_
_
_
_

Fernando Claudín: "El Partido Comunista ha sido más derechista que nosotros"

Presentación del libro "Documentos de una divergencia comunista

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Fernando Claudín es, probablemente, el crítico más indicado para analizar de cerca la actuación M Partido Comunista de España. Fue miembro de su comité ejecutivo hasta su expulsión -en compañía de Semprún y Francesc Vicens- y continuó profundizando sus estudios sobre el marxismo y la política. Ayer se presentó un libro firmado por él con un carácter profundamente documental, como indica el propio título. En el mismo se recogen sus tesis políticas, aquellas que le costaron la expulsión y que le granjearon el prestigio indudable que hoy tiene en todo el espectro político de la izquierda. El rigor y la honradez a costa de su militancia. EL PAÍS mantuvo con él una amplia entrevista. Por otra parte, se iba haciendo evidente para mí la imposibilidad de que en el comité ejecutivo (como comenzó a llamarse el buró político a partir del sexto congreso del partido) prosperasen posiciones diferentes de las que en cada momento adoptase Santiago Carrillo. (Durante las discusiones del 64 planteé: «¿No es anormal que desde hace ocho años, desde que Santiago dirige él trabajo, no hayamos adoptado nunca una postura contraria a sus resoluciones?» Se hizo un gran silencio, que, al final, rompió Mije para decir: «Sí, una vez...» Todos nos miramos con aire intrigado, hasta que Mije explicó: « Cuando Santiago propuso ir clandestinamente a Asturias rechazamos su propuesta.» Mije tenía razón. Pero nadie pudo recordar otro caso. Era, en efecto, la única vez que el comité ejecutivo había tomado una decisión contraria a la posición de Santiago Carrillo). Yo «descubría» en aquel período el fenómeno y su negatividad, pero en realidad se trataba de algo «normal» en los partidos comunistas desde la época de Stalin. Los secretarios generales disponían de poderes extraordinarios y decían la última palabra sobre cada asunto. La cosa derivaba lógicamente de la concepción staliniana del partido como unidad «monolítica».

(Prólogo de Documentos de una divergencia comunista)

Ayer se presentó en Madrid el libro señalado en el extracto del prólogo que se publica. Fernando Claudin, expulsado del Partido Comunista de España junto a Jorge Semprún y Francesc Vicens por mantener diferencias concepítiales con Santiago Carrillo, calificadas de «derechistas» por el comité ejecutivo, es, sin duda, en la actualidad, uno de los escasos teóricos marxistas españoles.

«La cuestión de fondo que había en la discusión -declararía a EL PAÍS- era el análisis de la situación española en aquel año, 1964, y lo sustancial de la divergencia consistía en que yo sostenía que había un desarrollo capitalista importante enel país que había modificado las estructuras económicas y sociales y que, por tanto, planteaba de una manera nueva los problemas de la revolución española y, a consecuencia de ello, las modificaciones en la línea política del partido. El grupo mayoritario seguía viendo la España de entonces como la de los años 30 y, por tanto, consideraba que el carácter de la revolución española seguía siendo el mismo que en los años 30: esencialmente antifeudal y antimonopolista. Yo planteaba que la futura revolución española sería ya socialista, que mientras tanto lo que podía haber sería un cambio democrático y que dada la relación de fuerzas existente y previsible, no se podía descartar -incluso parecía lo más probable- que ese cambio democrático se desarrollara bajo la hegemonía de esas mismas clases dominantes.»

Dos partes

Sobre cuándo comenzó el Partido Comunista a modificar sus concepciones, aceptando sin confesarlo la calidad del análisis de Fernando Claudín, nos responde: «En esto hay que distinguir dos partes: por un lado, lo que se refiere a este análisis de lo que era España, que eso lo retoman muy rápidamente. Ya poco después del libro de Santiago Después de Franco, ¿qué? (1965). Ahora bien, en lo que se refiere a la estrategia del partido, hay una evolución que va más lejos de lo que habíamos preconizado en ese momento, en lo que se refiere a la amplitud de las alianzas. Había previsto que no se podía descartar un compromiso con los elementos liberalizadores del sistema, pero en ningún momento había pensado en el compromiso de una alianza de tipo estratégico como la del "Pacto por la libertad" o la política de "concentración democrática" que implica la alianza con la Unión de Centro Democrático. Dicho con otras palabras: a nosotros se nos expulsó acusándonos de "derechistas", y Azcárate en su artículo en EL PAÍS insiste en esa acusación, pero luego ellos fueron mucho más lejos en esa orientación.»

«Nuestras críticas iban dirigidas, fundamentalmente, además de a analizar la situación españo la de una manera no coincidente con el resto del ejecutivo, al stalinismo, puesto que preconizábamos una actitud mucho más crítica, mientras que la posición de la mayoría y de Santiago Carrillo, especialmente, era la de conceder una confianza absoluta a Kruschev y al PCUS. En lo que atañe al funcionamiento interno del PCE, nosotros planteábamos no una democratización formal -cosa imposible en la clandestinidad-, pero si una mayor libertad de discusión y de crítica dentro del partido.»

Evolución positiva

«Creo que hoy -añade Claudín- no se puede decir, y no creo que Semprún lo diga en su libro, que el funcionamiento interno del partido sea igual que antes: hay una evolución positiva que no ha llegado todavía hasta donde debería de llegar. No es un problema de personas, es decir, no se trata de que permanezca o no Santiago Carrillo, sino de método. Lo que sí hace falta es que el cargo de secretario general no tenga los enormes poderes que hoy tiene. Que sea criticado públicamente cuando se considere necesario, que sea "primus inter pares" y no colocado por encima. Por ejemplo: hace unos días Carrillo criticó públicamente a Ramón Tamames por sus declaraciones en favor de un militar en la cartera de Interior; en cambio, Carrillo comete la "picia" en su polémica parlamentaria con Fraga -lo que me consta sentó muy mal en la dirección- y no se le criticó públicamente.»

«Por último, quiero señalar que la falta de autocrítica pública es una secuela de la concepción staliniana del partido. Acabo de leer muy sucintamente las tesis políticas para el próximo congreso, donde se habla de la política del partido bajo el franquismo: no hay la menor autocrítica en el mencionado análisis.»

Fernando Claudin, comentarista político, ensayista del marxismo más actual y heterodoxo oficial del Partido Comunista de España, continúa su labor. Pronto aparecerá un nuevo libro teórico con su firma.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_