Desmantelamiento de una central nuclear en la República Federal de Alemania

Días antes de que se reanude la discusión sobre un depósito de residuos nucleares que habría de instalarse en Baja Sajonia, en la misma frontera con la República Democrática Alemana, ha comenzado el desmantelamiento de la central atómica de Niederalchbach, en la Baja Baviera. Este reactor, la ruina más cara de Alemania. ha funcionado únicamente trece días. Los medios informativos conservadores recurren a denuncias de dudoso alcance para referirse al clima anticentrales que perdura en la RFA. Así, por ejemplo, el ultraconservador Die Welt titula uno de sus últimos informes: «La nueva táctica de la nueva izquierda: la lucha de la energía nuclear con las leyes en las manos.» Hasta ahora el procedimiento para impedir la proliferación de centrales atómicas establecidas sin consideración para el medio ambiente o la salud pública, había sido el de las manifestaciones y la ocupación de terrenos.

La aparición de grupos ecologistas con creciente capacidad de convocatoria, independientemente de si se presenten con éxito o no a las próximas elecciones, ha significado que los partidos en el Gobierno acentúen su cautela al tratar el tema energético. Con todo, el mapa de las factorías atómicas en la RFA es desolador para quienes, a toda costa, ven en la proliferación de estas centrales la clave de la solución para el futuro energético del país. En la RFA hay en estos momentos seis centrales nucleares en funcionamiento, cinco detenidas por fallos técnicos, cuatro clausuradas por sentencia de los tribunales, ocho con las licencias de funcionamiento bloqueadas y pendientes de decisión judicial y cinco en construcción.

El problema en Alemania Federal, como en otros países, es el de estimar hasta qué punto las sociedades avanzadas van a conjugar sus enormes necesidades energéticas con los trastornos ocasionados por la obtención de esa energía, según métodos como los aplicados en las centrales atómicas.