Del festín de las palabras
Los hacedores que confirman este volumen transportan a sus espaldas, como decía Baudelaire, una enorme Quimera. Su lenguaje está abierto a un territorio en el que la escritura es algo más que el rito y el ritmo, la ceremonia y su enigma, el fatum o su azar: es (implica, también), lo gestual, lo mítico, nostalgia inefable de una armonía perdida. Es la imagen, la escritura espacial que pueda iniciar un Henri Michaux, y a raíz de ello explicitar Paz en su geometría imaginaria; o Juan Goytisolo en los affiches ubicuos (casi rectangulares) que inaugura su «fíja ficción de móviles»; o los mandalas agrimensados del mandinga Sarduy, brujo de nadas; o, a su vez, la comedia interlingüista e intralingüista de Julián Ríos. Es lo que enunciaba aquel verso de Mallarmé, su «pure delice sans chemin», y así pueden recrear unos parajes esotéricos, infernáculos remotos como si la muerte y la ficción fuesen una misma cosa.Participan igualmente en este festín de Baltazhar Edgardo Corazinsky, Haroldo de Campos (¡héteme aquí, Macunaima!), Octavio Armand y José Miguel Ullán con sus cavilosas imaginerías de miraolvido.
Avances
Revista Espiral, número 4, Octavio Paz, Haroldo de Campos, Edgardo Cozarinsky, José Miguel Ullán, Severo Sarduy, Juan Goytisolo, Octavio Armand, Julián Ríos.Editorial Fundamentos. Madrid, 1978.
La coherencia así tejida entrama la metáfora borgiana y ardua empresa de tejer una cuerda de arena o amonedar el viento sin cara, pero la materia acometida es un feroz ejercicio de caza furtiva, que va transformándose, página a página, en un vuelo, en lo que podría suponer un encuentro, o sencillamente, su espejo, allí es como si los diversos estilos se plegasen en un exorcismo común, en una misa negra sin testigos, fabricada de sugerencias por la logi(c)a clandestinidad que la noche o un inútil Ramadán les depara a sus creadores y, en coincidencia aquí, susrapsodas.
Escritura la que recoge este volumen origen y vehículo de espacios compartidos, de territorios inhabitables (tan sólo esporádicamente, como profetiza de paria a paria el «Juan sin tierra») donde los ejemplos o las ciudades sustituyen a la historia, y sus poetas surgen como «ausencia encarnada» de una prorecía o de un rechazo, velados en la oquedad explanada, pétreo jardín umbrío de Alpera, que la rriano anónima biseló para nadie.
He oído decir que quien alimenta su escritura destierra en ella el eco de la muerte. Y quien se despoje de los vestidos mostrará su desnuda madurez.
«¿Por su lengua pasar harás un junco?»
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