La terapia de conducta en los problemas sociales
Una de las graves contradicciones que venimos sufriendo en nuestro país es que el auge y desarrollo de la ciencia y de los recursos sanitarios de que se dispone no se corresponden con la utilización social de los mismos. Es en este contexto donde cabe citar una anécdota más, y es la planteada por una profesión que en su mayoría sufre el paro y el subempleo por falta de cauces de práctica profesional no acorde con la demanda social de la misma. Me estoy refiriendo a la Psicología, y el hecho de hacer esta denuncia a la opinión pública, en las páginas de este periódico, es porque considero que, en efecto, sí es una anécdota más, pero una anécdota grave por el delito social que supone el secuestro de unos servicios sanitarios de esta índole a la población de nuestro país.Terapia y sanidad
La Psicología tiene hoy mucho que ofrecer -está ofreciendo ya- en el campo sanitario, no sólo por la insuficiencia explicativa de la práctica médica para abordar más eficazmente muchos problemas con los que se enfrenta diariamente y que, en algunos casos, se traduce en fuente de yatrogenia y, consecuentemente, en un elevado coste social, sino por los avances espectaculares que la ciencia del comportamiento está logrando en los últimos años. El cuerpo de conocimientos empíricos y teóricos que ha resultado de la aplicación del método experimental en psicología, se está revelando como decisivo en el campo de la investigación, asistencia y prevención de muchos problemas sanitarios. En la literatura especializada pueden verse, cada vez con más frecuencia, estas aportaciones específicas en la hipertensión y demás problemas cardiovasculares, digestivos, del aparato respiratorio, problemática sexual y de pareja, toxicomanías, psicosis, depresiones, fobias, obsesiones, problemas gerontológicas, problemática comportamental infantil... etcétera.
El psicólogo se convierte así en un profesional insustituible, no sólo porque se apoya en un amplio arsenal de técnicas de validez probada y está entrenado en los problemas de diseño que hacen de él un investigador fundamental en el campo clínico, sino también por su aportación específica en la prevención de anormalidades conductuales y orgánicas al abordar la enseñanza de programas y técnicas apropiadas a los estados de ansiedad, hábitos inadecuados de alimentación, sueños, tabaco, higiene dental y general, evaluación de servicios, educación de padres en el cuidado infantil, problemas de adaptación hospitalaria, reeducación, rehabilitación y reinserción social general en pacientes con minusvalías, entrenamiento de otros profesionales sanitarios, entre otros.
Es de notar que, en nuestro país, ya son varios los grupos de psicólogos que están trabajando e investigando, de modo serio y con rigor, en un gran número de pro-
La terapia de conducta en los problemas sociales
blemas que la inadaptación general plantea, y prueba de ello es la existencia de publicaciones que comienzan a conocerse. Sin embargo, estos profesionales se ven forzados, en su mayoría, a tener una práctica privada a la que, evidentemente, tienen difícil acceso los sectores sociales más necesitados, amén de que impide su generalización y una adecuada asistencia por cuanto se priva del aporte insustituible del equipo multidisciplinario y de otros recursos sanitarios.Reducir el coste social
La utilización generalizada, en el marco institucional sanitario, de estos recursos no sólo elevaría el nivel de salud, sino que reduciría el costo social por las características económicas de este tipo de servicios: brevedad de sus tratamientos, aspectos preventivos, posibilidad de tratar a muchos pacientes al mismo tiempo y por la reducción considerable del consumo indiscriminado de psicofármacos en gran cantidad de pacientes.
Si el cambio democrático que se está operando tiene algún sentido, en el ámbito sanitario, es para garantizar que nuestra Población alcance un nivel adecuado de salud y, para ello, habrá de abordarse con decisión de racionalización y control de la sanidad, a fin de adecuar la oferta asistencial y los recursos de que se dispone a la demanda social, y es obligación ineludible del Estado dotarse de instrumentos técnicos para hacer frente a sus responsabilidades en el sector de la salud.
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