Gravísima cogida de Paquirri en Sevilla
Paquirri llegó «arrancado» a esta segunda y última actuación en la feria, y toda ella fue un continuo alarde de poderío. Mas el alarde le costó muy caro: el quinto toro de la tarde le corneó de mala manera al quebrar en banderillas.A sus dos enemigos los había recibido con largas cambiadas de rodillas, a porta gayola. El primero de ellos, un pequeñín salpicao, que tuvo la osadía de romanear al caballo y derribarle con estrépito, le avisó con peligro. Después de dos buenos pares al cuarteo citó desde el estribo, muy en corto. Paquirri confiaba demasiado en sus excepcionales condiciones físicas, y era seguro que otro torero menos atlético que él no habría salido con bien de la suerte. Paquirri tampoco salió: en la reunión, que fue emocionante y esta vez en la cara, se llevó un pitonazo en la ingle que le tiró al suelo, y en el susto quedó todo, afortunadamente.
Plaza de Sevilla
Octava corrida de feria. Toros de José Luis Osborne, sin trapío, fuerza ni casta; en el quinto se simuló la suerte de varas y como era inválido hubo que apuntillarlo durante el segundo tercio. Al cuarto, devuelto por cojo, le sustituyó uno de Osborno Domecq, bien presentado; soportó sólo una vara (como todos); aplomado en la muleta. El Viti: estocada corta atravesada, se acuesta el toro y lo levanta el puntillero, y tres descabellos (silencio). Media atravesada, echándose fuera (oreja). Paquirri: estocada corta (oreja). Cogido al colocar un par de banderillas al quinto, pasa a la enfermería. No hay más lidia pues el toro, inválido, es apuntillado inmediatamente después (oreja). Nimeño lI: media estocada (palmas y saludos). Metisaca, pinchazo y se acuesta el toro (aplausos).
La faena de muleta consistió en la típica porfía encimista a un borrego aplomado, sin mayor interés. Pero después de la larga cambiada al quinto, el diestro barbateño, acelerado ya en su ansia de convertirse en triunfador absoluto de la feria, estuvo torerísimo al lancear a la verónica, con mucho temple, los pies juntos y en los medios. De escaso trapío el osborne y sin fuerza alguna, no pudo soportar ni un puyazo, y simplemente con el simulacro de la suerte se cambió el tercio.
Volvió a coger las banderillas Paquirri. Dejó al torito en tablas y él se colocó en el mismísimo centro del ruedo. Desde allí citó y esperó relajado, derecho como una vela, la arrancada, que fue pronta y alegre. Al llegar el toro a jurisdicción, Paquirri quebró con seguridad y aguantó el embroque para reunir de frente y clavar arriba. Pero el toro derrotó y le alcanzó de lleno; clavó certero en una pierna y en el aire aún tiró más cornadas, en una de las cuales quedó el torero clavado, presa de las astas, durante unos segundos angustiosos, totalmente horizontal, boca arriba, con el pitón incrustado en la cara anterior de la pierna. Algo horrible.
Aún se levantó el torero, sin mirarse siquiera, pero llevaba ambos muslos ensangrentados. Las asistencias y la cuadrilla se apresuraron a trasladarle a la enfermería, y el valeroso diestro no pudo entonces contener un gesto de dolor intenso, mientras se doblaba sobre la parte herida.
La consternación cundió por los tendidos, naturalmente. Pero a partir de aquí vino un cúmulo de despropósitos que dejan a la Maestranza, tan cargada de historia, verdadero santuario del toreo, a los niveles de una mísera plazucha de talanqueras. La condición inadmisible del toro quedó demostrada en aquel momento, porque le fallaron las patas, se aculó y quedó tumbado en el suelo, sin que hubiera forma de levantarle, ni aún tirándole del rabo, como hacían los peones. Tras un rato de espera, se optó por apuntillarlo. Y he aquí que parte del público, explicablemente impresionado por la cogida y por la entrega del torero pidió la oreja. El presidente, en una pura, solemne y estruendosa rúbrica a la sarta de inconsecuencias propias no ya de no aficionado, si no de antiaficionado que ha venido cometiendo a lo largo de toda la feria, la concedió. Y así ha quedado la Maestranza: marcada como la plaza verbenera donde se ha concedido una oreja al término de un par de banderillas y después del vergonzoso apuntillamiento en el ruedo de un torillo inútil.
Toda la corrida resultó un fracaso ganadero, por chica, por floja, por descastada, por aplomada, por aburrida. El historial sin tacha de la Maestranza tampoco merecía que se hubiera aceptado semejante género. El Viti estuvo sobrado de técnica muletera con sus dos enemigos, mejor con el sobrero corrido en cuarto lugar, al que sacó ayudados derechazos y una tanda de naturales, todos ellos de calidad. Nimeño, muy voluntarioso, banderilleó mal a sus dos toretes y aburrió en sendas largas porfías para poder sacar algún pase limpio donde apenas había embestida, y cuando la había era de media arrancada.
La consternación continuaba al terminar el festejo porque la cogida de Paquirri había sido, en verdad, impresionante. El torero triunfador de 1977 al que la empresa de Madrid le ha dejado fuera de la feria de San Isidro, quiso demostrar ayer cuán injusto es este olvido. Y lo pagó con sangre. Sangre de torero a carta cabal.
Parte facultativo
El diestro Francisco Rivera Paquirri, que resultó cogido por el quinto toro de José Luis Osborne, en la octava corrida de la feria de Sevilla celebrada esta tarde. fue asistido en la enfermería de una herida contusa por asta de toro en cara externa del tercio superior del muslo derecho. que con una trayectoria hacia abajo y adentro rompe los músculos abductor mayor abductor menor y mediano así como rompe el músculo sartorio y llega hasta las Fibras del vasto interno, que también desgarra, teniendo una extensión total de unos treinta centímetros y llegando a la cara interna del fémur.
Sección de la safena externa y sección de la Interna con fuerte hemorragia venosa. Asimismo, presenta otra herida por asta de toro en cara interna, tercio superior del muslo izquierdo con orificio de entrada a nivel de la parte inferior de la herida, de unos veinte centímetros en su parte superior, un orificio de salida que produce un gran colgajo termo-epidérmico, que deja al descubierto la vena safena externa seccionada y parte de las fibras del abductor mayor también seccionado.
Se intervino bajo anestesia general. Pronóstico gravísimo. Pasó a la clínica Nuestra Señora de Fátima.
Babelia
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