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El presidente Carter suaviza sus críticas hacia la Unión Soviética

El presidente norteamericano, Jimmy Carter, parece decidido a poner freno al deterioro progresivo de las relaciones entre Washington y Moscú, y aunque criticó ayer los juicios contra los disidentes soviéticos aseguró que no está empeñado en una vendetta contra la URSS.En su 35 conferencia de prensa televisada, el presidente suavizó de forma evidente su actitud hacia la Unión Soviética, a quien había desafiado a elegir entre «cooperación o confrontación» en un reciente discurso. Carter anunció también que su Gobierno no piensa tomar por el momento nuevas acciones contra Moscú.

En realidad, Carter se negó a vincular directamente las restricciones comerciales por él impuestas hace unos días con los juicios seguidos en la URSS contra los disidentes Guinsburg y Shcharansky. El líder norteamericano atribuyó a razones de tipo militar su decisión de prohibir la venta de un ordenador electrónico a la agencia de prensa soviética Tass.

Al comentar otra de sus decisiones, por la que se necesitará el permiso gubernamental para exportar tecnología a la URSS, Carter dijo que ya había adoptado todas las acciones que pensaba tomar respecto a la Unión Soviética y que no planeaba ninguna más.

Tras asegurar que Estados Unidos no quiere «interferirse en los asuntos internos de la Unión Soviética», y que su Gobierno desearía tener mejores relaciones con Moscú, el presidente Carter dijo que, en su opinión, se había manifestado «muy moderadamente» en sus críticas a los procesos seguidos contra los disidentes, y recordó que la URSS había ratificado el acta final de la conferencia de Helsinki.

Preguntado si existían negociaciones para canjear a los dos disidentes rusos condenados recientemente, Carter respondió de forma vaga al decir que «nos gustaría ver libres a los presos». Sin embargo, su afirmación de que sería «inapropiado» hablar de negociaciones y de que no está «específicamente» al corriente de las mismas parece indicar que algo de este tipo está en marcha, aunque con la máxima discreción.

El hecho de que Carter no vinculara directamente sus represalias comerciales contra la URSS con su preocupación por los disidentes contribuirá, sin duda, a aumentar la confusión que existe en la opinión pública sobre la política de Estados Unidos respecto a la URSS.

Todos los indicios apuntan a que el presidente se debate en medio de dos corrientes, y que en ocasiones se deja llevar más por una que por otra. A nivel puramente esquemático, esas corrientes estarían encabezadas por el secretario de Estado, Cyrus Vance, que defendería la distensión y la prioridad absoluta de un acuerdo SALT, y la otra por el consejero para Asuntos de Seguridad, Zbigniew Brzezinski, partidario de la línea dura frente a Moscú.

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