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Reportaje:

Reacción en Italia a favor de la profesora que enseñaba "obscenidades"

Juan Arias

En Italia, donde los quioscos se llenan de revistas pornográficas y donde la publicidad de los cines ha acostumbrado a los niños a no asustarse ante nada, una profesora de dibujo en un colegio de bachillerato está, desde hace unos días, en la cárcel, acusada de «difundir material obsceno» entre sus alumnos, tras una operación fulminante, que duró veinticuatro horas, y que puede agravarse con un juicio «por la vía rápida». Es una historia que escandaliza e indigna al mundo intelectual y a la gente sana de la calle.Gabriella Capodiferro, 36 años, felizmente casada, con dos hijos de siete y tres años, profesora de dibujo para bachilleres de segundo año (quince y dieciséis años), con varias exposiciones de pintura a sus espaldas y críticas muy positivas profesora progre, de ideología radical-socialista, convencida de la necesidad de una «cultura alternativa» en una escuela que en vez de formar deforma a los alumnos, organizó con un grupo de siete de sus muchachos (cinco chicas y dos chicos) un estudio acerca de «sexo y comunicación de masas». Se trataba de desenmascarar el mercado de la pornografía. La idea fue aceptada por los padres de los chicos. El director del colegio no se opuso. Los jóvenes empezaron a trabajar con entusiasmo. Recogieron por su cuenta material de revistas para la mujer, para la pareja, y para hombres solos. Recortaron una serie de fotografías de estas revistas «que compramos en los quioscos», dicen los chicos, e hicieron un collage sobre unos cartones grises. Con la ayuda de la profesora y con material recogido en artículos de periódicos redactaron un estudio acerca de la explotación de la pornografía en la sociedad moderna. En verdad que algunas fotografías podían hacer sonrojar a algunas profesoras «beatas» y solteronas, sobre todo las que se referían al amor de grupo y al coito oral, pero como dijo Gabriella al magistrado: «Lo que no queréis reconocer es que estos jóvenes son distintos a ustedes. Todas estas cosas las conocen y no les turban. » El mundo progresista de la enseñanza, a través de toda la prensa, ha recordado que la educación sexual no es una lección fría de anatomía, sino un conocimiento crítico y real del momento actual. Y se preguntan por qué los jueces meten en la cárcel a quienes intentan defender a los jóvenes de los halagos de la pornografía y dejan los quioscos abarrotados de obscenidad y permiten la compra a los menores de edad.

Quizá esta historia se explica porque ha sucedido en Pescara, ciudad de los Abruzos, reino del fiscal general Ugo Bartolomei, un reaccionario del sexo, el mismo que condenó películas de alto valor cultural, como Más allá del bien y del mal, de Liliana Cavani, y 1900, de Bertolucci. Quiso incluso condenar a una turista porque paseaba en pantalones cortos estrechos. En la cárcel de San Donato, junto con los rateros y algunas prostitutas encallecidas, la profesora de dibujo no ha dado señales de nerviosismo. Más nervioso se halla el magistrado, porque la historia se le está complicando, ya que los siete alumnos de Capodiferro han defendido con gran entereza a su profesora: «Las revistas las compramos nosotros. Son las mismas que se pueden leer en las barberías. No hemos hecho nada de malo. Sólo hemos condenado una pornografía que vosotros dejáis vender bajo cuerda.» ¿Meterá en la cárcel a los siete muchachos? Pero hay algo más. Ante el magistrado se han presentado los padres de estos jóvenes defendiendo a sus hijos y a la profesora: «No han cometido ningún delito. Ya no son niños. Es mejor que estas cosas las estudien y las critiquen con personas serias que no que las lean morbosamente en los retretes.»

El escritor Giulio Nascimbene escribió ayer, en el primer diario italiano, Corriere della Sera: «Es necesario alargar el concepto de lo obsceno, porque obsceno podrían serlo también ciertas declaraciones de rentas. Vista la situación y el episodio de Pescara podría ser un primer paso para obtener, en nombre de la obscenidad, un poco más de justicia.»

Los más indignados son los socialistas. Enzo Bartocci, miembro de la dirección y responsable de enseñanza del Partido Socialista, hizo inmediatamente una protesta al presidente del Gobierno y a los ministros de Enseñanza y de Justicia También los comunistas se han demostrado desconcertados. Y el catedrático de Antropología Cultural de la Universidad de Florencia, escribió: «La decisión de la Magistratura constituye una violación intolerable de la libertad de enseñanza y del deber del profesor de abrirse a los problemas más actuales y más vivos de nuestra sociedad.»

Ahora que se ha movilizado a la opinión pública, los compañeros espías que denunciaron a la profesora de dibujo al director del colegio empiezan a dar marcha atrás. Dicen que no se imaginaban que el juez la iba a meter en la cárcel, y han firmado un documento en el cual se expresa «completa estima y afecto por Gabriella Capodiferro, por su rigor moral, por sus cualidades intelectuales y artísticas, por su preparación profesional, su sensibilidad educativa y su capacidad didáctica.»

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