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Reportaje:

Un poblado veraniego de Huelva, de institución ejemplar a clandestino

El poblado de Arroyo del Caballo -al que actualmente sólo se puede entrar de modo furtivo, burlando la vigilancia policial que impide el paso por la entrada principal- vino a sustituir años atrás al antiguo campamento de Rancheros instalado tradicionalmente a orillas del mar por numerosas familias de escasos recursos económicos y abundante prole, procedentes de Huelva, Sevilla y otras poblaciones. Este campamento fue levantado hace diez años por decisión de la mancomunidad, que cedió los terrenos para urbanizaciones surgida al calor del desarrollo turístico.

Cuando el Ayuntamiento colaboraba

Fue el mismo Ayuntamiento de Moguer el que ofreció entonces a los propietarios de estas viviendas estacionales su traslado a las dos hectáreas de terreno arenoso situadas en el montículo Arroyo del Caballo, algo más alejado de la playa que su anterior ubicación. También fue el Ayuntamiento el que construyó la carretera de acceso al nuevo campamento, visitado y elogiado como institución ejemplar por las autoridades de entonces y amparado por la asociación provincial de familias numerosas de Huelva, con la que los vecinos romperían en 1975.Desde entonces los moradores han estado pagando religiosamente tasas y contribuciones de todas clases, licencias de obras y otras exacciones tributarias (fotocopias de numerosos recibos obran en poder del corresponsal de EL PAIS) que, lógicamente, han ido a parar a las arcas municipales de los dos pueblos de la mancomunidad, que ahora pretenden «descubrir» el carácter ilegal y clandestino del poblado. Los vecinos se extrañan de este cambio de opinión de los ayuntamientos, que ya en los dos últimos años venían denegando los permisos para seguir construyendo en el lugar.

Los propios habitantes, obreros agrícolas e industriales, se lo han hecho todo, desde allanar y endurecer las dunas, hasta abrir los pozos de agua, y sobre todo, construirse unas viviendas modestas y muy adecuadas al entorno natural (por ejemplo, no se ha talado un solo pino, hasta el punto de que algunos se encuentran en el interior de las casas). «Nosotros consideramos que son todo un modelo de arquitectura popular y espontánea, de gran belleza», comentó a EL PAIS José Ramón Moreno, decano del Colegio de Arquitectos de Huelva, que está dispuesto a certificar la plena habitabilidad del poblado.

Se trata de casas livianas, construidas a base de madera y fibrocemento, ordenadas en calles y dotadas de un gran sentido del color. Se da la circunstancia también de que el camping resulta el lugar ideal para las vacaciones de los pequeños, entre los que hay varios minusválidos y subnormales, que encuentran allí el espacio adecuado para sus juegos y esparcimiento. Nunca han padecido ningún incendio y en cuan lo a las condiciones higiénicas, todas cuentan con su fosa aséptica, y además, en los pozos el agua es suministrada a diario por un camión-cisterna. «Si aquí no hay higiene, ¿qué es lo que hay en tantos y tantos pueblos y barrios de Huelva?», replica un vecino.

El alcalde, dispuesto a arrasar

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La contrapartida que ofrece el Ayuntamiento de Moguer a su expulsión -«Si de mí dependiera lo hubiera arrasado ya», ha dicho su alcalde, Francisco Pérez Serrano- es el traslado del campamento a otros terrenos de propiedad municipal, a más de dos kilómetros de la playa y clasificados como zona verde. Para los moradores, toda esta actuación va encaminada a construir en Arroyo del Caballo chalets para los técnicos y ejecutivos de alguna gran empresa química instalada o a punto de instalarse en el polo de desarrollo onubense. Aunque todavía no tienen pruebas...El senador socialista José González ha visitado recientemente al nuevo gobernador civil ,-fue su predecesor quien ordenó la clausura del campamento para pedirle la revocación de la orden- y los moradores van a constituir en los próximos días la comunidad de propietarios de casetas de Mazagón para gestionar organizadamente la defensa de sus intereses.

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