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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Elecciones francesas: balance de una experiencia/1

Recordemos los datos. El 12 de marzo de 1978. la izquierda totaliza en Francia el 49.87% de los votos emitidos frente al 45.26% que obtiene la mayoría gubernamental. Una semana después. en la segunda vuelta de esas elecciones. la derecha asciende a 50,71 % y la izquierda pierde 0.58% de sus efectivos electorales. La victoria de la izquierda sobre la derecha. en la primera vuelta, representa el 4.51 % de los votantes, mientras que el triunfo de la derecha sobre la izquierda, en la segunda, se limita al 1.42% de ellos. Que este 1.42% se traduzca en una diferencia de 91 escaños a favor de la mayoría. aparte de probar la inadecuación del sistema electoral francés -modo de escrutinio impropio. división en circunscripciones ad hoc, etcétera...- confirma la inconsistencia de una distribución parlamentaria tan alejada de la voluntad explícita del pueblo al que representa.Por otra parte, el Partido Socialista es el primer partido de Francia, tanto en la primera vuelta, con el 23.03% de los votos emitidos. como en la segunda, en la que eleva su porcentaje al 28.31 %. La afirmación difundida en la prensa española de que el PRP era el primer partido francés es. según los resultados proclamados por el Ministerio del Interior del vecino país, falsa, ya que. en la primera vuelta tuvo 210.677 votos menos que el PS y en la segunda la ventaja de este último alcanzó 561.160 votos.

La dinámica unitaria

La evolución de los sufragios conseguidos por la izquierda y, más concretamente por el PS, en los últimos diez años, es inequívoca. En las elecciones legislativas de marzo de 1967, los comunistas consiguen el 22,46% y la FGDS -antecedente inmediato de los socialistas actuales- el 19.12% conjuntamente totalizan pues el 41.58%. En las legislativas de marzo de 1973. el Partido Comunista se anota el 21.41 % de los votantes los socialistas y los radicaes de izquierdajuntos llegan al 20.70% y toda la izquierda al 41.11 %. En las presidenciales de mavo de 1974 con la izquierda ya unida. Mitterrand logra el 49.19% de los votos Y Giscard, con el 50.81 %. sólo le supera en el 1.62 %. Las elecciones cantonales de marzo de 1976 colocan a los socialistas y a los radicales de izquierda juntos en el 26.51 % y a los comunistas en el 22.83%, alcanzando la izquierda unida el 49.34%. Y finalmente, en las municipales. la Unión de la Izquierda dobla el cabo mayoritario, consiguiendo el 52% de los votos v 159 ciudades de las 221 de más de 30.000 habitantes, dominando los comunistas en 72 y los socialistas en 87.

Es indiscutible que la progresión del PS aparece después del Congreso de Epinay y de la consagración de Mitterrand como líder de los socialistas franceses. y se confirma y acentúa gracias a la onda expansiva que crea la Unión de las fuerzas de izquierda y que capitalizan, sobre todo. los socialistas. La ruptura de la práctica unitaria el 13 de septiembre de 1977 a manos del PCF es sin duda alguna, el gran responsable de la quiebra de aquella curva ascendente.

Otra prueba fehaciente de la dinámica de victoria generada por la unidad de la izquierda es que en las zonas donde la práctica unitaria ha resistido a las agresiones verbales de los comunistas del aparato. el desplazamiento de votos. en la segunda vuelta, a favor del candidato de la izquierda mejor situado, ha funcionado con plena eficacia y el triunfo de la izquierda -en unos casos del candidato socialista y en otros del comunista- ha sido total. Citemos todo el suroeste, con la sola excepción de la Gironda y de los Bajos Pirineos. la inmensa mayoría de los del área sur en su parte central. y muchos del suroeste. Aunque tal vez la presión del movimiento obrero. desde abajo no haya sido en ningún si tio tan clara y decisiva como en los departamentos del Aisne. Paso de Calais y Norte, en los que el triunfo de la Unión de la Izquierda fue. sencillamente abrumador.

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Todo lo cual parece apuntar a la conclusión de que la política de unidad de los partidos socialista y comunistas es la condición ne cesaria del crecimiento de la izquierda y de su posible victoria. Ahora bien, ¿qué condiciones debe tener esa unión para que sea duradera y operativa? Tal como está concebida y practicada ¿no tiene una estructura extremadamente frágil y un techo de posibilidades muy limitado?

Los límites de la Unión

La alianza de dos formaciones políticas. con una voluntad he gemónica tan acusada, tiene inevitablemente que conducira unas relaciones difíciles, con frecuen cia antagónicas. Su ejercicio, a remolque de los intereses estric tos de cada partido será siempre, quiérase o no, pre cario y competitivo. Cada uno de ellos intentará reforzar sus efectivos a costa del otro, patrimonializando,en exclusivo provecho propio,el viento levantado a favor por ambos. Sólo así puede explicarse la conducta de los líderes de ambos partidos desde el momento mismo de la constitución de la Unión de la Izquierda.

El 28 de junio de 1972, apenas veinticuatro horas después de haberse firmado el acuerdo sobre la Unión, en el Congreso de la II Internacional, que se celebró en Viena, Mitterrand comentaba el acuerdo en los siguientes términos: «Nuestro objetivo fundamental es rehacer un gran partido socialista ocupando el terreno que hoy ocupa el Partido Comunista francés y demostrando que de los cinco millones de electores comunistas al menos tres millones pueden votar socialista. Esta es la única razón del acuerdo.» Y Georges Marchais, el 29 de junio de 1972, dos días después del pacto manifestaba en un informe al Comité Central: «Sería peligroso hacerse la menor ilusión sobre la sinceridad o la firmeza del PS. en la del acuerdo firmado. La única garantía que tenemos es la acción propia de nuestro partido. su crecimiento y expansión, para impulsar. dirigir y organizar el movimiento de masas.»

Si a esta posición inicial se añaden los éxitos del PS en las elecciones cantonales de 1976 y en las municipales de 1977 y, sobre todo las eufóricas previsiones electorales, que según las encuestas realizadas de mayo a septiembre de 1977 tenían los socialistas no resulta sorprendente, aunque sea muy lamentable, la ruptura comunista del 13 de septiembre y sus continuos ataques a sus aliados de la Unión de la Izquierda. ¿Hubiera reaccionado igual el PS, si hubiera resultado perdedor en la alianza?

Aunque las reconstituciones históricas, desde supuestos imaginarios, carezcan de relevancia política, parece altamente probable que, dadas las características estructurales de los comportamientos principales del PS, así como de sus contextos nacional e internacional más cercanos, los socialistas hubieran clausurado también la convivencia política con el PCF si la misma les hubiera sido adversa. Los suspiros de alivio que se escuchaban en las declaraciones de la socialdemocracia europea, especialmente alemana, después de conocerse .los decepcionantes resultados para la Unión de la Izquierda, no pueden ser más reveladores.

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