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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Motorismo y ruido

En relación al artículo aparecido en el periódico EL PAÍS del día 3 de junio «El motociclismo y la ecología enfrentados» se pueden hacer bastantes observaciones.1. Los ecologistas -entre quienes me encuentro-, y en relación al motorismo, no tememos tanto la polución del aire que originan como el ruido.

2. En lo referente a este extremo se puede afirmar que, aparte del ruido, inevitable, se produce otro que sí es evitable, pero que los motoristas no desean evitar. Se complacen en el ruido, ya que las motos que producen menos ruido, según es fácilmente comprobable, se encuentran en el mercado y en todos los tamaños, grandes y pequeñas, y si es preciso se podrían dar perfectamente marcas.

Pero el ruido forma parte «del folklore» del motorista, que no es necesariamente un deportista, así como la forma de las vestimentas de astronauta que exhiben la mayor parte, normalmente sin ninguna necesidad.

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Todo ello, evidentemente, «desgasta la agresividad» y da salida a otros complejos de héroe que se pueden estudiar en cualquier libro de psiquiatría.

3. Los argumentos que dan los directores de la federación, a quienes se ha entrevistado para dicho artículo, no pueden ser más peregrinos: aparte del de la agresividad hay otros, como que da trabajo a la industria, el monte es de todos, que hay otras cosas que perjudican más a la naturaleza, etcétera.

Todos estos argumentos se contestan por sí solos. ¿Cuántos van en moto haciendo ruido y cuántos los tenemos que soportar?

Si la industria se tiene que sostener fabricando motos, lo lógico es que las fabriquen de las que no hacen ruido, bien perfeccionando los sistemas, o bien utilizando ya los procedimientos que hay para que sean silenciosas.

El monte y la sierra son de todos, pero cuando nosotros vamos por el monte vamos silenciosamente, sin molestar a nadie, a pie, y, por tanto, lo que deseamos es que los demás hagan lo mismo, ya que las motos no solamente destrozan el bosque, sino que nos molestan con sus ruidos.

Indudablemente, la culpa la tiene la autoridad. Protestamos de no tener una legislación clara y que se, pueda aplicar debidamente y que no exista la adecuada vigilancia.

Los alcaldes se ven imposibilitados de remediar el mal en las propias poblaciones, tanto las poblaciones grandes como los pequeños pueblos, ya que hasta los cascos de las mismas están invadidos por motos de todo terreno haciendo ruido. Las señales de prohibición de motos en muchos sitios han sido arrancadas y los guardias se ven imposibilitados de cumplir adecuadamente su tarea por los conflictos que continuamente se les crea. ¿Qué pasa con la Patrulla Verde creada en Madrid para proteger de los ruidos? Porque creo que es evidente para cualquier peatón de la ciudad que están pasando continuamente motos a todo gas, y haciendo mayor ruido que los coches y que los autobuses.

Sin embargo, el ruido es una polución tan importante como la del aire. Me remito al último número del Correo de la UNESCO, de abril de 1978, año 31; en su página 9 trae un artículo muy importante sobre los ruidos y un cuadro en el cual, medido en decibelios, resulta que un avión de reacción, a distancia media o al aterrizar, produce de 98 a 102 decibelios, en tanto que una motocicleta, a siete metros y medio, produce 91 decibelios, lo que quiere decir que no hay que menospreciar tanto el ruido de las motos.

Desgraciadamente, no creemos en el civismo de la gente, ni en los remedios de las autoridades, y, por tanto, somos unos escépticos del éxito que puedan tener las medidas que se tomen. En particular, y con referencia a lo que dicen en dicho artículo, puedo decir que habiendo sido alcalde de un pueblo de la sierra, y habiendo ofrecido terrenos para montar un circuito para motos, ha sido rechazado, y que, más en particular, las motos que atraviesan hoy continuamente, los fines de semana, el pinar de la sierra de Guadarrama, lo hacen, al parecer, innecesariamente, puesto que en el propio Cercedilla existe un circuito para motos, y, sin embargo, pasan docenas de éstas, sin que nadie lo impida, por todas partes.

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