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La crisis del Cantábrico, originada por presuntas irregularidades financieras

La querella criminal presentada por el Banco Cantábrico, actualmente en manos de la Corporación Bancaria, contra su anterior presidente Alfredo Calle, tiene su origen en la presunta apropiación indebida de fondos y falsificación de documentos oficiales, cometidos por el anterior máximo responsable de dicho banco.

Según fuentes solventes consultadas por EL PAIS, la intervención del Banco de España se aceleró durante un fin de semana del mes de febrero, después de que los inspectores del banco emisor que realizaban en el Cantábrico una investigación rutinaria, tuvieron sospechas muy fundadas de que se estaban produciendo «cosas muy raras» entre el Banco Cantábrico y algunas sociedades estrechamente relacionadas con el presidente, señor Calle. Las mismas fuentes se han negado a precisar la cantidad exacta que habría salido en aquellas fechas del Banco Cantábrico, pero fuentes, próximas a este último manifestaron que se trataría de, al menos, cien millones de pesetas.

Avales

En aquellos momentos, el banco concedió también avales a múltiples sociedades, según se nos ha informado en medios solventes.

Al observar estos procedimientos, el Banco de España sugirió al presidente del banco, señor Calle, que solicitara la intervención oficial del banco emisor para evitar un posible hundimiento de esta institución bancaria. A consecuencia de las conversaciones que se desarrollaron durante esos días, Alfredo Calle llegó a un acuerdo con la Corporación Bancaria -empresa creada poco tiempo antes, con participación de casi todos los bancos privados y del Banco de España, al 50 %-, mediante el cual las acciones representadas por el presidente, Alfredo Calle, que suponen el 62 % del capital social del banco, fueran vendidas a la Corporación Bancaria, a un precio simbólico de una peseta por acción. Este precio sería revisable con posterioridad, una vez se hubiera realizado la auditoría independiente que se lleva a cabo en estos momentos y que aún no ha concluido. Una vez realizado el peritaje del balance del banco, se realizaría una valoración exacta de las acciones, tras lo cual los antiguos propietarios de este 62 % recibirían un precio por sus acciones más ajustado al valor real de las mismas.

Fuentes próximas al Banco de España han manifestado a EL PAIS que difícilmente se puede alegar la existencia de presuntas coacciones sobre el presidente del Banco Cantábrico para que vendiera sus acciones en la forma en que lo hizo, ya que, por una parte, la situación del Cántábrico era insostenible y, por otra, si hubiera existido tal coacción, la Corporación Bancaria hubiera podido comprar, de forma definitiva, las acciones en cuestión a un precio bastante bajo y probablemente inferior al que tenga que pagar en su día, cuando se conozca el valor real de estas acciones como consecuencia de la auditoría que se realiza actualmente.Las mismas fuentes han señalado que Alfredo Calle reconoció la gravedad de la situación en aquel momento y aceptó el procedimiento de valoración provisional.

Compra especulativa

El 62 % de las acciones del Banco Cantábrico, representadas por Alfredo Calle, es propiedad de un grupo de ocho empresas que, en algunos medios bancarios, han sido calificadas como de «sociedades ficticias». Este calificativo está basado en el hecho de que entre los administradores de algunas de estas empresas se encontrara un chófer del señor Calle y las esposas de dos empleados del Banco Cantábrico.

Estas sociedades fueron constituidas, al parecer, poco tiempo antes de la compra del Banco Cantábrico al grupo catalán MPI, propietario del Banco de Navarra y protagonista de otro importante quebranto bancario. La compra del Banco Cantábrico por estas sociedades ha sido calificada en varias ocasiones en fuentes bancarias como «altamente especulativa». La reconstrucción posterior de los hechos permite señalar que la cifra pagada por estas sociedades para adquirir el control del banco -más de 1.800 millones de pesetas- procedería de créditos concedidos por el propio Banco Cantábrico a estas sociedades, con lo que Alfredo Calle no habría puesto prácticamente una peseta para adquirir el banco.

Cuando los inspectores del Banco de España presentes en el Banco Cantábrico detectaron posibles salidas de dinero del banco hacia estas sociedades, se alarmaron, según fuentes cercanas al Cantábrico, y llegaron a la conclusión de que el banco no tenía posibilidades de subsistencia sin un decidido apoyo del Banco de España y sin un cambio en los métodos de gestión del mismo, entre otras razones por el exceso de inversión que padecía. En aquellos momentos, el Banco de España, según fuentes solventes, mantuvo conversaciones con vanos bancos, al objeto de estudiar la posibilidad de que alguno de ellos comprara el Cantábrico, pero sólo el Santander pareció interesado en la operación, aunque exigía a cambio la autorización del Banco de España para abrir cincuenta sucursales. Esta pretensión del Santander fue rechazada por el Banco de España, ya que podía molestar a los demás bancos, además de no ajustarse a las disposiciones legales que regulan la expansión bancaria.

Posibilidades de salvación

Desechada esta última posibilidad, el Banco de España planteó la necesidad de la venta del Banco Cantábrico a la recientemente constituida Corporación Bancaria, en las condiciones que señalábamos anteriormente.

El futuro del Banco Cantábrico está, por tanto, en manos de la Corporación Bancaria en estos momentos. Una auditoría independiente procede a realizar un peritaje independiente, con objeto de clarificar el futuro de esta institución.

Fuentes solventes han manifestado que se descarta la posibilidad de una suspensión de pagos, que crearía una desastrosa imagen en el sector bancario en estos momentos, sobre todo en función de las circunstancias que rodean al Banco Coca. No se han producido en el Cantábrico retiradas masivas ni apreciables de fondos por parte de los clientes del banco y la corporación; aparte de esclarecer los balances del banco, está a la espera del resultado de la auditoría, que realiza la firma americana Arthur Andersen. Una vez realizada esta auditoría quedan dos soluciones: o vender el banco a un nuevo propietario, que podría ser el mismo grupo que lo tenía hasta hace poco, o que la corporación asuma una parte del pasivo del Cantábrico antes de realizar dicha venta, parte que iría a parar al seguro de riesgo de depósitos bancarios, creado también hace unos meses con la participación del Banco de España (50%) y de la mayor parte de los bancos privados del país.

Las querellas

Entretanto, las autoridades judiciales tienen en sus manos una querella criminal presentada por los actuales propietarios del Banco Cantábrico contra el anterior presidente del mismo, por los actos que se produjeron los días anteriores a la operación de compra del banco por la corporación bancaria y que serían presuntamente constitutivos de los delitos de apropiación indebida y falsificación de documentos oficiales, este último provocado por la no inclusión en el balance de la sociedad de determinados avales concedidos por el banco.

Por otra parte, ayer se celebró en Calahorra (Logroño) -sede social del banco- la junta general de accionistas, en medio de un notable alboroto, provocado, según las noticias distribuidas por la agencia Efe, por los representantes de las sociedades vinculadas a Alfredo Calle y el propio señor Calle. La junta estuvo presidida por el actual titular del Banco Cantábrico y de la Corporación Bancaria, Aristóbulo de Juan, quien manifestó en el curso de la misma que el banco podrá tener ahora una vida y un desarrollo totalmente normales. «Pueden estar convencidos -dijo- todos los depositantes del banco de que sus depósitos, de pasado y de futuro, están seguros, como en cualquiera de los bancos grandes.»

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