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Se afianza la candidatura del republicano La Malfa a la presidencia italiana

Juan Arias

Después de once votaciones sin éxito para elegir al próximo presidente de la República, los partidos italianos se reunieron anoche durante cuatro horas, en la cumbre para tratar de buscar un arreglo que permita la elección de la más alta magistratura del país. Sin que la reunión ofreciera un claro favorito de todos los grupos italianos, democristianos y comunistas expresaron al término de la reunión que el republicano Ugo la Malfa puede ser, finalmente, el hombre buscado.Pero tras anunciarse que la cumbre debe continuar esta mañana, el Partido Socialista italiano (PSI), enemigo número uno de la candidatura La Malfa, pidió más tiempo al resto de los partidos para poder decidir, de acuerdo con sus electores, si el PSI levanta sus iniciales reticencias sobre el republicano. Por dicha razón, los observadores políticos romanos dudan que el próximo presidente italiano pueda todavía nombrarse en las próximas votaciones del colegio electoral.

El apoyo explícito a La Malfa partió del secretario general de la DC, Benigno Zaccagnini, a su vez un candidato que fue vetado por los socialistas. Zaccagnini señaló, al término de la reunión, que la DC se contentaba con el republicano. Algo parecido sucedió con el Partido Comunista italiano (PCI), que, a través de su secretario general, Berlinguer, también apoyó tácitamente a La Malfa, aunque continuó, oficialmente, presentando el nombre de Amendola, candidato comunista a la presidencia.

Dentro de este panorama, los socialistas insisten en la candidatura del abogado Vassalli, nombre que ha sido rechazado por todos por defender a la familia Lefèvre, vinculada en el escándalo de la Lockheed

Crece la tensión

Mientras tanto, la tensión creció ayer en la undécima votación, hasta el punto de que cuatro partidos se negaron a votar y abandonaron la sala. Se trata de radicales, Democracia Proletaria, Grupo Manifesto y Movimiento Social Italiano.

Esta tensión nerviosa que se está creando en Montecitorio hizo que el comunista Gian Carlo Pajetta, conocido por su apasionamiento político, se pusiera a gritar contra los democristianos que se acercaban a la urna sin depositar luego su voto: «Decid claramente que os abstenéis, aunque os dé vergüenza. » Llegó a acusar al presidente de la Cámara, Pletro Ingrao, compañero de partido, porque no obligaba a los electores a pronunciar en voz alta la frase «me abstengo». Sólo dos democristianos, «desobedeciendo» las órdenes del partido, dijeron con voz muy fuerte: «Yo no me abstengo», e introdujeron la papeleta en la urna.

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A estas tensiones hay que añadir las dudas que, desde el punto de vista constitucional, plantean las abstenciones democristianas, las cuales han sido calificadas por los radicales como una violación del secreto profesional.

Los socialistas, a la pregunta de si aceptaban la candidatura de La Malfa, respondieron, ayer por la tarde, añadiendo otros dos candidatos: propusieron al abogado Gluliano Vasalli y al especialista en Derecho Administrativo Severo Glannini. La candidatura de Vasalli fue considerada por algunos como un gesto de protesta y casi de provocación del PSI ante los democristianos, por ser Vasalli el abogado que defiende a Lefèvre. Ayer, los socialistas decían, con un cierto nerviosismo: puesto que a la DC no les gusta ninguno de los socialistas que le hemos presentado, le daremos la lista de todos los inscritos en el partido para que escoja.

Pero entre los mismos socialistas hay quien piensa que quizá haya sido un paso en falso el haber empezado poniendo vetos a los candidatos de otros partidos exigiendo que el presidente fuese sólo un socialista. El mismo director del diario Repubblica, que es radical-socialista, escribía ayer que si los socialistas rechazan el «compromiso histórico», los demás partidos podrían temer que un socialista apoyase una política propia. Y añadía que no se podrá nunca encontrar un candidato «aséptico, a no ser que se trate de un idiota».

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