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Brigadas Rojas anuncia la "ejecución"de Moro

Juan Arias

Un nuevo comunicado dramático de las Brigadas Rojas llegó ayer tarde a Roma, Milán, Turín y Génova, casi a la misma hora. La frase que ha corrido en seguida a través del télex y los teléfonos es la siguiente: «Concluimos la batalla empezada el 16 de marzo llevando acabo la sentencia a la cual Aldo Moro ha sido condenado.»

La frase es muy ambigua, pero en el contexto no cabe duda de que ya no existen esperanzas acerca de la suerte del líder democristiano. La noticia revolucionó a todos los políticos. Una hora antes la Comisión interministerial acababa de anunciar que el Gobierno mantenía, en el caso Moro, la línea dura ya indicada en varias ocasiones, y por lo tanto, rechazaba la iniciativa de los socialistas de un «acto de clemencia autónomo» del Estado en favor de algunos terroristas.Una hora antes de que el comunicado llegase a los periódicos, una voz. femenina telefoneó a la sede central de la agencia France Prese, en París, anunciando que Aldo Moro se hallaba escondido en una iglesia de Roma. En el comunicado se advierten algunos galicismos, y es el más duro de todos los recibidos durante los 52 días de prisión de Aldo Moro. Este comunicado número 9 llegó después de once días de silencio de las Brigadas Rojas durante los cuales Moro ha mandado una lluvia de cartas a todos los principales políticos del país y también a Pablo VI.

Angustia

En la plaza de Jesús, sede de la Democracia Cristiana, se reunieron los líderes del partido con el secretario general, Benigno Zaccanigni. Gentes de todas las tendencias han llenado la plaza y esperan, con angustia, las últimas noticias con la sensación que el caso Moro está concluyendo trágicamente.

También delante de la casa de Moro se están reuniendo varios grupos. Apenas llegó la noticia del comunicado de las BR, se vio salir a una de las hijas de Moro, llamar por teléfono desde una cabina telefónica y después desaparecer en un autobús.

El comunicado

«No tenemos ya nada que decir a la DC, a su Gobierno y a los cómplices que lo sostienen. El único lenguaje que los siervos del imperialismo han demostrado entender es el de las armas, y es con este lenguaje con el cual el proletariado ha aprendido a hablar», dice textualmente el comunicado.

El texto, que son dos hojas escritas con la misma máquina eléctrica de los demás comunicados, dice entre otras cosas, que a la propuesta de las BR de un canje de trece «combatientes comunistas», como ellos les llaman, «hemos recibido sólo un claro rechazo de la DC, del Gobierno y de los cómplices que lo defienden».

Ni siquiera los esfuerzos de Bettino Craxi, secretario general del PSI, para abrir una mínima esperanza de «diálogo» con los secuestradores de Moro ha gustado a las BR, que acusan a Craxi de oportunismo: «Las, por así decir, "propuestas humanitarias de Craxi" -dice el domento-, desde el momento que excluyen la liberación de los trece compañeros secuestrados, se cualifican como maniobras para echar humo en los ojos y se pueden considerar como juegos de poder, de intereses de partido y electorales. Por eso no nos interesan. Lo único claro es que la posición del PSI, por lo que se refiere al canje de prisioneros, es igualmente obtusa que la de la DC y la del Gobierno, y esto no nos basta».

Las Brigadas Rojas, en su nuevo comunicado, advierten que la batalla de Moro es una «entre tantas otras que el movimiento proletario de resistencia ofensiva está llevando a cabo en todo el país».

En una nota al final del texto las BR escriben: «El resultado de los interrogatorios a Aldo Moro y las informaciones que poseemos serán dados al mevimiento revolucionario a través de los canales de propaganda clandestina.»

Mientras transmitimos esta crónica, el PCI ha reunido a la dirección del partido para analizar el nuevo comunicado. Unánime condena llega de todas partes, y los sin dicatos anulacian una movilización de trabajadores como respuesta democrática al posible asesinato de Aldo Moro.

Acusación contra el Estado

Poco antes, Emanuele Macaluso, uno de los dirigentes más auto rizados del Partido Comunista publicó en el diario L'Unita un artículo al cual se le ha otorgad mucha importancia en toda la prensa. Macaluso se pregunta, en nombre de muchos italianos, ¿quiénes están utilizando política mente el secuestro de Aldo Moro?

Y llega a esta conclusión: se trata de hombres que hasta ayer fueron muy poderosos en el país: en los órganos más altos del Estado, policía, magistratura, ministerios, bancos, consejos de administración de grandes empresas. Estos hombres, dice Macaluso, puestos fuera de juego por la nueva política italiana progresista, se están sirviendo de su viejo poder para intentar que todo vuelva hacia atrás.

En realidad, a los comunistas les huele a chamusquina una carta de Moro en la cual pide a la DC que tenga el coraje de romper la actual mayoría de gobierno: es decir, la primera mayoría que comprende a los comunistas.

Precisamente Moro fue el mayor defensor de esta apertura de Gobierno. Maclaluso dice que las Brigadas Rojas pueden ser autónomas, pero que esto no obsta para que puedan ser «instrumentalizadas» por los viejos «ganglios» de poder. Y da un ejemplo: en vísperas del 48, fecha de la derrota de la izquierda en Italia y del triunfo de la DC, las fuerzas reaccionarias se sirvieron del bandido Giuliano en Sicilia para construir un verdadero cerrojo político a la izquierda.

Duras declaraciones de La Malfa

Entre tanto, en una entrevista concedida al diario La Repubblica, La Malfa respondió a las duras críticas e insultos que le habían dirigido los socialistas en los últimos días. El líder republicano dice que la suerte de Italia está en que «el país es mejor que su clase política». Dice que los socialistas han reaccionado como él temía que hubiesen reaccionado los comunistas en el caso Moro. Pero parece decidido a olvidar la polémica con el PSI y piensa que el Gobierno empujará al partido de Bettino Craxi a desistir de una iniciativa que ha irritado no sólo a los demás partidos, sino también a una parte de la base socialista.

El primero que rompió el fuego demostrándose contrario a la iniciativa de Craxi, fue Sandro Pertini, ex presidente de la Cámara de Diputados una de las figuras más prestigiosas del socialismo italiano: «No estoy dispuesto, había escrito Pertini, a asistir por segunda vez a los funerales de la República». Hoy le siguen treinta intelectuales socialistas de primera plana. Quizá por ésto la secretaria de Craxi, aunque continúa en la idea de su iniciativa, ha vuelto a declarar que no intenta crear problemas al Gobierno de Andreotti.

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