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Se acentúa la pugna entre la DC y la izquierda

Juan Arias

La contraposición de los partidos de izquierda a la primera fuerza política de Italia, la Democracia Cristiana, y al pequeño grupo republicano, podría provocar una nueva y grave crisis política.

Tampoco la séptima votación para elegir nuevo presidente de la República italiana tuvo éxito. Lo cierto es que existe un verdadero duelo entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Fue el Partido Comunista quien tornó la iniciativa de obligar al ex presidente Giovanni Leone a dimitir, pero inmediatamente después se adelantó el líder socialista Bettino Craxi, con una propuesta bien concreta y «provocadora». El nuevo presidente tendrá que ser socialista. El motivo era también claro: no es justo que la DC con el 40% de los votos controle el 80% del poder. Y la propuesta no tuvo nada de diplomática: «0 un socialista o crisis de Gobierno.»El PSI quiso evitar desde el principio la posibilidad que fuese elegido presidente un político favorable a la estrategia comunista del «compromiso histórico», en un momento en el cual el Partido Socialista está recuperando su autonomía tanto con relación a la DC como al PCIL Por eso Craxi, a costa de irritara los dos grandes partidos, empezó vetando a las dos candidaturas más prestigiosas: la del secretario general de la DC, Benigno Zaccagnini, y la de Ugo la Malfa, presidente del Partido Republicano. Y las dos por el mismo motivo; según los socialistas estos candidatos habrían favorecido el acuerdo futuro entre- DC y PCI en vez de empujar la alternativa de izquierdas o la política de unidad nacional.

La DC dijo que estaba dispuesta a votar un «no democristiano», pero sus preferencias iban hacia un «laico». Es decir, hacia La Malfa. El PCI, para no ser acusado de traicionar la izquierda, afirmó que prefería un «socialista», pero a condición de que estuviera de acuerdo la DC. Se habló de presentar una lista o «rosa» de nombres de todos los partidos para escoger colegialmente un candidato «por encima de las partes», representativo de todo el país. El PSI presentó solo cuatro candidatos socialistas: Giolitti, De Martino, Bobbio y Pertini. Dijo que todos eran iguales, pero se sabía que Pertini era el menos deseado porque desde hace veinte años no tuvo ningún cargo en el partido y es muy independiente. La DC respondió irritada diciendo que los socialistas habían presentado no una rosa, sino un «clavel rojo». Y lanzaron la bomba: a la «rosa» añadieron un pétalo democristiano, que sería nada menos que Zaccagnini.

Entonces se unió toda la izquierda, que acusó a la DC de maniobras y de pretender de nuevo la presidencia de la República. Se comentó que la «rosa» se estaba convirtiendo en una «alcachofa» y Craxi a las pocas horas lanzó la nueva bomba: el PSI presentará a la próxima votación como único candidato a Sandro Pertini, que será votado también por toda la izquierda. Es la fiesta de San Justo. El laico Craxi dice que por lo menos es una decisión «justa». Nueva indignación de la DC, que acusa a Craxi de presentar sorpresivamente un candidato de su partido y de la izquierda para provocar un choque contra la DC y los demás partidos, Y la respuesta es inmediata: nos abstendremos.

Cuando la izquierda unida se preparaba a votar a Pertini, el anciano líder socialista, que sabe que su candidatura es una carta de Craxi contra la DC, lanza una de las suyas: escribe al Partido Socialista diciendo que no aceptará ser el candidato de la izquierda únicamente, sino el presidente de todos los italianos. Los comunistas son felices: la Democracia Cristiana se encuentra de nuevo entre la espada y la pared. El gesto limpio de Pertini sirve a Craxi de nuevo. Ayer le preguntamos, saliendo de Montecitorio, si está contento y respondió con una gran sonrisa, pero dijo que con la DC nunca se está seguro de vencer.

Los republicanos, por su parte, recomendaron a la Democracia Cristiana que cese en su actual obstruccionismo y vote a Sandro Pertini.

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