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Tribuna
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Juegos políticos

El deporte español ha estado siempre lleno de contrasentidos, y en los momentos actuales no iba a ser una excepción. A «gran» nivel, cuando los nuevos aires democráticos parecían capaces de barrer lastres y prebendas de otros tiempos, resulta que el pomposo Consejo Superior de Deportes lucha por no hundirse en las arenas movedizas formadas por los problemas económicos y las trabas de la Administración.Benito Castejón es un elemento válido para marcar las directrices fundarnentales del futuro deporte español, pero no tanto para luchar con los envites políticos. Y aunque parezca triste, mientras no se dernuestre lo contrario, el deporte en este país sólo interesa a ese «gran» nivel, cuando entra enjuego la política.

No resultó nada edificante, por ejemplo, que varios parlamentarios almerienses de UCD interpelaran al Gobierno en las fechas del desgraciado «caso Rubio Melero» cuando el auge del boxeo en la provincia andaluza se ha debido, sobre todo, a que los jóvenes han tratado de encontrar en él un medio para salir de la miseria, y con unas instalaciones y medios no menos míseros. Tampoco lo es que el ministro de Cultura, Pío Cabanillas, tenga que contestar el próximo martes, día 14, en el Senado sobre la desaparición del boxeo profesional, cuando nadie se ha planteado aún seriamente que es mucho más importante encontrar cuanto antes puestos de trabajo dignos y compatibles para que la mayoría de los deportistas no se hagan castillos en el aire por correr o saltar bien, y mucho menos por pegarse «legalmente».

Además, Castejón ha cometido otro error. Se ha rodeado de bastantes colaboradores inválidos, parte para el deporte, parte para la Administración, y se ha olvidado de otros, tal vez porque le podían hacer sombra.El sol de las penurias le quema ahora.

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