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Washington y París, enfrentados en el Sahara

A la sombra de las nuevas iniciativas vas internacionales de paz para el Sahara occidental subsiste una guerra sorda de intereses económicos estratégicos extrazonales. sobre todo entre Francia y Estados Unidos, que muy bien pueden anular los «factores positivos» que actualmente se observan en el camino de la pacificación del territorio.Según informaron a este diario fuentes solventes relacionadas con el problema. las reticencias del Gobierno de Rabat ante la actitud conciliadora adoptada en las últimas semanas por París. Argelia, el Frente Polisario y el nuevo régimen mauritano, podrían transformarse en Poco tiempo en una propuesta de federación de todo el Magreb -excepto Argelia- con una «independencia» sólo formal para cada uno de sus miembros, que aparte de Marruecos serían. naturalmente. Mauritania y la República Arabe Saharaui Democrática (RASD).

Tal propuesta. se nos indica. contaría con el apoyo de algunos sectores del Departamento de Estado norteamericano interesado en presionar, por medio de una expansión maghrebí hacia el Sur, a los países francófonos de Africa Occidental.

De acuerdo con nuestras fuentes. no existe sin embargo, la suficiente unanimidad en Washington respecto del asunto. En ese aspecto se cree que algunos consejeros del presidente Jimmy Carter. entre ellos Andrew Young, embajador norteamericano en las Naciones Unidas y famoso por sus declaraciones escandalosas, se muestran partidarios de ejercer esa presión, no por la vía de un gran Maghreb dirigido por Marruecos. sino al amparo del desarrollo de los intereses argelino-saharahuis. Young ejerce, aparentemente, cierta influencia sobre el nuevo embajador de Washington en Madrid, señor Terence Todman. Sus tesis dispondrían también del visto bueno del secretario de Estado Cyrus Vance, quien consideraría que un Maghreb de signo argelino sería mejor recibido por la Unión Soviética y facilitaría en consecuencia las gestiones de la ONU en el área y -especialmente- las negociaciones soviético-norteamericanas en pos de un reparto «equilibrado» de influencias entre las dos superpotencias en Africa.

La extraordinaria cautela mantenida hasta ahora por Estados Unidos en torno del tema responde, según los medios consultados por este periódico, a esa falta de unanimidad en Washington. No obstante, la balanza se estaría inclinando hacia los puntos de vista de Young y Vance, tanto debido al predicamento del embajador negro sobre el presidente. como a los crecientes intereses económicos de Estados Unidos en Argelia. En detrimento de la «cooperación» francesa con Argelia. Washington se ha trasformado en los dos últimos años en el principal «partenaire» comercial del régimen del coronel Bumedian.

El petróleo, el gas natural y los factores estratégicos de la zona constituyen el eje de la rivalidad franco- norteamericana. El Africa occidental francófona representa, además, casi la única porción del continente en la que aún no han conseguido instalarse con solidez las grandes empresas americanas. Su presencia en esa «costa de oro» -principal vía comercial de Africa con Europa- proporcionaría a Estados Unidos un « a gran plataforma frente a la penetración soviética. plataforma muy alejada, a la vez, de un centro conflictivo como el de Oriente Próximo, y perfectamente lla,ada. desde una óptica militar, al Mediterráneo occidental, «reserva» nuclear y puerta de entrada de la VI Flota.

La posición de París

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Estas consideraciones, atribuidas al secretario de Defensa. Harold Brown, son las mismas -señalan diplomáticos de Washington -que las que se hace París. Francia se opone tajantemente, nos reiteran, a cualquier expansión del Maghreb hacia el Sur, sea por la vía argelina, sea por la marroquí. La caída de Uld Daddah en Mauritania se habría debido, justamente, a que la guerra en el Sahara con el Polisario le impedía garantizar a París, con 9.000 soldados marroquíes en Mauritania. un muro de contención adecuado a la penetración de Rabat. Por tanto, las negociaciones que ahora propicia París tienen el propósito no sólo de solucionar sus diferencias con Argel, sino también el de neutralizar la zona frente a Rabat mediante una federación mauritano , saharaui «fuerte e independiente», que salvaguarde su presencia en el Sur francófono.

Perspectivas para España

Las perspectivas para España en esta cuestión se presentan complicadas. Según nuestras fuentes, el ministro español de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, se aviene a secundar los esfuerzos negociadores franceses en la dirección de los objetivos trazados por el Quai d'Orsay. Pero, al mismo tiempo, no puede -ni quiere- ignorar las vacilacionesy los «Fines en apariencia ambiguos» -subrayan los círculos consultados- de los Estados Unidos, que incluso le habrían sido sugeridos por el propio Todman.Oreja afronta además el problema de una eventual conferencia «cuatripartita». Su Ministerio acaba de desmentir el hecho de que España se disponga a convocarla, aunque ha anticipado que la respaldaría en caso de que la iniciativa parta de las Naciones Unidas, con cuyo secretario general, Kurt Waldheim, Oreja ha examinado la posibilidad. Esto indica que España participaría de la «cuatripartita». pero sólo como país invitante o mediador, no como protagonista. Lo contrario, se nos apunta, sería hacer borrón y cuenta nueva de su determinación de 1975, y del acuerdo tripartito por el cual traspasó la «administración» del Sahara a Marruecos y Mauritania.

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