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Crece la agitación en medios militares

La agitación en el medio castrense y la perspectiva de una ruptura de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) enrarecen de nuevo el clima político portugués.

La decisión del jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra de hacer pública su destitución y la inminente salida del consejero de la Revolución Vasco Lourenço del cargo de gobernador militar de Lisboa, ha colocado en una situación extremadamente delicada al Consejo de la Revolución y al propio presidente Eanes. Contrariando los esfuerzos en curso para encontrar una solución negociada a la crisis que se arrastraba desde hace meses, el general Rocha Vieira ha anunciado su destitución en una nota dirigida a todas las unidades bajo su mando en la que formula graves acusaciones contra Vasco Lourengo. Con esta iniciativa, Rocha Vieira ha creado un ambiente de crisis militar.

La intención del general Eanes habría sido llevar a cabo estos cambios de manera serena, en la línea de una normalización de los mandos militares y de la eliminación de los «político militares», emprendida con la sustitución de Pires Veloso a la cabeza de la región militar del Norte.

En el mismo sentido, un portavoz oficial del Estado Mayor General anunciaba también la próxima sustitución del general Hugo Dos Santos, que dirige la región militar Centro, y del coronel Jaime Neves, comandante del famoso regimiento de Comandos, que jugó un papel Importante en todas las crisis militares registradas en Portugal desde 1974.

Dificultades con el FMI

Los comentarios sobre la situación militar relegan para segundo plano otra crisis que, sin embargo, tiene consecuencias más inmediatas y graves para el país y que se desarrolla más o menos en secreto: las dificultades surgidas en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.El Consejo de Ministros, que se reúne hoy en sesión extraordinaria, va a intentar formular una posición común del Gabinete frente al callejón sin salida al que parecen haber llegado, en pocos días, los negociadores portugueses y la delegación del FMI.

La posición del primer ministro, Mario Soares, de pretender llegar a un acuerdo a cualquier precio, incluso revisando de nuevo los proyectos del presupuesto del Estado y del plan económico para 1978, ya elaborados por el Gobierno y aún no discutidos en el Parlamento, parece francamente minoritaria en el propio equipo económico. Sus adversarios se encuentran ellos mismos divididos entre partidarios de la ruptura pura y simple, y partidarios de una suspensión, para reforzar la firmeza de la resistencia portuguesa a algunas exigencias de los técnicos del FMI.

Parece existir, sobre todo por parte de los demócratas cristianos, una voluntad de aprovechar políticamente el efecto de una ruptura con el FMI para volcarse hacia la búsqueda de una solución alternativa al «gran préstamo» internacional negociado por Mario Soares con Estados Unidos y otros países occidentales. Consciente del desprestigio político que significaría para él, personalmente y para su partido, el abandono del «gran préstamo», Mario Soares está haciendo todos los esfuerzos para evitarlo.

Si vencen las tesis del CDS, un nuevo golpe habrá sido dado, así, a la imagen que Mario Soares se esforzó en crear de los socialistas como único partido capaz, por su prestigio internacional, de sacar a Portugal de sus actuales dificultades financieras.

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