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El fiscal pide dieciocho años de cárcel para el autor del robo de la catedral de Oviedo

«Pido perdón a los asturianos porque no sabía lo que hacía, pero no comprendo por qué a mí me piden treinta años de cárcel por haber robado aquí y en Zamora, cuando los implicados en Matesa y en tantos otros casos están en libertad.»

Con estas palabras de José Domínguez Saavedra, acusado del robo de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo ocurrido el pasado mes de agosto y los aplausos de un público, joven en su mayoría, que abarrotaba la sala de la audiencia de Oviedo, se daba por terminado, a las tres de la tarde de ayer, el juicio oral iniciado a las once de la mañana.El fiscal, Rafael Fernández, elevó a definitivas sus conclusiones provisionales, consistentes en la petición de dieciocho años de reclusión menor y una indemnización por el robo de dinero y destrozo de las joyas. Por su parte, el abogado defensor, Antonio Masip, solicitó cuatros años de presidio menor para su defendido y una indemnización de 400.000 pesetas, cantidad en la que valoraron los técnicos las chapas de oro no recuperadas. A pregunta del fiscal y de la defensa, José Domínguez, de veinte años de edad, vecino de El Grobe (Pontevedra), delincuente común, pelo largo, gafas de sol y chaqueta de pana negra, confesó haber sido el autor del robo de la Cámara Santa el 9 de agosto de 1977 y del intento de forzar la caja fuerte de la sacristía, pero negó haberse llevado el dinero de los cepillos, que también aparecieron forzados según los canónigos.José Domínguez Saavedra entró en la catedral de Oviedo a las 7.30 de la tarde del día 9 de agosto de 1977, se escondió en una galería desde la que se trasladó por la techumbre a la Torre Romana. Desde allí pasó por una escalera colgante a una antecámara de la Cámara Santa, forzó las puertas de acceso al tesoro y, una vez en la Cámara Santa, desguazó la Cruz de la Victoria, la Cruz de los Angeles y la Caja de las Agatas, símbolos de Asturias.

En la consideración del delito, el fiscal se refirió a la prensa que, con justicia -dijo- lo había calificado como el robo del siglo e hizo una alusión a sus repercusiones en la sociedad asturiana y en todo el país. El fiscal justificó como agravantes del delito la nocturnidad, la doble reincidencia y el lugar del acto por estar dedicado al culto. Sobre el último punto, no se pusieron de acuerdo, por lo que recurrieron al testimonio de varios canónigos, los cuales, tras manifestar que la brillantez del culto había decaído en los últimos años, aseguraron que duran te este año se había celebrado allí una sola misa y que es lugar de veneración de las reliquias. La defensa alegó que se cobra dinero para entrar en la Cámara Santa, por lo que debe ser considerado como museo, tras lo que el caso quedó visto para sentencia.

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