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Creciente descontento popular por la gestión del Ayuntamiento de Valladolid

El descontento existente en asociaciones de vecinos, partidos políticos y centrales sindicales de Valladolid ante la gestión municipal llevada a cabo por el alcalde, Manuel Vidal, culminó con una reciente manifestación, a la que asistieron 10.000 personas.

Junto a gritos como No a la especulación, Planes parciales populares o Viviendas sociales para el trabajador, se profirieron insultos para el alcalde (Alcalde chatarrero, pájaro de mal agüero) y se pidió insistentemente la dimisión de la Corporación Municipal, una Corporación en la que sólo permanecen doce de los veintiún concejales que la integraban. Los restantes, por abandonos, jubilaciones, enfermedades y expulsiones, ya ni pisan por la casa consistorial.La grave situación por la que atraviesa el Ayuntamiento vallisoletano, incubada desde hace mucho tiempo, se agudizó en enero, cuando un grupo de capitulares, encabezados por el señor Vidal García, se opuso a que se reunieran en el Ayuntamiento una comisión de partidos políticos y comisiones de vecinos. Por aquellas fechas era alcalde accidental Manuel María Jiménez, sustituto del señor Fernández Santamaría, en baja por enfermedad. Parecía que soplaban vientos liberales, pero los concejales azules no estaban dispuestos a permitirlo. «Que se reúnan aquí los partidos -dijo Manuel Vidal-, bien; que reciban además a comisiones del pueblo fiel, no.» Los capitulares convocaron un pleno extraordinario y lograron que una reunión entre partidos y taxistas no se celebrase en la Casa Consistorial. Su argumento fue tajante, el Ayuntamiento está legalmente constituido. Las urgerencias de los vecinos habrán de ser hechas ante la Corporación o sus comisiones y no ante entidades de otra naturaleza.

Varios días más tarde, el 6 de febrero, Manuel Vidal fue nombrado alcalde de Valladolid. Comenzaba una nueva etapa, etapa presidida por el progresivo distanciamiento y enfrentamiento entre Ayuntamiento y vecinos, que culminó en la manifestación del pasado sábado.

Manuel Vidal se marcó dos tareas urgentes: paliar el déficit de seiscientos millones que arrastra el Ayuntamiento vallisoletano y crear suelo urbano. Precisamente esta segunda misión le ha granjeado las antipatías de todos los barrios de la ciudad. La solución adoptada por Vidal, dar salida a una serie de planes parciales, polémicos, fue rechazada de plano por los vecinos. Delicias, La Rondilla, Zona Sur, Cañada de Puente Duero y otros barrios locales temen perder los escasos terrenos que poseen actualmente sus zonas para subsanar el grave déficit de equipamiento social que padecen. El Plan Ribera de Castilla, proyectado en La Rondilla, es el que más ha dado que hablar de todos. «En sí no es malo, indican miembros de la asociación familiar de la barriada, pero nos quedamos sin la única zona donde se podrían construir los colegios, jardines, centros sanitarios, etcétera, que precisa un barrio de más de 50.000 habitantes, donde se han cometido los mayores atropellos urbanísticos.»

Pese a todo, el 31 de mayo, en un pleno sorpresa que se celebró a las nueve de la mañana para evitar la presencia de vecinos, el alcalde sacó a debate varios planes parciales. A excepción del Ribera de Castilla, que fue devuelto a la comisión, todos los demás se aprobaron sin oposición.

A partir de ese momento, las asociaciones de vecinos cerraron filas y gestionaron inmediatamente la celebración de una manifestación.

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