, ya que ni Mobutu ni Neto aseguran controlar por completo a los refugiados.

En el plano económico, que constituye tal vez el elemento motor de esta reconciliación, los dos países están abocados a entenderse en la medida en que existe complementariedad (le sus economías. Zaire necesita utilizar la línea férrea que desemboca en el puerto angoleño de Lobito, para exportar el mineral de cobre de Shaba, que ahora es transportado en camiones hacia el puerto de Matadi, que no dispone de las instalaciones adecuadas, y Luanda tiene, también, la urgente necesidad de abrir el citado ferrocarril que sigue siendo hostigado por las fuerzas de la UNITA.

El régimen zaireño, cuya economía adolece de múltiples flaquezas, ha recibido ahora el apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional y de sus principales acreedores occidentales, entre los que se encuentran Estados Unidos. El propio presidente Carter habría incitado a Kinshasha a allanar sus diferencias con Angola en opinión de la prensa norteamericana, mientras Neto admitió hace poco que sus aliados soviéticos y de otros países socialistas le habían aconsejado reconciliarse con Mobutu, aún a costa de sacrificar a los ex katangueños. Sin embargo, la perenidad de los acuerdos firmados entre ambas capitales queda sujeta a las vicisitudes que puedan producirse en el contexto de las rivalidades africanas de las grandes potencias. En Tanzanla se ha pasado en silencio la llegada de Neto a Kinshasha, lo que parece muy significativo a los observadores diplomáticos. Aquí se estima que el presidente Julius Nyerere desconfla del «buen sentido» de angoleños y zaireños y considera que éste no es más que un nuevo acto de un drama que podrá recrudecerse tarde o temprano.

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