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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bernadó no quiso triunfar en Las Ventas

Bernadó en el primero dio dos ayudados por bajo, que arrancaron a la plaza dos olés salidos de lo hondo; hubo armonía, temple y arte. Ahí, en los dos ayudados, acabó la corrida desde el punto de vista artístico. El primero de la tarde fue devuelto al corral por inválido, se corrió el turno y salió el cuarto. Desarmó a Bernadó en los primeros capotazos y derribó al picador, arrancado el toro al relance en terrenos del dos. Más confiado Bernadó, hizo un quite por chicuelinas rematado con media muy torera. Comenzó la faena sentado en el estribo sin aguantar al toro; de pie se confió más y hubo un pase de la firma, un derechazo y un gran ayudado por bajo (el primer olé). Serie aseada con la derecha, dos ayudados por alto y otro por bajo (el segundo olé). Se presentía la gran faena, el toro era tardo, pero muy noble; sin embargo, el catalán repitió una vez más su faena. Fino, fácil y frío, muy frío. Bernadó no quiso triunfar en Las Ventas. Luego con el cuarto de Louro, de gran trapío y mansedumbre, que fue picado salvajemente por el de tanda. Bernadó no quiso ni verlo. Macheteó por la cara y le tocó las orejas con la muleta, lo que empeoró la condición de la res, que echaba la cara arriba a la hora de matar.

Plaza de Las Ventas

Corrida del Montepío de Toreros. Toros de Luis Albarrán, y uno lidiado en cuarto lugar de Ernesto Lauro, sustituto del primero devuelto por inválido. Aceptables de presencia, muy gordos, mansos y sin fuerzas; sin problemas en la muleta. El de Louro, un toro de gran cuajo, manso.

Joaquín Bernadó: Pinchazo, estocada trasera y caída (vuelta con algunas protestas)

Dos pinchazos, estocada corta, caída y delantera y cinco descabellos (bronca).

Antonio Guerra: Estocada delantera perdiendo la muleta y seis descabellos (bronca)

Pinchazo y estocada (palmas, pitos y saludos). Paco Aguilar: Pinchazo, otro más hondo y desprendido y descabello (silencio). Estocada y descabello (palmas). PepeOrtiz saludó montera en mano tras dos buenos pares al sexto. Mariano Gallardo estuvo valiente y eficaz en la brega.

Antonio Guerra toreó embarullado con el capote a su primero con el defecto de iniciar el lance antes que el toro llegase a jurisdicción. Empezó la faena con rodillazos por alto, de los que salió achuchado. Faena vulgar, entre sobresaltos por la falta de mando y el vicio de codillear se echaba el toro encima y salía siempre trompicado. El quinto era un manso total que huía de su sombra: Mariano Gallardo le citó en los medios, el toro reculaba, hasta que se arrancó en una oleada. Gallardo lo aguantó con valor y prendido en los vuelos del capote cerró al toro en terrenos del uno. Guerra se inhibió de la lidia, que realizó con oficio y eficacia Gallardo, en director de lidia. Con la muleta, Guerra hizo una labor anodina, al destajo, muy pesada.

Nulo con el capote Paco Aguilar, todo el peso de la lidia lo llevó el inefable Curro Álvarez. Este peón, todo voluntad, toreó siempre a dos manos, y cortaba al toro los viajes y le buscaba las vueltas. Luego al banderillear se alargaba en preparar el par para luego colocar dos pares vulgares. Pepe Ortiz en el sexto le dio una gran lección a su compañero de cuadrilla. Álvarez daba capotazos y más y no colocaba el toro en suerte, Ortiz le hacía indicaciones para que lo dejara: él mismo lo fijó con la voz, citó en corto y clavó un gran par, del que salió andando con garbo. Luego clavó otro gran par, tras nuevas incapacidades de Curro Álvarez, Paco Aguilar hizo dos faenas encimistas, en las que ahogó en demasía la embestida de sus toros. Comenzó la faena al tercero con una pedresina de rodillas, luego estuvo valentón y vulgar. En los últimos derechazos aguantó bien al bovino y dio más recorrido a los muletazos. En el sexto tomó retorcidillo, abusó del pico de la muleta y del encimismo. Algún derechazo fue más largo y templado pero dentro de un conjunto mediocre. Fue trabajo a destajo, como si le pagaran por dar cien pases.

La gran pena fue que una vez más Bernadó no calentara motores y dejara escapar una gran oportunidad de triunfar en Las Ventas, sobre todo porque al lado de sus compañeros él es el torero y ellos unos destajistas.

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