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Jornada musical en Pedraza (Segovia)

Campaña pro restauración del órgano de la iglesia parroquial

El simple aviso de una jornada musical en Pedraza, con el fin de recaudar fondos para la restauración del órgano de la iglesia parroquial, reunió en la histórica villa segoviana a una muchedumbre que puede cifrarse en unas 5.000 personas. El hecho es sintomático del cambio, a tener en cuenta, que se está operando en los hábitos de esparcimiento de nuestra sociedad, puesto que se habían anunciado dos conciertos de música clásica, el primero a cargo de un grupo francés de música renacentista y barroca, y el segundo, por un conjunto español de cámara.

Bien es verdad que las personalidades de Alejandro Masó y de Paco Muñoz, muy ligados a la nueva vida, reconstrucción y amoroso cuidado de la antigua población castellana, y artífices de la jornada, tienen en sí mismas poder amplio de convocatoria, pero la asistencia masiva de segovianos y madrileños, desbordó todas las previsiones de la organización.La cosa había comenzado con normalidad el viernes por la noche con la actuación del Cuarteto Polifónico de Madrid, especialistas en la siempre inagotable música vocal de la España del Renacimiento, pero el sábado alcanzó su fase multitudinaria con Jos conciertos de tarde y noche.

Lleno hasta las almenas

Aunque la temperatura era más bien baja, y el cielo amenazaba lluvia, el viejo castillo gótico que reconstruyera en el siglo XVI don Iñigo Fernández de Ve lasco se llenó hasta las almenas de un público entusiasta dispuesto a aplaudir el arte de Les Sacque boutiers, de Toulouse, que no pudieron venir, siendo sustituidos a última hora por el Conjunto de Metales de Aquitania. Este grupo, cuyos miembros proceden de la Orquesta de Burdeos, dio una lección de buen hacer, espléndidos en sonidos y la difícil afinación. Un repertorio poco frecuentado, a base de maestros italianos, franceses, ingleses y alemanes de los siglos XVI, XVII y XVIII, hizo vibrar al auditorio Desde Jean Joseph Mauret (1682-1738), animador de las Grandes Nuits de Sceaux y precursor de la ópera cómica en Francia, hasta los inevitables Giovanni Gabriell o Henry Purcell, el extenso patio de armas del castillo de Pedraza, que adquiriera el pintor Ignacio Zuloaga y es hoy de sus herederos, cobró vida con la combinación instrumental más adecuada al aire libre y las viejas músicas ideales para un castillo histórico, justamente el que retuvo entre sus muros a los hijos del rey de Francia derrotado en Pavía: Francisco I.

El segundo concierto

Luego, ya a las diez de la noche, dio comienzo el segundo concierto en la iglesia de San Juan, donde Francis Chapelet Y sus organeros trabajan sobre el órgano oetivo de la concentración. Protagonizado por la Camerata de Madrid que dirige Luis Remartínez, presentaba como máximo aliciente el estreno mundial de un concierto para clave y orquesta de Mariana Martínez (1744-1812), que tuvo como solista a la clavecinista de la Camerata, María Teresa Chenlo. El Concierto en la mayor de Mariana Martínez ofrece las características del estilo de esta compositora vienesa hija de españoles: elegancia, delicadeza y gracia dentro de una línea de corte haydniano. Hay, además, en el andante comodo, giros propios de la música española del siglo XVIII, que seguramente conoció a través del padre Martini, gracias a cuya influencia ingresó la Martínez en la Academia Filarmónica de Bolonla el 27 de mayo de 1733. El diploma de su nombramiento habla de su aliento genial, la nobleza de la expresión y la asombrosa precisión de sus composiciones.

La Canerata de Madrid, que ofreció, además, dos excelentes versiones de una Suite. de Telemann y un Concerto grosso de Hándel, acertó con el espíritu leve y gracioso de Mariana Martínez, recreando su Concierto con autenticidad, a la que contribuyó grandemente la clavecinista María Teresa Chenlo.

La orquesta, fuera, y el frío intenso

Se había quedado tanta gente en la calle que se pensó repetir el concierto de la Camerata. Pero la parroquia de San Juan no podía dar cabida a cientos de personas allí congregadas y se pensó en sacar la orquesta a la plaza Mayor, una de las más bellas de Castilla, iluminada por miles de velas, como todo el pueblo. Así se hizo, mas el frío intenso afectó a la afinación de la Camerata, rompiéndose incluso las cuerdas de algunos instrumentos. No obstante, la gente, sentada en el suelo en incómoda postura, atendió lo mejor que pudo la breve intervención de la orquesta madrileña, que no pudo seguir tocando, finalmente, a pesar de su buena voluntad.

De todas formas, Música en Pedraza ha constituido un éxito memorable. Habrá órgano, seguro, el año próximo y, estamos convencidos, una ampliación del programa, ayer casi un Villalar musical.

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