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Elleinstein: "Es necesaria la unión de la izquierda"

Entrevista con Jean Elleinstein, intelectual, militante del PCF, cabeza visible de un sector opuesto a la política actual del partido

El fracaso de la Unión de la Izquierda, en los últimos comicios legislativos de marzo último, desencadenó un proceso crítico en el seno del Partido Comunista francés (PCF), sin precedentes, probablemente, a lo largo de sus casi sesenta años de historia. El fenómeno fue interpretado, en un principio, como una evolución del PCF en el sentido de una democratización más auténtica. Pero, de momento, cunde la impresión de que la contestación fue una tormenta pasajera, como otras de menor envergadura, sin resultado palpable. La dirección del partido no ha cedido una pulgada, ni por lo que concierne a su estrategia política, ni en materia de funcionamiento interno, las dos reivindicaciones comunes a los militantes rebeldes.Durante los últimos días hemos interrogado a varios militantes sobre sus cuitas ideológicas, pero a título personal, y mucho más cuando se alude a un medio de información extranjero. Los militantes de la contestación desearían expresarse en la prensa del partido, pero la dirección no se lo permite y confiesan su resignación o amargura; les tienta la idea de abandonar el partido, pero no se atreven por miedo a encontrarse solos; algunos hacen un paralelo con lo que ocurre en la URSS, comparando los hospitales psiquiátricos reales soviéticos a los que impone en Francia el PCF, enmascarados por las exigencias de la democracia formal burguesa; en privado, un disidente del PCF afirma que la dirección miente con descaro y traiciona las ideas revolucionarias más elementales con la actitud puritana o estalinista de quien lo sabe todo, de quien es el único poseedor de la verdad, de quien fulmina con o sin razón y sin duelo. Un militante confesaba días pasados: «En el PCF o te callas, y puedes estar en el partido, o hablas y, entonces, te vas»; pero éste, como los demás, se manifestaba temeroso de la dirección y, en definitiva, sumiso. Y el mismo militante, como sus colegas de la contestación, se consolaba pensando que, tras las vacaciones de verano, quizá el rescoldo de las protestas encenderá otra hoguera.

EL PAÍS. Esto es grave, ¿no?

Jean Elleinstein. Sí, pero...

P. Otra cuestión: lo que fue la Unión de la Izquierda, ¿ha muerto definitivamente? ,

R. De ninguna manera. Será necesario volver a la Unión. No hay otra perspectiva. Es cierto que el contexto, tras las elecciones, la ha hecho difícil, pero es la única alternativa posible.

P. Sin embargo, hoy, en Francia, resulta casi ridículo evocar una alianza que, como consecuencia de la batalla decepcionante entre comunistas y socialistas, ha perdido toda su credibilidad.

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R. No exageremos. Ha perdido una parte de su credibilidad. Pero hay que pensar que la política gubernamental, por un lado, y, por el otro, las dificultades económicas favorecerán la vuelta de la Unión.

P. De ser así, una vez más la izquierda volvería a ocupar la escena política francesa, no gracias a su proyecto político, sino a las dificultades socioeconómicas de la derecha.

R. Es cierto que la izquierda debe rehacerse por otras razones, propulsando la solución de los problemas cualitativos y cuantitativos que plantea la sociedad contemporánea. En este sentido, una política audaz del PCF, basada en el desarrollo del XXII Congreso, es la que debiera desencadenar el proceso de reconstrucción de la Unión.

P. A pesar de sus buenas intenciones, usted conoce la realidad: el PC y el PS continúan cada uno culpando al otro del fracaso de marzo. Y, por añadidura, los problemas internos de cada partido no hacen prever horizontes de unión.

R. Hay que superar el problema de las responsabilidades del fracaso y reconstruir la izquierda a partir del programa común, que continúa siendo válido en lo esencial. No existe otra posibilidad, ni para los comunistas ni para los socialistas.

P. ¿Cómo aprecia usted el abandono del leninismo por el Partido Comunista de España?

R. En primer lugar, debo exponer lo que yo he entendido por el abandono del leninismo. Supongo que lo que ha pretendido el PCE es integrar el pensamiento de Lenin en el marxismo, es decir, lo que ha hecho es relativizar el leninismo, que, frecuentemente, en la práctica no ha sido más que puro estalinismo. Esto es lo que pienso ha realizado el PCE y, naturalmente, estoy totalmente de acuerdo. El paso del tiempo ha hecho necesario reducir la importancia del leninismo a sus justas proporciones.

P. Y siguiendo el mismo proceso, ¿llegarán los partidos comunistas occidentales a abandonar el marxismo?

R. Usted plantea de manera exagerada un problema real: el pensamiento de Marx es crítico y no puede dogmatizarse, porque no es un pensamiento religioso. El católico cree en Dios, hoy, como hace un siglo. Su manera de pensar es la misma. Pero el pensamiento de Marx no es igual, porque no es trascendente, porque está fundado en la historia. Hay que continuar aplicando la metodología de Marx, pero teniendo en cuenta las condiciones históricas diferentes. El pensamiento de Marx es creador, y sería estúpido conservar una doctrina que se pretende crítica e histórica. Otra interpretación cualquiera de Marx conduce al dogmatismo. Precisamente, lo que les ha faltado a los partidos comunistas es esfuerzo para realizar la teoría y la práctica de Marx.

Elleinstein: "Es necesaria la unión de la izquierda"

P. A propósito de la teoría y la práctica, ¿por qué la izquierda, la francesa muy particularmente, teoriza tanto y practica tan poco?R. Es cierto que, por tradición histórica sobre todo, la izquierda en Francia corresponde más a un estado de espíritu que a una práctica. Sin embargo, la teoría de izquierdas debe traducirse en una transformación de la sociedad, es decir, en una práctica. Lo que existe es una práctica burguesa de la política. Pero no existe otra solución: o los partidos comunistas son sectas, como ocurre, por ejemplo, en algunos países. nórdicos, o juegan un papel fundamental. Y, en este segundo caso, se convierten en prisioneros de la sociedad burguesa. Por ello es necesaria una nueva manera de concebir y de practicar la política.

P. Recientemente usted declaró que la URSS es el «antimodelo» del socialismo. ¿Podría decirse que la sociedad soviética generada por la Revolución de Octubre no conduce al socialismo?

R. De ninguna manera. La URSS camina hacia el socialismo. Pero, en primer lugar, diré que se abusó de mi expresión: se destacó mucho lo de «antimodelo», pero no lo que manifesté a continuación. Lo que yo he querido decir es que el socialismo en la URSS es un socialismo inacabado, en el que se producen muchas contradicciones. Estas contradicciones son las que hay que abordar para estudiar el problema de la URSS. No se puede caer en el antisovietismo, que consiste en ver sólo lo malo, o en el filosovietismo, que consiste en ver lo bueno exclusivamente. Un ejemplo claro son los disidentes, que son víctimas de la falta de libertad de expresión. Ahora bien, no se puede reducir la cultura so iética a los disidentes, porque hay miles y miles de intelectuales que se expresan en la URSS.

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