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Argentina'78

Holanda mandó en la segunda parte, pero se hundió en la prórroga

Argentina ganó su Mundial. La historia de 1974 en la República Federal de Alemania, entre el equipo anfitrión y Holanda, se repitió aquí, en este país, que necesitaba mucho más vencer fuera del terreno que en el propio césped. La mediocridad del nivel general -incluso reflejada en el último partido- le permitió alcanzar el título por primera vez en su historia. Holanda, un rival que era considerado favorito lógico, sólo mandó en la segunda parte. Tras el gol del empate que forzaba la prórroga, pudo incluso ganar al estrellar Rensenbrink un tiro en el poste, pero en el tiempo suplementario Argentina resistió físicamente más que Holanda y volvió a surgir el goleador Kempes para salvarla. Obtuvo el segundo tanto haciéndolo todo y colaboró en el tercero. De paso, se coronaba máximo realizador del torneo. El ha sido de los pocos campeones de un torneo devaluado. Los números no engañan, en esta ocasión de la final y demuestran que el partido tuvo tres tiempos muy delimitados. Argentina dominó en la primera parte y en toda la prórroga. Holanda, sólo durante la segunda parte; el nuevo campeón venció así 2-1 ó 3-1, como el mismo resultado final, si se cuentan los dos tiempos de la prórroga.

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En cuanto a disparos de ambos equipos, los datos también son significativos. Dirigidos a la puerta, bien sean parados por los respectivos guardametas o desviados por un córner, fueron: cinco para Argentina en la primera parte, por cuatro de Holanda; cero -todo un índice- y ocho -completa superioridad- en la segunda; seis -cambio de panorama- y sólo uno de los holandeses en la prórroga. Naturalmente, en estos números están incluidos los cuatro goles. 3 Disparos fuera, que indican la mejor calidad holandesa en buscar la portería rival fueron: tres de Holanda, uno en cada uno de los tres tiempos, por cuatro, dos y ninguno en la prórroga -donde sentenció el partido- de Argentina. De cualquier forma, al contabilizar las ocasiones con más peligro de gol, la ventaja argentina disminuye, pues en la primera parte, pe se al dominio local, Holanda tuvo tres por sólo cuatro de Argentina, descontado el gol. A los cinco minutos un cabezazo de Rep, a saque de falta de Haari, rozó el poste derecho. A los veintisiete, Filliol desvió a córner otro remate por al to del mismo Rep, a centro de Jansen desde la derecha. Y a los 44, de nuevo Fillol salvó en su salida, esta vez con el cuerpo, un remate raso de Rensenbrinck. Por parte Argentina, a los veinte, un indirecto sacado por Ardiles, en corto, lo re mató Kempes rozando el poste derecho. A los veinticuatro, un centro pasado desde la derecha efectuado por Olguín no lo cortó Krol y empalmó un poco alto Passarella. A los treinta, Galván dio un gran pase a Bertoni, que tiró desviado del poste izquierdo cuando estaba completamente solo, pues la defensa holandesa había jugado mal al fuera de juego. Y a los 43 -cinco después del gol de Kempes-, otra falta sacada por el valencianista la cabeceó. Passarella demasiado centrado, pero también solo, pudiendo así parar Jonbloed.En la segunda parte, además del gol en el minuto 81, Holanda tuvo dos ocasiones más de peligro entre sus disparos a puerta. A los 53, Fillol detuvo con apuros un fortísimo tiro de Haari, y a los noventa, último minuto, el poste derecho salvó a Argentina de la derrota por un tiro de izquierda de Rensenbrink. En realidad el extremo holandés fue la gran decepción de la final, como el sustituido Rep. No aprovechó sus dos únicas ocasiones y dejó huérfano el contraataque de su equipo, tanto en la primera parte como en la prórroga, cuando Argentina impuso su ritmo. En la segunda, al tomar las oleadas naranjas la iniciativa, sólo buscaron la cabeza de Nanninga para encontrarla. René van de Kerkhof fue el que más cumplió en el ataque.

Argentina, que no había tenido ninguna ocasión de gol tras el descanso, devolvió la moneda a los holandeses, nulos en la prórroga. A los 101 minutos, Houseman, sustituto de Ortiz, se internó solo, en posición algo dudosa, y Jongbloed paró con muchos apuros en su salida. Fue el anticipo del segundo gol de Kempes, marcado a los 104, como lo iban a ser otras dos escapadas en solitario de Houseman - 111 - y Luque - 112-, antes del tercer tanto de Bertoni, a los 114 Houseman tiró al lateral de la red y Jorigbloed desvió a córner el tiro de Luque.

Córners, fueras de juego y faltas

Ambos equipos lanzaron seis córners a lo largo del partido, aunque su orden no coincidió con el dominio temporal argentino en la primera parte. Los saques de esquina sólo fueron entonces producto de contraataques, y buena prueba de ello es que Argentina sacó dos -minutos 35 y 36- por tres de Holanda -17, 27 y 41-En la segunda parte, en cambio, que ,dominó más Holanda, hubo ya la ventaja suya. El equipo campeón botó uno a los 56 minutos, y el subcampeón, tres, a los 47, 68 y 82 En la prórroga, los albicelestes sacaron tres -100, 111 y 112- por ninguno de los naranjas.

En cuanto a los fueras de juego y a las faltas, llegamos al punto del mal arbitraje, que favoreció a Argentina. Realmente no fue una novedad, pues todo el torneo ha sido lo mismo y la condición de local ha privado en bastantes detalles. Por algo Holanda se ha tenido que conformar con dos subcampeonatos seguidos, al jugar obligatoriamente en campo contrario.

Al equipo de Happel se le señalaron nueve fueras de juego -cuatro en la primera parte, dos en la segunda y tres en la prórroga-, dos de los cuales, por lo menos, no eran. Concretamente durante los primeros 45 minutos, detalle que coartó aún más el pobre contraataque holandés. A Argentina, en cambio, se le señalaron sólo seis -2, 1 y 3-, todos justos, y se «escapó» algún otro dudoso.

El capítulo de las faltas fue quizá el más significativo. Sin que afecte sustancialmente a la superioridad de un equipo, sí influye en su rendimiento, al interrumpirle su rítmo. Holanda jugó con fuerza, pero también Argentina, y el re-parto de las infracciones fue exagerado en su contra. Se le señalaron 47 faltas - 18, 19 y 10- por sólo veintiocho - 16, 6 y 6-, cerca del doble, pues, de Argentina. Al menos, seis faltas holandesas no lo fueron, y aunque Gonella las señaló sólo en el centro del campo, fue suficiente para perjudicar. Además, el colegiado italiano, tras la amonestación de Krol, por una entrada a Bertoni, no vio a continuación el codazo de éste a la boca del estómago de Poortvliet. El defensa holandés no tuvo un día die suerte 7-para su equipo-, pues el árbitro no midió con el mismo rasero las faltas. Le mostró tarjeta por zancadilla a Kempes, pero momentos antes no le había enseñado la roja a Larrosa. El argentino, que acababa de ser amonestado por protestar, le hizo una entrada durísima, que Gonella, complaciente, sólo sancionó con falta. Neeskens acabó con el labio inferior partído, pues Passarella jugó demasiado con los codos y ni siquiera fue advertido.

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