Galería de batallas
Joseph Conrad, nacido polaco, escritor inglés, consiguió la difícil perfección de dominar un idioma que no era el suyo hasta tal punto de pasar por clásico. Al igual que nuestro Blanco White, exiliado político, es famoso entre nosotros por las obras principales incluidas en su mejor época, antes que por sus escritos políticos. El duelo, en que se basa el filme presente, no pertenece a ninguna de estas dos vertientes, sino a la serie de relatos breves, en los que el protagonista se enfrenta a su destino en la soledad del mar o de acontecimientos extraordinarios. Tal acontecimiento es, en este caso, la guerra de Napoleón en sus campañas sucesivas. Muy cercano aún el romanticismo, sus héroes afrontan tan singular desafío con un sentido del deber que les levanta sobre sus miserias, desde su ínfimo universo, hasta salvarles del ridículo o el absurdo.Tal es el caso de este Feraud, soldado de Napoleón, y su odio contra D'Hubert, compañero y rival en el mismo duelo prolongado. Al igual que en el honor se basan tantas comedias de nuestro Siglo de Oro, ese honor de espada y sable hará enfrentarse a estos dos hombres desde que un día estalla hasta su definitivo desenlace. Así, los rivales recorrerán, siempre enfrentándose y desafiándose y, a la vez, luchando por la ambición de Bonaparte, toda Europa, desde Reims a Estrasburgo, y desde Rusia a España, entre toques de ironía y épicos arrebatos.
Los duelistas
Sobre un cuento de Joseph Conrad. Guión de Gerald Vaughan-Hughes. Dirigida por Ridley Scott. Intérpretes: Keith Carradine, Harvey Keitel, Albert Finey, EdwardFox, Cristina Raines. Aventuras. Gran Bretaña. Local de estreno: Cine Palace.
Mas por encima de la crítica que la historia supone, más allá de su llamada de atención sobre absurdas costumbres y necios ritos, lo que más sorprende en esta insólita película es la belleza excepcional de sus imágenes, muy por encima de todo el cine llegado hasta nosotros con pretensiones parecidas. Conocido el rigor del cine inglés en lo que a filmes históricos se refiere, éste, aun tratándose de pura ficción, supone un triunfo memorable del color, la ambientación, el ritmo, la interpretación y el encuadre. La descripción de exteriores e interiores, la luz, los uniformes, los caballos, las voces y rumores, los bosques y los ríos recuerdan los momentos mejores de los más genuinos paisajistas ingleses o los duelos a caballo de Wouverman, que aún conserva el museo del Prado.
Realizado para aquellos que gustan más de la imagen que de los problemas sociales o el análisis psicológico, Los duelistas va más allá de su pura anécdota lineal, de su gama de color impresionante. Viene a recordarnos lo absurdo de la violencia en todo tiempo, lo necio de un pueril fanatismo, capaz de llenar toda una vida con sus miserias gratuitas, sus ritos y sus riesgos.
Realizado por un director de televisión y spots comerciales, ganó hace un año el premio Opera Prima, en Cannes.
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