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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España y la OTAN: reflexiones marginales

UNA REUNION internacional, con asistencia de políticos y expertos españoles, se ha celebrado este fin de semana en Oxford sobre el tema genérico de España y sus relaciones con los países occidentales. En realidad, se trata, según todos los indicios, de un intercambio de criterios e información sobre los problemas del ingreso de España en la OTAN y la cuestión del eurocomunismo en nuestro país.La reunión, organizada por la Universidad de Carolina del Sur y otras instituciones norteamericanas, tiene, a los ojos de la opinión pública, un claro tinte proatlantista, independientemente de los resultados de la misma, que, como el portavoz de la UCD se ha apresurado a declarar, no tienen ningún carácter decisorio. Se enmarca, además, en el seno de una creciente actividad diplomática por parte de Estados Unidos y sus aliados para presionar sobre un eventual ingreso de nuestro país en el Pacto Atlántico a corto plazo, actividad sólo parangonable, dicho sea de paso, a la de la Unión Soviética y los países socialistas, que tratan de evitar dicho ingreso.

Las posiciones sobre el tema de nuestras fuerzas políticas están prácticamente separadas por la misma línea que divide en el Parlamento la derecha de la izquierda Mientras UCD y AP apoyan claramente el ingreso en la Alianza, socialistas y comunistas se han opuesto. En más de una ocasión hemos tenido oportunidad de decir que, a nuestro juicio, el tema de la OTAN es de tal trascendencia para el futuro de nuestro país, que no se deben adoptar decisiones precipitadas, ni es posible hacerlo. en cualquier caso, antes de la plena normalización política española. Y aun así, el tema no ha de ser considerado necesariamente como prioritario. Hay cuestiones de la política exterior más urgentes para nosotros, como la situación en el norte de Africa, nuestras relaciones con Francia al respecto, la perspectiva de una política posible para el Mediterráneo hecha por los ribereños y, en suma, la definición de una política exterior española digna de tal nombre. Sin duda, una integración a priori en la Alianza tendría sus consecuencias a corto y medio plazo en la definición de esa política. Pero lo que queremos decir es precisamente que merece la pena plantearse unos objetivos y una filosofía de acción antes de definir los instrumentos y las alianzas que la puedan hacer viable. Y, a la postre. la decisión final sobre la OTAN, tanto si es positiva como si no, debe ser tomada en ese marco de definiciones globales, sin admitir el sofisma de que ser occidental equivale a tener que estar en la Alianza ni sorneterse al chantaje de la presión.

Un dato nuevo en la posición geoestratégica y política de España ha sido la reciente declaración de la OUA sobre Canarias y la impresión existente en algunos círculos de que «eso no hubiera pasado» si nuestro país estuviera ya en la Alianza. Nada más discutible. Los intereses de la política norteamericana en Africa discurren por cauces bien diferentes y las posiciones de fondo, cuando menos poco fiables, que Estados Unidos puede tener respecto a lo que sucede en el norte de Africa y el papel a jugar por el archipiélago español difícilmente se van a ver condicionados por el camino de la integración en la Alianza. Semejante valor tienen las posiciones de quienes desean que el ingreso fuera un elemento de internacionalización de los cuadros de nuestras fuerzas armadas y de disuasión del posible golpismo de algunos oficiales. Los coroneles implantaron la dictadura en Grecia, no ya sólo a pesar de la OTAN, sino, paradójicamente, utilizando las experiencias y los planes de defensa de la Organización. Diez años de autoritarismo y represión en aquel país ilustran lo dudoso de la argumentación de que la Alianza es válida para defender en sus países miembros los valores de sistemas políticos occidentales que respetan las libertades públicas y la soberanla popular.

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En definitiva, la OTAN no es sino uno de los apéndices militares de la política de bloques ante la que las potencias medias, como España, poco o quizá nada pueden hacer. Pero es obligación de los gobernantes y los líderes políticos de este tiempo imaginar soluciones posibles que limiten el poder de Moscú y Washington. Y eso a pesar de que temas como el de la bomba de neutrones hagan reflexionar seriamente sobre si las declaraciones de independencia de los Estados soberanos serán en realidad algo más que palabras.

Por lo demás, es lamentable que el primer debate serio interpartidos que sobre el tema mantienen las fuerzas políticas españolas se haga fuera de nuestras fronteras y bajo el amparo norteamericano.

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