El suministro de agua a la provincia supondrá cien mil millones en los próximos veinte años
Madrid debe ser una de las capitales europeas con mayores dificultades para asegurar su suministro de agua, debido a la especial orografía árida, con ríos escasos y pequeños, que la surten. Si en la capital y en el área metropolitana no existe problema de abastecimiento se debe a la labor desarrollada por el Canal de Isabel II, que cuenta en la actualidad con diez presas que retienen 897 millones de metros cúbicos de agua. No sucede así, en cambio, con las localidades situadas fuera del área, que se abastecen en su mayoría de pozos en constante peligro de contaminación. Rodolfo Urbistondo, director general del Canal, expone a EL PAIS la situación de Madrid y su provincia, en lo que se refiere al abastecimiento de agua potable.
El capricho de Felipe II de convertir la pequeña villa de Madrid en capital del reino obligó inmediatamente a una búsqueda y aprovechamiento de los pocos recursos acuíferos de que disponía por las inmediaciones. A mediados del siglo pasado, cuando Madrid comienza un despegue acelerado de población, el problema del agua potable se agrava y obliga a la creación del Canal de Isabel II, en 1851, que comienza las captaciones y primeras conducciones en la cuenca del río Lozoya, bien considerado desde siempre por la pureza de sus aguas.Cuando en 1963 se crea el área metropolitana, el Canal recibe el encargo de asegurar el abastecimiento a las veintidós poblaciones que forman el alfoz de Madrid. Teniendo en cuenta que los ríos madrileños se caracterizan por la irregularidad de su caudal, tanto estacional como interanualmente, el Canal comenzó una política de construcción de presas, gracias a las cuales el consumo de agua para Madrid y su área metropolitana está asegurado hasta 1983.
La situación cambió radicalmente desde el decreto de abril del año pasado, en que se amplió su competencia a toda la provincia. Según cifras estimativas, para regularizar el suministro total, incluido el saneamiento y depuración de las aguas, contando, además, con que entre 1990 y el año 2000 la población estará alrededor de ocho o nueve millones el Canal necesitará unos presupuestos globales de 100.000 millones de pesetas.
En las otras tres zonas en que podríamos subdividir la provincia, la situación es mucho peor, y en ocasiones llega a la peligrosidad. El noroeste, los mininúcleos de población de la sierra norte, que apenas cuentan con riachuelos y donde la dureza del terreno impide la filtración del agua de lluvia y la creación de bolsas subterráneas, la sequía veraniega alcanza proporciones alarmantes. Situación que se aliviará ahora por el contrato firmado entre la Diputación Provincial y la Dirección General de Obras Hidráulicas -que se encargan de la financiación- y el Canal, que llevará la parte técnica de las obras tendentes a facilitar el agua a diecinueve municipios.
En el oeste los únicos pueblos que disponen de una situación más o menos desahogadas son los de Alcalá de Henares y otros cercanos, debido al contrato de suministro que tienen con la Mancomunidad de Aguas del Sorbe, adscrita a Guadalajara. En cambio, todo el conjunto de pueblos situados más al norte, como Camarma de Esteruelas, Valdetorres, Ribatejada, etcétera, dependen de lo que puedan captar a base de pozos.
La situación se agrava aún más en la zona sur de la provincia, donde además se asientan una serie de pueblos muy importantes numéricamente, como Móstoles, Leganés, Fuenlabrada, que tienen que recurrir también a los pozos. La solución a corto plazo será extender un ramal desde el punto más cercano de la gran tubería que circunvala el área metropolitana. A largo plazo se considera necesario crear un nuevo cinturón más amplio, que salvaguarde el grado de calidad de la red actual.
Una situación peligrosa se ha creado en la zona de Pinto, Titulcia, San Martín de la Vega, Ciempozuelos y otros más. Son localidades que dependen asimismo del abastecimiento de pozos. El problema reside en que las aguas de estos pozos no son profundas, lo que aseguraría mucho mejor la pureza del líquido, sino que pertenecen a capas subpalveas formadas por filtración del agua de los ríos, y al estar éstos contaminados, el peligro latente de que la contaminación se extienda a los pozos es constante. De hecho, esto es lo que ha sucedido en el caso de los pueblos aludidos. También aquí la solución estriba en extender redes provisionales mientras se acometen proyectos más a largo plazo. Las obras podrían estar terminadas en el verano del próximo año.
Subir el agua
Hay que hacer constar que parte del agua que se consume en Madrid capital proviene también de pozos horadados a profundidades considerables, de cuatrocientos y quinientos metros. El Canal contrató hace seis años con una empresa que se encarga de la captación, localizada en la tapia del monte de El Pardo.Rodolfo Urbistondo, después de la exposición descriptiva relacionada hasta aquí, quiere hacer hincapié en la necesidad urgente de depuración de las aguas residuales de casi el cien por cien de las localidades, algunas con una población considerable, que vierten aguas fecales sin ningún tipo de tratamientos a ríos cercanos e incluso a los embalses. El caso más grave sería el de El Escorial, que vierte en el embalse de Valmayor, y el de Villalba, que lo hace en el de las Nieves, que a su vez comunica con el primero mediante un túnel de trasvase. Al Ayuntamiento de El Escorial se le ofreció hace más de dos años un proyecto por el que el Canal y la Dirección General de Obras Hidráulicas construirían totalmente la depuradora, recabando al municipio sólo la cesión del terreno y los gastos de mantenimiento y ni siquiera en estas condiciones el Ayuntamiento se ha decidido a abordar el problema.
El señor Urbistondo sostiene que el agua de Madrid es cara, debido a las condiciones geográficas expuestas, aunque una explotación racional abarata los costes. Según sus datos, es más barato el metro cúbico de agua de un embalse que el de un pozo horadado, aunque en el primer supuesto la inversión inicial sea mayor. En los próximos años los costos aumentarán sensiblemente, ya que, agotada la capacidad de las reservas de Madrid, será necesario buscarlas en otras provincias. La única solución será que el contribuyente pague el agua que consume, incluida su depuración. Algo así es lo que prevé el Plan de Saneamiento Integral de Madrid, que acarreará que el metro cúbico de agua en 1985, y mediante sucesivas subidas, alcance las veinticinco pesetas, respecto a las nueve en que está ahora.
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