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Todas las facilidades para Maribel Atiénzar

Durante la década de los sesenta y a raíz de aquellas novilladas de «la oportunidad», unos apoderados con agudo sentido comercial pasearon por las plazas españolas a un chiquillo de Linares, al que hicieron figura con novilladas cómodas y sin problemas. Agotada la fórmula, parece que ahora se trata de utilizar el sistema de las corridas mixtas, a base de ofrecer en el mismo cartel a dos veteranos con oficio y a una mocita juncal. Los matadores veteranos, frente a toros de escasa garantía, pasarán el trance con apuros y el público se enfadará con ellos. La mocita saldrá después a hacer su número con los novilletes cornigachos, el público se pondrá muy contento, perdonará desarmes y pinchaduras y hasta el presidente, como el domingo en Carabanchel, se olvidará del reloj.Este nuevo sistema ha sido ensayado nuevamente en Madrid. En la tarde del domingo, la mocita se encerró con sus correspondientes bichitos sin fuerza ni cabeza y nos ofreció su repertorio, compuesto de intentos demanejar el capote como si fuera a colgar una cortina, sus cites jacarandosos, sus muletazos retorcidos y acompañando el viaje del bichito más con el cuerpo que con la muleta, sus desplantes con contoneos de caderas y su nula capacidad para acabar con sus enemigos.

Plaza de Carabanchel

Cuatro toros de La Jarilla, bien presentados, serios descarados de pitones. Todos hicieron fea pelea en varas, quitándose el palo. Mansos, broncos y sin fijeza en la muleta. Y dos novillos (para la Atiénzar) de Socorro Sánchez Dalp, flojos, dóciles, muy cómodos de cabeza. Joaquín demadó: Dos avisos y bronca. Silencio. Juan José: Palmitas. Silencio. Maribel Atiénzar: Aviso y ovación con salida. Oreja.Destacó el peón Chicorro en la brega del quinto.

En la parte seria del espectáculo, Bernadó y Juan José se enfrentaron a los difíciles ejemplares de «La Jarilla». El catalán sólo mostro su clase y estilo en un quite al primer toro en el que destacó una limpia y templada chicuelina. El resto de su actuación, muy fría y desconfiada, sin saber sobreponerse a los problemas de sus toros. Mató muy mal.

Más decidido y animoso se mostró Juan José, que realizó un interesante trasteo a su primer enemigo, un ejemplar bien armado, alto de agujar, que llegó bronco y tardo a la muleta. A fuerza de voluntad y oficio logró algunos de rechazos aseados. Nada pudo hacer en el otro, el más difícil de la corrida. El animal no tenía un sólo pase.

Este quinto toro fue lidiado con conocimientos y eficacia por el excelente peón Chicorro, detalle que fue captado rápidamente por los aficionados.

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