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Pertini promete unidad y paz a los italianos

Juan Arias

«Deseo ser sólo el presidente de la República de todos los italianos, hermano de todos en el amor de patria y en la aspiración constante a la libertad y a la justicia», dijo el socialista Sandro Pertini, séptimo presidente italiano, en su discurso el domingo ante el Parlamento. Y lo cierto es que Italia entera le ha recibido con increíble entusiasmo, casi como un deseo inconsciente de unidad y de paz en un momento tan doloroso para este país.Pertini manifestó que «a veces desde el extranjero no se es lo suficientemente justo y se ignora el esfuerzo titánico que se está realizando para no quebrarnos ante tantas pruebas».

Es el primer presidente al cual, después del discurso sencillísimo, sin retórica, inteligible hasta para los niños, aplaudieron todos, hasta quienes no le habían votado: los mismos de la extrema derecha.

Todo el ceremonial de la toma de posesión como presidente, que empezó con el juramento de fidelidad a la Constitución en la Cámara y terminó en el palacio del Quirinal charlando con los periodistas, fue un poco particular, impregnado de una emoción difícil en estos casos.

Los italianos siguieron por la televisión con gran afecto y simpatía a este anciano con la sonrisa de un niño, orgulloso y erguido como un viejo combatiente antifascista, que abrazaba a todos. Hasta la batalladora diputada radical Enma Bonino se enjugó las lágrimas cuando dijo en su discurso que «sí Moro no hubiese sido asesinado vilmente, hoy él, y no yo, os estaría hablando».

La gente dice que es viejo pero simpático, que por lo menos «no robará» y que con él no podrán existir «aventuras fascistas». «Como edad, es un abuelo; pero como coraje, es todavía todo un tío», decía un obrero viéndole pasar hacia el Quirinal.

El mayor aplauso, después del recuerdo de Moro, lo recibió el nuevo presidente cuando exhortó a la clase política a no caer en la violencia del terrorismo: «Debemos defender la República», dijo con gran espíritu de independencia. Pertini insistió en la necesidad de integrar a Italia en la unidad europea, y añadió que vale más la libertad que el mismo bienestar económico, aunque señaló que no existe verdadera libertad sin verdadera justicia social, sin pan y sin trabajo para todos.

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Pablo VI le dedicó todo el discurso del domingo a los peregrinos y le llamó una persona «digna».

Sandro Pertini es el primer presidente de la República que, para la Iglesia, vive en concubinato, porque está casado sólo civilmente. Su esposa, Caria, tiene veinticinco años menos que él, pero es una pareja inseparable desde hace más de treinta años. Caria era una joven luchadora durante la resistencia. Está doctorada en Ciencias Políticas y en Psicología y trabaja en un centro antidroga de Roma.

Pertini dijo a los periodistas el día de la toma de posesión que su esposa no desea vivir en el Quirinal. Seguirá viviendo en el ático de Fontana de Trevi y seguirá ejerciendo su profesión. Es también periodista profesional. «Deseo respetar su libertad como ella siempre ha respetado la mía. Pero no estaré siempre aquí sólo: iré a encontrarme con ella todos los días.»

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