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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La "cumbre" de Bonn

LOS DIRIGENTES de los siete países más ricos e industrializados del mundo se sentarán a partir de mañana en Bonn a dilucidar sus respectivas posiciones en el concierto económico internacional. La reunión, convocada en medio de un festival de declaraciones de amistad, se adivina sin embargo, difícil y no es baladí apuntar desde ahora mismo la importancia final de que sea precisamente la República Federal de Alemania el anfitrión de esta cuarta cumbre mundial de los ricos.Aunque la convocatoria responde a un intento de solucionar la crisis general de las economías occidentales, el planteamiento previo no hace prever otra cosa que un intento -ya sea individual o de bloques- de mejorar las posiciones respectivas en el concierto mundial. Antes que soluciones, los interlocutores que -acuden a Bonn se proponen alcanzar mayores ventajas económicas, con no pocas implicaciones políticas.

Merced al eficaz funcionamiento del eje Bonn-París, Europa se presenta relativamente unida a esta cumbre, dispuesta a aprovechar las fisuras internas de la Administración Carter y atraer el concurso de Japón para propiciar una revisión más o menos profunda del actual esquema de relaciones económicas internacionales. La táctica del canciller germano, clarificada ya en la cumbre comunitaria de Bremen, plantea en principio una superación del predominio del dólar en el plano monetario, una mayor presencia europea en las grandes decisiones y un método efectivo que permita mitigar el deterioro de -la competitividad europea, causa de las agudas crisis sectoriales que padecen los países del viejo continente.

Schmidt se presenta en Bonn -no hay que olvidar que es anfitrión. -dispuesto a hacer valer la fortaleza de la economía germana y del marco, consciente, al mismo tiempo, del potencial tecnológico que la República Federal alienta. Previamente el canciller ha saltado por encima de la vieja polémica entre grandes y pequeños, eternamente latente en el interior de la CEE, y, aprovechando la postura propicia de Giscard, se ha erigido líder de los eurocomunitarios, con las prácticamente inútiles reticencias de italianos e ingleses; precisamente los otros dos comunitarios incluidos en el club de los siete. Resulta ocioso señalar que los dos discrepantes en Bremen apenas tienen otra opción que alinearse con las tesis germanas a partir de mañana en la capital de la República Federal de Alemania. Este convencimiento haría felices a los germanos si llegara a instalarse en el ánimo de los japoneses, que hasta ahora son claros favoritos para llevarse la peor' parte. La agresividad de que en todos los sentidos hace gala Japón molesta a europeos y norteamericanos, pero también constituye un elemento válido para el caso de una eventual alianza.

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Sin embargo, no todo deberán ser triunfos para el canciller alemán en su búsqueda de una nueva vía histórica para potenciar su esplendor económico. Si bien la coyuntura interna estadounidense puede favorecer en principio los planes de Schmidt -la debilidad de Carter, sobre todo en temas exterioreses manifiesta-, no hay que despreciar el potencial de reacción de Estados Unidos. A las pretensiones europeas, los norteamericanos han opuesto siempre toda su capacidad disuasoria. Kissinger, por ejemplo, solía amenazar con represalias de tipo defensivo y de armamento, conocedor de la preocupación centroeuropea en la materia.

En estos momentos, Estados Unidos tiene, sin embargo, otros argumentos. El problema más importante que se plantea a Europa es, sin duda, su carencia de materias primas, especialmente petróleo. Estados Unidos ha incrementado notablemente sus compras de crudos durante el último año, reduciendo prácticamente a cero la extracción de sus yacimientos. Así, los norteamericanos cuentan en estos momentos con importantes reservas petrolíferas. Frente a esta acumulación, Europa apenas cuenta con reservas para tres meses y sólo Gran Bretaña puede mirar el futuro con cierto optimismo, en razón de los yacimientos del mar del Norte. Esta será, sin duda, el arma más poderosa que oponer a los líderes europeos: la amenaza -más o menos velada- de un agravamiento de la crisis energética; no en vano las grandes multinaciones de la producción están mayoritariamente bajo control yanqui.

Con todo, la cumbre centrará sus trabajos en agravar o atenuar las profunda s tensiones y disensiones latentes entre Estados Unidos y la República Federal de Alemania, con el concurso adyacente de Japón -tercero en discordia-, que si bien no se manifiestan abiertamente en lo político tienen especial virulencia en lo económico.

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