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El gran Rafael Orozco

La extraordinaria brillantez de la carrera de Orozco nos priva, consecuentemente. de escucharle con asiduidad. A pesar de su juventud. el pianista cordobés es uno de los grandes dentro de la última generación de intérpretes europeos. Por serlo une a sus portentosas dotes virtuosísticas un pensamiento musical que se advierte ya en la confección del programa: cuatro scherzi de Chopin. tres piezas de Iberia y, entre ambas, un estreno mundial español. Rafael Orozco tocó un Chopin admirable. Su sonido, cada vez más bello, quedó puesto al servicio de una intención poética tan depurada como expresiva. No hablemos de dominio técnicos. pues, cuando escuchamos a Orozco no parece sino que los scherzi o el cuarto cuaderno de Iberia sean cosas de mavor dificultad. Podemos, entonces. atender tan sólo a la manera de hacer música. Nuestro pianista dio lecciones de sobriedad y, a la vez. de atractivo. Su manera posee ese mordente que es virtud de los grandes divos del canto. En menos palabras: su arte es un imán. Cosa sencilla a la vista, pero de irresistible poder de atracción. Pocas veces. muy pocas, podrán escucharse Jerez, Málaga y Eritaña como en esta ocasión. Este andaluz universal, cual extraño prestidigitador, domeña las mil y mil dificultades, para que no sintamos sino la gracia del acento, la cadencia del canto, el quiebro del ritmo. Justamente ahí reside la «cuadratura del círculo» de las Iberias: convertir un garbo fluido, en natural decir un pianismo tan difícil técnicamente como el que más. Al hablar de Iberia me he referido, más de una vez, al barroco andaluz.

La gracia está en el conjunto y a nadie se nos ocurre seguir las mil incidencias plásticas que lo animan. Sin embargo a ellas se debe su talante y su efecto. De modo análogo imaginó Albéniz su Iberia y nos la trae ahora Rafael Orozco. ¿Cuándo una integral de los cuatro cuadernos, tanto en directo como en disco, querido Rafael?

Por fortuna va imponiéndose la atención de los grandes intérpretes de la nueva generación por la musica de su tiempo. Orozco solicitó a Tomás Marco una obra planística y el músico madrileño ha escrito para él su Sonata de Vesperia, desde supuestos habituales en él: dialéctica cultural de raíz hispana y gusto por las situaciones límites. Yo diría, incluso, que hay en Vésperia un segundo juego cultural, no sé si consciente o inconsciente: el iuego de la historia. Vesperia es denominación antigua de España. Al condensar, estatifícar, reducir a apurado esquema ciertas formulaciones de la música española Marco hace desde hoy como,un antecedente lejano de la música de ayer. Como tal operación es estrictamente imposible, queda flotando en nuestro ánimo una suerte de dualidad histórica, una Vesperia situada, a la vez, muchos años antes de Iberia y muchos después.

Marco es aficionado a la ficción y no deja de ser interesante esta de inventar el pasado. algo así de un dejar de ser el que soy. Rafael Orozco tocó la obra de manera prodigiosa y recibió,¡unto al compositor, grandes aplausos. Los que se multiplicaron después de todasy cada una de las versiones.

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