Holanda no supo ganar la Copa del Mundo
Por segunda vez Holanda no ha sabido ser campeona del mundo. Por segunda vez ha roto el pronóstico ante el equipo que jugaba en casa. Por segunda vez en la historia de los mundiales el título tuvo que dilucidarse en la prórroga y fue en esos minutos cruciales cuando Holanda perdió los papeles definitivamente. Holanda quiso desgastar al adversario en el primer período para acabar con él en el segundo y le salió mal la estratagema. Mal porque en el minuto noventa, Rensenbrick estrelló un balón en la madera. Mal porque el árbitro, señor Gonella, realizó una dirección sutil, pero casera, y fundamentalmente mal, porque no supo imponer sus más y mejores cualidades técnicas. Holanda, en definitiva, no estuvo a la altura de las circunstancias y acabó por caer ante un equipo al que ha movido la fe de victoria desde el primer partido, un equipo que jugó mejor la final y mereció el triunfo.Holanda intentó repetir en la final el mismo encuentro que había hecho ante Italia: ceder terreno deliberadamente para aprovechar su temible contragolpe y definir la cuestión por fortaleza física. Cuando logró el empate casi podía pensarse que le iba a salir calcada la operación, pero esta vez se encontró con un guardameta que las vio casi todas. A Fillol no fue posible meterle aquellos goles de Zoff. Fillol hizo las dos paradas que todo guardameta de talla internacional ha de realizar en un partido: un remate de Rep que desvió por encima del larguero y un chut a dos metros de Rensenbrick que despejó con los pies.
Holanda tuvo que apretar de firme en la segunda parte para poder lograr la igualada, y ésta llegó cuando sustituyó al casi inoperante Rep y colocó en el centro de la delantera a Nanninga. Para conseguir equilibrar el partido Holanda tuvo que recurrir a la arriesgada operación de montar un ataque con cuatro hombres, a base de W. van de Kerkhof, Nanninga, Neeskens y Rensenbrick. El adelantamiento de líneas le proporcionó una mayor presión sobre el marco de Fillol, pero le resultó difícil llegar con la jugada hecha porque Argentina, mucho más precavida, dejó por delante a menos hombres y se batió bravamente en todas las parcelas del terreno.
René van de Kerkhof salió a jugar lesionado y aunque puso algún empeño no arriesgó lo suficiente para burlar a Tarantini. Rensenbrinck, siempre estrechamente vigilado por Olguín, no pudo escurrirse en el área enemiga con la precisión necesaria y de ahí que Holanda tratara de encontrar el hueco por una zona en la que Passarella las daba todas y además se encontraba con fuerzas suficientes para irse hacia adelante en busca del remate de cabeza.
Argentina sacrificó a sus tres hombres punta Bertoni, Luque y Ortiz y a Houseman, sin el suficiente apoyo, pero Holanda no tuvo más remedio que dejar a Brandts siempre pendiente de Luque ya Poortvliet y Jansen pegados a las bandas sin demasiadas opciones para subir el balón en apoyo de los extremos. El gran esfuerzo holandés estuvo a cargo de Krol y los centrocampistas, y éstos acabaron por fallar en la prórroga porque en la segunda parte los hombres de la zona media argentina habían sufrido un menor desgaste al preocuparse más por destruir que por crear juego.
Argentina tuvo la serenidad necesaria para aguantar los momentos de apuro y en cambio Holanda perdió los papeles. El encuentro, que fue bronco y copero como los de la antigua usanza, invadió en algunos momentos los terrenos de la violencia. Los malos modos, en un principio, estuvieron de parte argentina en pequeños incidentes; la dureza excesiva la protagonizaron los holandeses cuando perdida la ocasión de ganar y con fallas en su fortaleza física, intentaron remediar por las malas lo que no supieron hacer por las buenas.
Holanda especuló demasiado. Holanda pretendió ganar el partido de una manera que no es la suya característica. A Holanda le va el juego de largos desplazamientos a los espacios libres y ataques en tromba sobre el área contraria. Cuando lo hizo logró descolocar a los defensores albiazules. Una Holanda que pretende estar agazapada para saltar sobre la presa en momentos contados no es la Holanda que todos conocemos. Una Holanda que permite que Kempes juegue a sus anchas no está bien dirigida, una Holanda que recurre al bombeo de balones sobre el área es una selección más. Holanda se sumió en la vulgaridad porque renunció a parecerse a sí misma.
Argentina, con gran bravura, con el apoyo del público, y sus auténticas posibilidades expuestas al máximo se proclamó campeona del mundo. Argentina ganó la copa, pero sin contar con una selección histórica. Así fue.
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