La mujer y el aborto
Résulta curioso córno, al detenerme en cualquier lectura sobre el aborto con carácter de entrevista, las personas consultadas y que, por ende, son consideradas expertos entendidos en la materia, suelen ser hombres.No deja de ser triste y vejatorio para la mujer que. una cuestión concerniente sólo a ella sea tratada con tanta soltura y despreocupación por hombres, y únicamente por ellos.
¿Es que un hombre puede saber mejor que una mujer qué es más conveniente para ella?
¿Es que ante el problema del embarazo y una de sus posibles repercusiones, el aborto tiene más capacidad para decidir el hombre que la propia interesada?
¿No es dueña la mujer de su propio cuerpo, al igual que el hombre lo es del suyo?
Sólo es capaz de explicar detalladamente los síntomas de una enfermedad aquí que la padece.
¿Puede explicarme alguien cómo es posible que un hombre se pueda levantar en detractor del aborto si en su vida se verá ante la encrucijada de elegir entre parto o aborto?
¿Por qué no se realiza una encuesta para saber cuántas mujeres que han dado a luz hubiesen preferido abortar en lugar de dar vida a seres que nunca podrán valerse, por sí mismos?
Si el hombre no tiene que soportar durante nueve meses los trastornos que acarrea el embarazo y los resultados que el mismo puede ocasionar (deformaciones de columna, descalcificaciones, síndromes varicosos y un largo etcétera), ¿por qué no se dedica a resolver sus cuestiones y deja a la mujer tratar las suyas?
¿O es que va a resultar que la mujer aún no tiene capacidad para entender y querer?
