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Fanfani intenta ocupar el puesto de Moro en la DC italiana

Juan Arias

Amintore Fanfani y Aldo Moro eran considerados los dos «caballos de raza» de la Democracia Cristiana. Asesinado Moro, Fanfani, presidente del Senado, se presenta ahora como el «heredero» del ex líder democristiano.

Ya días antes de la aparición del cuerpo de Moro había empezado una actividad febril. Fue el político democristiano que más visitó a la familia de Moro; también atacó duramente al ex ministro del Interior, Francesco Cossiga, y cuando el jefe de prensa de la DC, Umberto Cavina, entró en la sala de reuniones de la dirección democristiana para anunciar a Zaccagnini que se había encontrado el cadáver de Moro, Fanfani estaba criticando al Gobierno. En sus últimos discursos electorales, Fanfani dió a entender además que deseaba recoger la herencia de Moro. «No hay duda», dice el senador de la DC, Adolfo Sarti, de que la nueva «aparición, como siempre frenética, de Fanfani, constituye una de las mayores incógnitas del dopo Moro».El mundo político se pregunta qué está intentando Fanfani con sus continuas críticas al Gobierno Andreotti. Ayer en una misa en sufragio de Moro, organizada por la familia del ex presidente de la DC, en la cual la viuda de Moro leyó una oración compuesta por ella misma, Fanfani estaba en primera fila. En esa oración, la viuda del estadista tuvo palabras muy duras que hoy la prensa interpreta como dirigidas contra la Democracia Cristiana. «Recemos -dijo- por quienes por envidia, ruindad, miedo o estupidez ratificaron la condena a muerte de un inocente.»

Se habla incluso de que Fanfani intenta proponer que los comunistas entren directamente en el Gobierno. Los comunistas no se fían mucho, pero lo escuchan. Lo escuchan porque no cabe duda que hoy es el líder democristiano que tiene mayor historia a sus espaldas. Lo temen porque no se olvidan de que, en sus tiempos, fue uno de los mayores anticomunistas de la DC.

Algunos observadores piensan que en realidad Fanfani lo que pretende es llegar en diciembre al Quirinal, es decir, a presidente de la República, lo que ya intentó otras dos veces sin conseguirlo. En esta ocasión, como en ninguna otra, a la presidencia no podrá aspirar quien no cuente con los votos del Partido Comunista.

Autocrítica comunista

El Partido Comunista hizo ayer una autocrítica de su derrota en esas elecciones. Giancarlo Pajetta, encargado de las relaciones internacionales del PCI, dijo ayer en una entrevista con La Repubblica: «No podemos disimular una cierta sorpresa ante los resultados. » Pero, ¿cómo es posible, se preguntan muchos, que los comunistas, tan atentos a los rumores de la calle, no hayan presagiado lo que estaba sucediendo? Pajetta responde: «Esto demuestra que los cuadros dirigentes tienen contactos con la parte más politizada de nuestro electorado. De este modo se les pueden escapar procesos más profundos.» Gerardo Chiaromonte, el número dos del PCI, afirmó que el resultado de las elecciones no hará cambiar la línea política del «compromiso histórico» al partido. El problema consiste en conciliar el papel de Gobierno con el de oposición: «A mi juicio -dijo- el problema radica en realizar una acción de estímulo, de crítica y, si es necesario, de polémica y de lucha, y a la vez formar parte de una mayoría de emergencia.»

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Nuevos atentados

Los grupos terroristas siguen actuando. Ayer por la mañana la autodenominada Formación de Combatientes Comunistas atacó a balazos en Turín al policía Roberto de Martini. Le dispararon a la puerta de su casa desde una moto pero no lo hirieron. En Sassari, Cerdeña, estalló una bomba a la puerta del diario Nueva Sardegna, que causó graves daños en la imprenta. También en Sassari fue incendiado un coche frente al palacio de justicia y un transeúnte resultó herido.

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