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Reportaje:

Paraguay, terreno abonado para los más turbios negocios futbolísticos

Paraguay es quizá el caso más sangrante y por ello causante lógico de una emigración futbolística suramericana a Europa o, para ser más exactos, a España. El mismo Heriberto Herrera, paraguayo de nacimiento y al que le han ofrecido el cargo de director técnico de la selección de su país, ha dicho hace bien poco, en Asunción, que se debe poner fin a las ventas constantes de jugadores jóvenes si se quiere tener mejor fútbol en un país que con sólo 2.800.000 habitantes sigue siendo un vivero incesante de jugadores. Admite que al futbolista no se le puede negar un futuro mejor, pero cree que se debería esperar a que madure, pues la pérdida es doble al fracasar fuera del país. Chaparro, por ejemplo, recientísimo fichaje del Salamanca para unirse a Báez, sólo tiene veinte años. Ocupará plaza de extranjero en el club charro, que es de los pocos en aprovecharse decentemente (?) de esta triste feria de oportunidades.En Paraguay se considera viejo a un jugador a los veintisiete o veintiocho años y en parte es porque comienzan muy jóvenes. Gato Fernández, el portero españolista que ha regresado al Cerro Porteño a cambio de Secundino Aifuch, un zaguero izquierdo con gran fuerza y tiro desde fuera del área, jugó ya en Primera División con sólo diecisiete años. Otra razón de la vejez prematura de los jugadores es que a esas edades los mercaderes no pueden hacer negocios tan fáciles. Asunción, con medio millón de habitantes, es puerto franco para el comercio y también para el fútbol. Los clubs, para poder subsistir, no tienen más remedio que vender barato.

A los partidos de fútbol de Primera División -toda compuesta por clubs de la capital, pues las mayores ciudades del interior sólo llegan a los 30.000 habitantes- suelen asistir una media de 6.000 personas. Sólo a los importantes, cuando se enfrentan Olimpia, Cerro Porteño, Libertad o Guaraní, puede llegarse a las 20.000 ó 30.000 personas. El precio de las localidades es muy barato, pues la popular no llega a las ochenta pesetas, pero el gravísimo problema se plantea con las entradas de favor. Un 20 ó 30% del aforo no paga y las recaudaciones no dan suficiente a los clubs para pagar los sueldos y las primas, que sólo se dan en los partidos importantes, aunque no sean tampoco demasiado elevadas. Normalmente los futbolistas en Paraguay trabajan media jornada en otra profesión, pues salvo algunos que pueden ganar las 50.000 pesetas mensuales la mayoría percibe poco más que el sueldo mínimo de un obrero: unas 8.000.

Por todo ello el primer contrasentido a nivel directivo es la contratación de un gran número dejugadores extranjeros, uruguayos y argentinos, especialmente, a los que no se paga mucho, pero se les da alquiler gratis, superior incluso al sueldo. El segundo, los fichajes igualmente de entrenadores foráneos, sin que se compensen tales esfuerzos.

La triste realidad es que todo el trasiego se permite federativamente por los intereses oscuros de muchos directivos. Atilano Cáceres, por ejemplo, presidente del Sportivo Luqueño, actual líder del campeonato, uno de los diez equipos de Primera División, ya estuvo por España colocando jugadores de su equipo como el mejor de los intermediarios. Curiosamente el club ha declarado últimamente que no venderá más por el momento, pero siempre hay excepciones. En este caso se llaman Coronel, portero, y Pedro Pablo Colmán. El primero, con diecinueve años, se quería ir porque le debían seis meses de sueldo. Al segundo le acababan de sancionar el mes pasado en el Tribunal de Justicia Deportiva con seis meses de suspensión por duplicidad de ficha. El lío, uno más dentro de este oscuro mundo de las transacciones futbolísticas paraguayas, consistía en que Coronel deseaba ir a jugar a Brasil, al Porto Alegre, e incluso había sacado ya el permiso como menor de edad en la Corte Suprema de Justicia. Pero el Sportivo Luqueño lo ofreció, al parecer, al Elche, sucursal inmejorable, desde siempre. En cuanto a Colmán, aprovechando su sanción, que le inhabilitaba para esta temporada -sanción muy posiblemente provocada para ello-, se le enviaría al Racing de Santander. Ninguna de las dos cosas cuajaron, para rnala suerte de Cáceres.

El dinero priva

Aunque los equipos necesiten a sus hombres por estar en plena temporada, el dinero priva y precisarriente por eso el máximo goleador del Libertad, Milcíades Morel, delantero centro, estuvo a punto de jugar en España. El problema fue que no se le encontraron padres españoles fácilmente. Otro día a cuatro jugadores del Tembetary: Leguizamón, Aveiro, Fretes y Benítez, se les rescindió su contrato sin que se dieran con claridad los motivos de tal medida. No es extraño que estén aún en alguna lista de embarque para España como muchos otros. Sus antecesores ya confirmados más o menos legalmente -sobre todo esto último- estuvieron de vacacitones y no faltó la nueva reyerta del zaragocista Arrúa, que no cambia nunca tuvo su punto máximo en la demación humana de unos jóvenes que pasan de la nada a tener una posición es la culpable de la mala imagen dejada por la mayoría de paraguayos que han venido a España.La crónica de sucesos en este tema de la mercadería futbolística tuvo su punto máxinio en la detención del intermediario Bogossian por denuncia de su colega Epifanio Rojas. El tema no fue la falsificación de papeles de nacionalidad, que en tiempos se hacía en juzgados del interior y ahora se ha perfeccionado no se sabe dónde. En esta ocasión Bogossian había expedido un cheque de 288.000 pesetas por el pase del portero Pereira, del Guaraní, al Salamanca, operación que tampoco cuajó. Rojas quiso cobrarlo antes de tiempo y no pudo. Ambos se echaron la culpa de adulteración de datos y Bogossian, después de estar dos días en el departamento de policía, pasó otros siete en la cárcel. Ahora ya está libre y zanjada la disputa. Los dos pueden volver a la lucha de los millones en el fútbol, lucha incruenta, pero lamentable mientras en España no se cierren definitivamente las fronteras a los oriundos. Si se quiere mantener el cupo de dos extranjeros, que lo sean todos los que vienen de fuera. El citado Pereira, por ejemplo, es uruguayo, pero iba a España como paraguayo. Lo mismo que aquel Cos, del Barcelona y Burgos, argentino de origen y paraguayo en España. En la tierra de los antiguos guaraníes sigue habiendo padres para todos. Como en aquel caso ya famoso argentino, algunos pueden ser nacidos hasta en Celta de Vigo.

Bogossian se encuentra ahora a la espera de que finalice la segunda fase de la Copa de Libertadores -especie de Copa de Europa en Suramérica- para volver a la carga con sus «mercancías». Este franco-armenio de 79 años aún tiene arrestos para seguir haciendo daño al fútbol paraguayo y al español, con la increíble aquiescencia de ambas partes. El club Cerro Porteño, en cuanto dilucide su eliminatoria con el Cruzeiro brasileño, ya ha anunciado, por boca de su presidente, que enviará a España a Battaglia, extremo derecho -valorado en ocho millones de pesetas-, González, volante -cuatro-, Giménez, extremo izquierdo, y Sanabria volante del mismo lado. La patriótica condición que se exigirá en caso de fichajes es que puedan volver a jugar con la selección cuando ésta los necesite. Es otra mentira más, pues las últimas experiencias han hecho ver en Paraguay que la desconexión de los «extranjeros» ha provocado fracasos.

De cualquier forma, como el dinero y los desaprensivos continúan en circulación, no es extraño que haya más paraguavos en oferta -del Guaraní o de otros, como parece haber ido a buscar Grosso para el Real Madrid- o incluso argentinos, como anunció hace bien poco el presidente del Boca Juniors en una especie de liquidación por derribo. Alberto Armando no sabemos si daría tantas facilidacles como se le ofrecieron al presidente del Tenerife durante su estancia en el Mundial. Según declaró en Hora 25 días atrás, por 15.000 dólares -1.200.000 pesetas- le facilitaban jugadores con pasaporte español y todo. Realmente intolerable.

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