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Un hospital alemán provoca la inapetencia sexual en sus pacientes

Por lo menos 110 pacientes de un hospital del Estado alemán se han visto afectados seriamente en su personalidad tras ser tratados intensivamente, a título experimental, con un preparado farmacéutico cuya base es un alto contenido de hormonas femeninas. Este nuevo escándalo terapéutico empalma con otro sobre el que EL PAIS informó el 25 de junio pasado ampliamente: la castración química en las cárceles alemanas mediante la aplicación del fármaco Androcur, de los laboratorios Schering, a los presos condenados por delitos sexuales.Esta vez los promotores de la campaña no han alegado solamente fines terapéuticos, sino que, por el contrario, han reconocido que se trata de un amplio experimento con un producto aún no reconocido. El objetivo es el mismo que el perseguido con el Androcur: la neutralización de los apetitos sexuales desmedidos en un grupo de delincuentes. Sin embargo, el Cyproteron acetato SH 714 va más allá: su efecto es el de transformar profundamente la personalidad del paciente. Va a la raíz, no a los efectos. Su elevado contenido hormona! de signo contrario a los cromosomas del varón causa en éste efectos de rechazo del sexo femenino y al tiempo altera la personalidad. Para que todo estuviese en regla, los doctores que han aplicado el producto a los 110 pacientes del hospital estatal de Eickelborn, en Westfalia, recabaron antes a quienes se sometieron experimentalmente al Cyproteron una declaración firmada de que aceptaban el tratamiento libremente. A diferencia de los reclusos a los que se inyecta el Androcur, los 110 cobayos humanos de Eickelbom fueron declarados inocentes por los tribunales ante los que comparecieron para responder de su responsabilidad en casos de delincuencia sexual. Los jueces decidieron en cambio que todos ellos deberían quedar sometidos a observación en un centro sanitario del Estado.

El portavoz de la Asociación Hospitalaria de Westfalia, organismo que controla el funcionamiento de los centros sanitarios de la región, Hans Osegge, ha reconocido que la base hormonal de este fármaco «no sólo frena los impulsos sexuales, sino que altera, al menos parcialmente, la personalidad de quien lo recibe». El producto es, según el portavoz, «un buen medio para no tener que recurrir a la castración», posibilidad ésta que reconocen las leyes alemanas para algunos casos de delincuencia especialmente graves. Sin embargo, las normas vigentes, como la ley de productos farmacéuticos, establecen claramente que «ningún medicamento en fase experimental podrá aplicarse en personas que, por determinación de los tribunales o de las autoridades, deban permanecer temporalmente o de por vida en un centro penitenciario».

Apelación al Parlamento

Una comisión de doctores, al frente de la cual figuran Ernest Bornemann y Helmut Kentler, ha denunciado esta práctica del hospital de Eickelborn como «absolutamente escandalosa» y han apelado al Parlamento regional, situado En Düsseldorf, para que se clarifiquen los hechos y se exijan responsabilidades. Según la dirección del hospital, los experimentos se han llevado a cabo con conocimiento del Gobierno de la región y del fiscal supremo de la misma región. El portavoz de la Asociación Hospitalaria ha puntualizado por su parte que «de todas formas, no se trata de recluidos en un penal, sino de pacientes de un centro médico», dando a entender que esto permite una mayor libertad de movimiento a los investigadores.Como en el caso del Androcur, también esta vez se han tenido en cuenta los estudios realizados durante el nazismo sobre los efectos de las 3.800 castraciones practicadas por médicos entre 1934 y 1944. Los tribunales alemanes, sometidos actualmente a una dura crítica, incluso por políticos socialdemócratas, por su dudosa neutralidad, declararon inocente hace un mes a un cirujano que no logró mantener con vida a un recluso sometido a una castración quirúrgica. El paciente murió en la mesa de operaciones por efecto de un paro cardíaco.

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