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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"Los cuentos de Hoffmann" en la Opera de París

Está tan divulgada la genialidad de Offenbach como autor de operetas que no pocos, amigos de seguir criterios preestablecidos y generalizadores, se niegan a descubrir la categoría de gran ópera en Los cuentos de Hoffmann. Sin embargo, quien fue capaz de escribir un acto como el tercero, no cabe duda que puede y debe ser calificado de gran compositor, de músico de altos vuelos.La Opera de París, todavía bajo la dirección de Rolf Libermann, ha montado los Cuentos de manera espléndida. No pocos críticos parisienses aseguran -con razón, a mi juicio- que el espectáculo quedará entre lo mejor conseguido durante la inquieta etapa del antiguo director de la Opera de Hamburgo.

Para empezar, la versión representada -de Francois Regnault y Patrice Chereau- condensa la acción, del mismo modo que Richard Peduzzi ha sintetizado los lugares para construir un escenario polivalente que tanto puede sugerir Berlín como Londres o Venecia. Desde ésta, a la vez varia y coherente, unidad de lugar, dice Regnault que pueden servirse mejor las diferencias de las fábulas escogidas por Jules y Pierre Barbier para el libreto sobre el poeta de los cuentos fantásticos: El hombre del sable, El consejero Crespel y La noche de San Silvestre. Libreto que procede de un drama de Carré y J. Barbier estrenado en 1851, en el que Offenbach dirigía la música de ilustración

Analiza el citado adaptador de la presente versión -Regnault- cdmo los autores con esos elementos, el añadido de otros de distinta procedencia (Don Juan, Musa a la moda, de Musset) más la introducción del propio Hoffmann en todas las historias, lograron «una suerte de ejercicio estructuralista» en el que importan mucho las relaciones y paralelismos entre los diversos personajes.

Los tres tipos femeninos -Olimpia, Giulietta y Antonia- tuvieron como intérpretes de categoría a Daniele ChIostawa, verdadera sorpresa como cantante y actriz, como lo demostró en el aria de la muñeca; a Suzanne Sarroca y a la espléndida Christiane Eda-Pierre, de tan puros medios como musicalidad de estilo. José van Dam hubo de multiplicar sus posibilidades para revivir tres tipos masculinos conectados: Coppelius, Dapertuto y Miracle. Ha sido discutido el Hoffmann del tenor Kenneth Riegel, aun cuando todos reconocen un nivel interpretativo y una flexibilidad que permitieron seguir las sucesivas apariciones del personaje en la escena. Como evidenció su maestría Jules Bastin, en el personaje de Crespel.

La dirección musical, encomendada a un maestro bieáconocido de nuestro público -Jean Perisson-, si no un modelo de exactitud, sí abundó en valores plástico-sonoros, en ágil luminosidad y se mantuvo dentro de una tónica de gran palpitación vital. Todo ello puesto al servicio de los principios teatrales que cualifican la pieza de Offenbach.

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