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El programa de acción concertada de la OCDE / 2

El paro en el mundo occidental no podrá corregirse antes del 1985

Antes de 1985 no se podrá conseguir una situación próxima al pleno empleo en los países de la OME, según los informes discutidos en la reciente reunión de ministros e finanzas de la organización. Incluso para que se llegue a la situación de pleno empleo, los expertos consideran que desde 1979 debe producirse un crecimiento de la economía del orden del 5% acumulativo.

Los países industrializados no podrán aproximarse a su objetivo de lograr el pleno empleo en 1980, tal y como habían previsto hace dos años en las reuniones de política económica a medio plazo de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico).Esta es una de las conclusiones más claras a que han llegado las naciones industrializadas en la última reunión de dicho organismo internacional, de acuerdo con las cuales será necesario resolver importantes problemas económicos en los próximos años y tomar nuevas decisiones políticas en lo que se refiere al crecimiento a medio plazo de las economías occidentales.

Crecer al 5 %

La mayor parte de los Gobiernos han renunciado ya a situar la tasa de paro a los mínimos niveles que se habían logrado en los años sesenta y setenta, porque en muchos casos estos niveles de desempleo llevaban aparejados tensiones económicas importantes.

Las últimas previsiones del organismo internacional señalan que hasta el año 1985 no se podrá alcanzar el objetivo de aproximarse al pleno empleo, es decir, hay un retraso de cinco años en el logro de la estabilidad laboral que se pretendía hace dos años. Para llegar al año 1985 con un nivel de paro reducido, próximo al pleno empleo, las economías occidentales tendrán que crecer inexorablemente de forma más rápida que en estos últimos años, cifrándose tal crecimiento en un porcentaje del orden del 5% de media anual a partir de 1979, a menos que se reduzca el aumento gradual de la productividad.

Los representantes de los Gobiernos subrayaron, durante su última reunión de París, que era deseable seguir un Sendero de crecimiento que reduzca progresivamente el paro sin disminuir la productividad.

Pero las políticas a medio plazo entre los países de la OCDE plantean dos tipos de riesgos que los expertos de la organización han analizado estos últimos tiempos. Por una parte, los riesgos que sobre la situación social y económica provocaría la persistencia de un ritmo lento de crecimiento económico, así como sobre la situación de subempleo de los recursos económicos de los países miembros. En segundo lugar, las dificultades que se plantean para llevar a cabo reformas y cambios de orientación y de instituciones que se habían desarrollado para eliminar los obstáculos que se oponían a un crecimiento más rápido de la economía.

Los peligros del crecimiento lento

Seis son para la OCDE los peligros que se derivarían de un crecimiento más lento de la economía de los países desarrollados.

En primer lugar, la forma de luchar contra el paro en una economía de libre mercado. El nivel de desempleo, incluso con hipótesis relativamente optimistas en cuanto al crecimiento económico futuro, seguirá siendo bastante elevado, según las previsiones de la OCDE, con relación al pasado, al menos durante un cierto tiempo, principalmente entre los jóvenes y las categorías laborales menos favorecidas.

En el caso de que la tasa de crecimiento sea más débil aún que en el pasado, el paro aumentará todavía más, a menos que se adopten medidas importantes. bien para reducir las aportaciones de mano de obra que favorezcan un descenso en la tasa de actividad y una reducción en la duración del trabajo, o bien estimulando los sectores en los que la productividad es tradicionalmente débil. Pero medidas de este tipo serían de difícil aplicación en el contexto de una economía de mercado.

En segundo lugar, un ritmo de crecimiento lento terminaría por alterar la productividad y la tasa de crecimiento potencial. El problema de paro se vería atenuado a costa de renunciar a una parte de la riqueza que los países de la OCDE podrían haber creado en otras condiciones. Esto lleva a preguntarse si sería oportuno sacrificar la creación de riqueza, dadas las demandas de progreso social que se manifiestan actualmente en los países miembros y los imperativos de desarrollo económico mundial.

Los cambios estructurales

En tercer lugar, el crecimiento lento provocará solicitudes de protección y demandas de ayudas especiales a la exportación, por lo que será difícil que los Gobiernos consigan reisitirse a la tentación de generalizar su intervencionismo de todo tipo, sobre las economías. Este fenómeno se registra de forma más intensa en algunos países de la organización, cuyos problemas de adaptación a los cambios estructurales son bastante difíciles.

Tampoco está nada claro, a juzgar por las opiniones de los expertos de la organización, que el ritmo de crecimiento lento sea capaz de conseguir una estabilidad en los precios. En condiciones económicas de menos crecimiento, la renta personal tiende a caer por debajo de lo que actualmente se considera previsible y deseable. Esta evolución puede suscitar antagonismos entre algunos sectores sociales, que relanzarían la inflación. Y como en estas condiciones va a ser muy difícil incrementar los beneficios, las presiones inflacionistas se exacerbarán, al aparecer estrangulamientos en la economía como consecuencia de la debilidad de las inversiones.

El proteccionismo de los ricos

En quinto lugar, una etapa de lento crecimiento económico y las actitudes proteccionistas de los países más industrializados tienen repercusiones graves sobre los países menos industrializados de la organización debido a la estructura de sus exportaciones, problema que ya están padeciendo algunos países miembros de la OCDE. Por lo general, los países menos industrializados de la organización tienen más dificultades en crear puestos de trabajo dentro del país y las posibilidades de exportar mano de obra son bastante escasas en las economías desarrolladas en estos momentos y hasta incluso en cierta medida se están produciendo flujos de retorno hacia el propio país de origen, agravando, así, aún más, la situación de empleo en las naciones menos desarrolladas.

Pero, por otra parte, el imperativo de una necesidad suplementaria de desarrollo para dar trabajo a más mano de obra ociosa en los países menos industrializados ha coincidido con un notable empeoramiento de sus balanzas de pagos porque las remesas de los emigrantes se han reducido, los factores energéticos se han incrementado de forma considerable y los ingresos exteriores son inferiores a los años anteriores a la crisis. Además, estos países, a diferencia de sus vecinos ricos, tienen graves dificultades para crear y movilizar el suficiente ahorro interior y exterior con el que financiar el esfuerzo inversor necesario e indispensable para crear el número de puestos de trabajo necesarios. Por todos estos motivos, el desarrollo de los países menos ricos de la OCDE corre el peligro de verse seriamente amenazado si coincide con un entorno económico internacional caracterizado por la debilidad del comercio mundial y por políticas comerciales de signo proteccionista.

En un clima de este tenor, las pérdidas que sufren estos países debido a la disminución de sus exportaciones de mano de obra no tienen demasiadas posibilidades de ser compensadas por un aumento de sus exportaciones de productos y un incremento de sus importaciones de capital.

Finalmente, las relaciones Norte-Sur corren el peligro de verse deterioradas por la incidencia del lento crecimiento de la OCDE de los gastos exteriores, lo que equivale a menos posibilidades de desarrollo para los países menos industrializados.

Pero si los problemas que plantea el lento crecimiento de conjunto de la OCDE y, en particular, de algunos de sus países miembros, son graves y ponen en peligro, entre otras cosas, el nivel de bienestar al que aspiran los países pobres, un ritmo de crecimiento más fuerte plantea, a su vez, también numerosos problemas, cuya entidad han analizado los expertos de la OCDE.

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