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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Malefakis, en Andalucía

Intenté asistir en plan estrictamente privado a las manifestaciones organizadas por el Sindicato Obrero del Campo en Andalucía la semana pasada, pero como unas observaciones mías completamente informales han recibido mucha publicidad en citas algo deformadas en varios órganos de prensa, quiero aclarar lo que dije en realidad. Sería absurdo para cualquier persona seria intentar sostener que el 28 de febrero fue el día «más importante de la historia de Andalucía en lo que va de siglo» o que «nada ha cambiado en Andalucía desde que estuve en 1962» o que «el campo andaluz sigue desenvolviéndose con los mismos problemas que en el siglo XIX». Lo que sí creo es que el 28 de febrero fue muy importante, posiblemente la jornada más importante para los jornaleros andaluces desde la guerra civil, porque consiguió fijar la atención nacional en una situación social verdaderamente lamentable más que en cualquier otra ocasión postbélica. Mucho ha cambiado en Andalucía desde 1962, pero no tanto como en otras regiones, ni tanto como debía haber ocurrido a raíz del gran boom económico de los años sesenta y principios de los setenta. Por consiguiente, aunque ya no existen los mismos problemas -y sobre todo no debe pensarse ni en las mismas soluciones ni en los mismos modos de lucha todavía falta mucho para que los problemas que surgieron entonces, y los nuevos problemas que han aparecido en los últimos veinte años, queden resueltos.El problema de Andalucía es gravísimo. Sus jornaleros rurales son verdaderamente «el grupo más marginado de la región más marginada de España». Andalucía es un caso especial de tal magnitud que el Estado tiene que empezar a pensar en crear un «plan para el Mezzogiorno» español, a pesar de que ello no cabe estrictamente dentro del ámbito del pacto de la Moncloa, porque el problema andaluz continuará vigente por mucho más tiempo de lo que pueda durar el pacto. La formulación de un plan general sería una prueba, capaz de captar la imaginación nacional y mundial, de que España está enfrentándose no solamente con sus dificultades inmediatas, sino también con sus principales problemas estructurales.

Catedrático, Columbia University

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