Debate sobre la libertad y el control de la prensa española
Organizado por el Club Convergencia se celebró ayer en Madrid un debate sobre el tema Prensa, ¿libre o controlada? Intervinieron José Ramón Alonso, director de Pueblo, Pedro Bofill, en representación del PSOE; Juan Luis Cebrián, director de El PAÍS; Guillermo Medina, jefe del servicio de prensa de UCD, y Mariano Rioja, consejero delegado de La Editorial Católica, en representación de las empresas periodísticas.José Ramón Alonso afirmó que la libertad de prensa sólo se da en un 20% de los Estados del planeta. Toda prensa libre tiene control sobre sí misma, pues si no desaparecería. La prensa está controlada en todas partes, dijo el señor Alonso, por los poderes fácticos.
Pedro Bofill dijo que no se podía hablar de sociedad democrática si no se producía un pluralismo informativo. La prensa, afirmó, se ha utilizado como medio para imponer condicionamientos y sólo a través de la honestidad profesional se ha ido abriendo brecha. La publicidad es un sistema de control económico, aunque se diga que sirve de ayuda para mantener la independencia. El Estado tendría que ayudar a la prensa para que pudiera hacer frente a las presiones económicas. Los partidos políticos no deben ser los únicos que controlen los medios de comunicación. Sería más idóneo que intervinieran otras instancias, pero prefiero el control de los partidos a que no haya ningún control.
Juan Luis Cebrián señaló que el papel de la prensa, que es un poder en las sociedades libres, es «contestar y criticar al resto de los poderes. Por eso el resto de los poderes tratan de controlarla. Pienso que el único modelo de prensa libre es el occidental». En cuanto a la situación en España, Juan Luis Cebrián enumeró varios problemas. En primer lugar, el que plantea la prensa institucional, con miles de millones de pérdidas, que pagarnos todos, para mantener tinos periódicos de tiradas irrisorias en muchos casos. Insistió en la necesidad de respetar los derechos de los trabajadores de estos medios a la hora de resolver el tema. En segundo término, la televisión, que es el intervencionismo más descarado del Estado en la libertad de información. Televisión Española es una televisión de Estado, que es, además, comercial, y aun siéndolo, pierde 9.000 millones de pesetas al año. La publicidad en televisión se recoge con tarifas de dumping, y la radio y la prensa han de acomodarse a esa competencia desleal. Citó el señor Cebrián en tercer lugar el proteccionismo al papel nacional, que según los papeleros no es negocio, y se dice que se fabrica por razones estratégicas. En cuarto lugar, el Gobierno no asiste a los sistemas de distribución a través de líneas aéreas, ferroviarias, etcétera, al contrario de lo que ocurre en el resto de Occidente. Juan Luis Cebrián se pronunció por la eliminación de la publicidad en Televisión Española, el abandono del proteccionismo estatal con respecto al papel y la no existencia de prensa del Estado, que, dijo, acaba normalmente siendo prensa del Gobierno.
Guillermo Medina se pronunció por una concepción humanista, liberal y plural de la libertad de expresión y por un modelo de democracia occidental. Explicó el punto de vista de UCD con respecto al futuro de la ley de Ayuda a la Prensa. Dijo que existen bases para llegar a esa ley con medidas generales para todos los medios de comunicación y que deben aplicarse con carácter objetivo e imparcial: subvenciones directas a la prensa diaria, ordenación de la publicidad en RTVE, que crea perjuicios a las empresas periodísticas, etcétera.
Esta publicidad podría reducirse y compensarse con un canon selectivo al uso y disfrute de los aparatos de televisión o una ayuda por parte del Estado. En la ley de Ayuda a la Prensa habrá desgravaciones y facilidades fiscales, así como libertad de expresión, aunque con correctivos.
Mariano Rioja explicó que los promotores de la empresa periodística establecen los objetivos y principios de la misma. El sentido comunitario exige que todos los estamentos participen, pero ni la empresa manda ni la sociedad de redactores ha de ser la única que mande en la línea de opinión.
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