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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Canciones para la República

Debemos agradecer la publicación de las canciones que dan título a este artículo, editadas y recogidas por el gran cantante y actor Ernst Busch en 1938, en Barcelona, y que en España acaban de ver la luz en su ya quinta, edición. En 186 páginas se resumen y condensan infinidad de canciones de muchos países del mundo, que recuerdan y exaltan su lucha revolucionaria y sus combates por la libertad. Las canciones son inseparables de las luchas de los hombres, y aparecen en los momentos cruciales de la historia de los pueblos, como flores al borde de precipicios. No hay gesta digna del hombre que no, tenga sus canciones. En este interesante cancionero, que viene a iluminar un profundo abismo voluntariamente mantenido en las tinieblas, figuran algunas de las que se cantaron en la defensa de Madrid y en el resto de la España republicana, desde los primeros días de la guerra hasta el último, debidas a compositores españoles, algunos Ilustres, y también a eminentes compositores de lejanas latitudes, pero muy cerca de nosotros por su corazón y sus convicciones. Pero a un cancionero, aun tan rico y apretado como éste -figuran en él más de cien canciones-, no se le puede exigir la inclusión de todas las que se crearon, y menos aun en un período tan intenso como fue el que vivió España en los tres años de guerra. Como compositor español al que en 1936 el Ministerio de Instrucción Pública e encargó, oficialmente, la tarea de movilizar a compositores, musicólogos y cantantes residentes en Madrid para crear las canciones que levantaran la moral de las tropas republicanas que defendían la capital sitiada, y además popularizarlas, no puedo por menos que lamentar -comprendiéndolo muy bien- la ausencia de algunas que no figuran en el cancionero y que voy a enumerar, siquiera sea por recordar no sólo a los que las crearon, sino también por respeto a aquéllos que fueron al combate con ellas en los labios y algunos a la muerte.

Cancionero de las Brigadas Internacionales

Recopilación de Ernst Busch. Colección Pueblos Ibéricos. Editorial Nueva Cultura. Madrid, 1978.

"No pasarán"

¿Cómo podría olvidar la canción a la joven heroína Lina Odena, caída en los primeros días de la guerra en el frente de Granada, debida al compositor soviético Víctor Tomilín, muerto también, pero años después, en las estepas heladas de su patria durante la gran guerra impuesta al pueblo soviético? ¿Cómo no mencionar No pasarán, de Hans Eisler, escrita ante mi presencia en el cuartel del Quinto Regimiento, de Madrid, en una tarde rota de disparos y estropeada por la guerra, en compañía del poeta Herrera Petere, autor de la letra, y del comandante Benigno, uno de los fundadores, de dicho glorioso regimiento? Canción ésta que no figura en ningún cancionero, que no se publicó nunca, que hasta el mismo Busch, amigo entrañable del compositor, no la cantó nunca porque siempre ignoró su exis tencia, pero que yo había conservado en mi memoria... 38 años, a despecho de mis siete años de cuativerio voluntario y de mi exilio. Cuando un buen día -terminada ya la guerra grande- la envié, copiada a mano por mi mismo, al archivo Hans Eisler, de Berlín, en la Akademie Der Künste der Deutschen Demokratischen Republik recibí, después de una carta de su celoso y fiel archivero Manfred Grabs, en la que me manifestaba sus dudas sobre la autenticidad de dicha canción, otra..., en la que me decía: «Estoy ya convencido, por las pruebas por usted aducidas, de lo que para nosotros constituye el grandioso descubrimiento de una canción desaparecida de Hans Eisler, por usted salvada del olvido para la posteridad.» ¿Cómo no recordiar ahora a aquel norteamericano, Lan Adomian, tan puro y generoso, voluntario en nuestra guerra, que escribió (tardíamente, por cierto, lo que puede justificar su ausencia en el cancionero) Madrid heroico (texto de Pla y Beltrán), La guerra madre, la guerra, sobre poema del poeta Miguel Hernández, a quien yo le presenté, y también, y del mismo poeta, Las puertas de Madrid, una de las más hermosas canciones compuestas en la guerra? ¿Cómo podría no imprimir en estas cuartillas el nombre de Pedro Garfias, uno de los poetas de más empuje de la generacion del 31, que escribió dos de los más sentidos textos que en aquel tiempo se escribieron y a los que yo puse música?

Uno de ellos, el Himno de la Sexta División, y el otro, Peleamos, peleamos, canción que, entre otras muchas, debía cantarse en cárceles españolas y, más tarde, hasta en los campos de la muerte hitlerianos, y... también, en la plaza Roja, de Moscú, en donde en potentes altavoces sonó para celebrar el cincuentenario de la revolución de Octubre. Murió en el exilio en 1961, creo que en México, tierra tierna'para muchos españoles. ¿Podría olvidar al compositor exiliado Salvador Bacarisse, autor de Canto a la Marina (letra de Luis de Tapia), muerto en París en un agosto despoblado de españoles que le hubieran rendido el homenaje póstumo que merecía? ¿Y a José Moreno Gans, mi amigo de Algemesí, premio nacional de musica, autor, con el popular coplero que acabo de citar, de Canto a Valencia? ¿Y a aquel poeta anónimo del siglo XIX, autor de Canción patriótica, escrita para levantar la moral de las fuerzas españolas por los reveses sufridos ante las tropas de Napoleón, a la que yo puse música..., para levantar la nuestra?

Altavoz del frente

Todas las canciones que acabo de citar y muchas de las que figuran en el Cancionero eran transmitidas al aire de la ciudad inmortal desde las antenas de Radio Madrid, todos los días a las seis de la tarde, por los coros y orquesta en la emisión titulada Altavoz del frente, que yo dirigía. Debo añadir aún el Canto nocturno en las trincheras, del compositor Leopoldo Cardona, y otra cuyo título no recuerdo ahora, del compositor Gustavo Durán, comandante en jefe durante la guerra de España del XX Cuerpo de Ejército. Aunque excluidas las dos del libro que comentamos, fueron grabadas en disco y cantadas en alemán por Busch en Barcelona, saliendo más tarde a la luz pública en la Alemania arrancada al hitlerismo. Nuestra deuda de gratitud al voluntario de las brigadas es grande y merecida, pero tenemos el deber de grabarlas, con la calidad y la exigencia artística que merecen en España, cantadas en el idioma en el que fueron escritas. Todas ellas, tanto las del cancionero como las que no figuran en él, obran en mi poder en mi casa de París -París de mi ya lejano exilio, casi inexistente como un crepúsculo de infancia- y todas ellas, voz serena de la historia, por encima del rencor, están a la disposición de los españoles. Yo las he visto nacer, yo puse mi mayor empeño, fiel a la consigna recibida, para que se escribieran y se popularizaran, y no quisiera verlas morir bajo un cielo gris, en el fondo de un cajón olvidado. El recuerdo de una causa grande, perdida, es un momento de verdad tan intenso, que al escribir estas líneas, ahora, a los 42 años de su creación, mi mano tiembla ligeramente. Hace más de un siglo el gran poeta alemán Enrique Heine decía: Con nuestras pequeñas canciones, cantemos nuestros grandes dolores. Pues bien, los compositores españoles -muchos compositores extranjeros también- hemos cantado en breves y pequeñas canciones una de las epopeyas más grandes y dolorosas de nuestra historia.

El Cancionero de las Brigadas Internacionales, recogido por Errist Busch y editado por Nueva Cultura, testimonia cuanto acabo de escribir, -y merece la mejor acogida del lector interesado en la reconstrucción histórica de un período tan atormentado y difícil de nuestra patria.

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