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La televisión, condicionante de las psicosis y el suicidio

Apenas mes y medio después de que comenzase en la televisión de la República Federal de Alemania una nueva programación con «nuevo estilo», los propios directivos de los dos canales de alcance nacional no parecen muy conformes. Según parece, se han visto muy afectados por el resultado de últimos estudios sobre impacto de la nueva programación en la sociedad alemana. El último de estos análisis denuncia la excesiva ocupación de los hogares alemanes por este medio. La asiduidad del alemán medio ante el receptor se ha notado incluso en forma de un descenso en el rendimiento laboral, ya que la programación de noche, que termina algunos días a la una de la madrugada, priva al espectador del sueño necesario.

El director de la segunda cadena, ZDF, Karl-Guenther von Hasse, reconoce en un informe presentado en un simposio de la Academia Theodor Heuss el que el alemán medio consume televisión sin medida, lo cual invalida cualquier reajuste de programas por no existir en la masa telespectadora un criterio de selección. « Para nosotros, la televisión sigue siendo un misterio», ha comentado casi humildemente. Un dato para medir esta incapacidad de valoración: en la pasada Nochebuena, , a partir de las siete, los hogares alemanes dedicaron por término medio dos horas y media a seguir programas televisivos. Unos días después, el primero del año, veinticuatro millones de alemanes dedicaron una hora a un programa en el que se transmitió una película policiaca de serie -Tatort- y una entrevista con el actor Curd Juergens, mientras que solamente 1,4 millones prefirieron un reportaje conmemorativo del poeta Heinrich Heine.El «desencanto» del director de la ZDF es paralelo a las críticas de la prensa contra la alienante función de la TV. He aquí algunos de los títulos de diarios liberales y conservadores: Nuestra televisión diaria: baratijas en todos los canales (Deutsches Allgemenes Sonntagsblatt, El nuevo esquema de televisión: una carrera a niveles aún más bajos (Die Zeit), Un negocio con la pasta de pegar recortes (Abendzeitung de Munich), El expectador, absurdo consumidor de televisión (Frankfurter Rundschau), No penséis, disparad (Sueddeutsche Zeitung), El camino de la televisión hacia la decadencia (Die Welt), Caos de la pantalla 78 (Rheinische Merkur)y Triste cesta televisiva (Quick).

La inercia, como enfermedad

El problema, según los sociólogos alemanes, radica en que la propia televisión no defiende al espectador contra su propio influjo excluyente. Para ello se han creado las revistas de programas televisivos, que dan cuenta de los programas presentando el posible atractivo que tengan, pero sin formular crítica alguna. Este tipo de revistas ocupan en conjunto el primer lugar en tirada en la RFA, respecto de todas las demás publicaciones (36 millones de emplares semanales, más de un ejemplar por cada dos habitantes de este país). Según la Revista de Cultura y Política de Francfort, los alemanes dedican, por término medio, cuatro horas y media diarias a contemplar lo que se les da a través del televisor y de seis a 7.30 los fines de semana. Respecto de la nueva programación, la más importante desde la de 1973, no se oculta la desconfianza por la nueva fórmula adoptada: programas informativos en tono «coloquial y ameno» (¿sufrirá con ello la objetividad de la noticia?) y una visión retrospectiva en filmes y shows hacia los «felices cincuenta» como nota dominante. « Se ha pasado de la fórmula «sociedad en trance de cambio» a la de «sociedad sin futuro, sin perspectivas», según la Revista de Cultura y Política. La Acción para la Protección Juvenil ha constatado que, en el plazo de una semana, la televisión federal ha reflejado a lo largo de su programación 416 crímenes, con 103 muertos, 52 tiroteos con la policía y 57 peleas, todos ellos antes de las nueve de la noche, es decir, en programas accesibles a niños y adolescentes. Aunque no todos los sociólogos estén de acuerdo en si la violencia daña o educa al niño al ofrecérsele como espectáculo, la propia televisión alemana se ha inclinado por estudiar el fenómeno y para ello ha creado una comisión especial que todavía no ha emitido informe alguno. Mientras esta comisión oficiosa llega a alguna conclusión, queda en pie una observación de los psicólogos: dado el influjo alienante de la televisión, los niños alemanes de diez años, edad considerada como intermedia, apenas pueden permanecer concentrados en cualquier actividad más de veinte minutos. En cuanto a los adultos, la permanencia receptiva ante la pequeña pantalla es una causa primordial de la psicosis colectiva. Según la Academia Alemana de Psicoanálisis, esta «pasividad estructural» ha hecho posible el que uno de cada diez alemanes necesite tratamiento psicológico o psiquiátrico. En cifras absolutas, seis millones de personas. Los mismos psicólogos atribuyen un papel preponderante de la televisión como estimulante de sensaciones irrevocables en uno de los fenómenos más desconcertantes de la sociedad moderna alemana: el suicidio de casi 3.000 menores con edades, entre quince y diecinueve años, desde 1971. Según los expertos la influencia de los medios de masas, en particular la TV, es, después de la situación familiar, la causa más decisiva de que el 20 % de los niños alemanes sean considerados como problemáticos.

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