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Pleno del Congreso

Suárez aplaza todo programa de Gobierno hasta después de la Constitución

El esperado discurso del presidente del Gobierno ante el Pleno del Congreso iniciado ayer -la expectación desbordaba los escaños y las tribunas de público y de prensa- defraudó a lo largo de sus setenta minutos llenos de palabras, pero vacíos de explicaciones, de programas, de proyectos, de política. Todo se redujo a aplazar la actuación gubernamental hasta después de la Constitución y a pedir a las fuerzas parlamentarias, que escuchaban atenta e impasiblemente, que se avengan a la política de convergencia y de consenso en pro de la consolidación de la democracia.

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El planteamiento del Pleno, como anticipábamos ayer, tenía como objetivo la distensión, y, en gran medida, se cumplió. El debate sobre el proyecto de ley de reducción de la tarifa en el impuesto general sobre la renta de las personas físicas -que por encima de su tecnicismo tributario interesa objetivamente más a la gente que a las grandes palabras presidenciales actuó como apaciguador de los ánimos. Cuando el señor Suárez subió a la tribuna ya había un trecho ganado en el propósito general del Gobierno de que no pasara nada.El resto lo intentó cubrir el presidente a través de una prosa que recordaba intervenciones anteriores -en este y el anterior régimendel señor Suárez, leída cansinamente y con ausencia, eso sí, de los latiguillos retóricos propicios para despertar el aplauso.

El discurso navegó por el camino de las obviedades en lo que se refiere a la crisis ministerial. Después, Adolfo Suárez, aunque sin triunfalismos, se demostró orgulloso del proceso de transición y recordó su legitimidad democrática, basada en el 15 de junio.

Entre las dificultades para avanzar más deprisa, el presidente del Gobierno hizo hincapié en las dificultades y los condicionamientos en que nos movemos y solicitó para la etapa constituyente no la unanimidad, pero sí el acuerdo libre y voluntario de las fuerzas políticas: el consenso. Tras esa política de convergencia, una vez aprobada la Constitución, entonces comenzará de verdad la política y la normal defensa de los programas y de las opciones. Mientras tanto, paciencia.

El señor Suárez reafirmó la política preautonómica de su Gobierno y el propósito de convocar elecciones municipales treinta días días después de aprobada la Constitución.

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La acogida al discurso, que no fue interrumpido ni una sola vez por los aplausos, fue una calurosa y larga ovación a cargo de los diputados de UCD -reforzados por los numerosos senadores presentespuestos en pie. También se registró algún aplauso de cortesía por parte de diputados aislados, entre ellos Dolores Ibárruri y Enrique Tierno. El resto de la Cámara permaneció quieto y en silencio.

Por lo que se refiere al resultado final del debate político que suscitará el discurso del presidente, y que no se dilucidará hasta hoy por la mañana en los pasillos del Congreso se hablaba de tres posibles resoluciones, una propuesta por la Minoría Catalana, otra por UCD y una última por AP, ésta de tono muy crítico, en línea con el desacuerdo general de sus diputados respecto a la intervención presidencial. Por su parte, los socialistas rearirmaton, en principio, su propósito previo de no presentar ninguna moción ni resolución.

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