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Los nacionalistas moderados de Rodesia preparan sus cuadros militares

El Gobierno de transición rodesiano que surja del acuerdo entre lan Smith y los nacionalistas moderados será el que decida las condiciones en las cuales los guerrilleros podrán incorporarse al futuro ejército de Zimbabwe. Una «declaración de intenciones», acordada el jueves en Salisbury por las cuatro partes que negocian un «arreglo interno», prevé una amplia amnistía para las fuerzas guerrilleras que retornen al territorio.Anticipándose a la formación de este ejército, en cuyas manos estará el control del país dos de los líderes moderados que negocian con Smith, el reverendo Ndabaninghi Sithole y el obispo Abel Muzorewa, estarían entrenando en el exterior a un reducido y selecto número de «cuadros» guerrilleros, destinados a ocupar los puestos clave de las futuras fuerzas armadas. El diario londinense The Guardian atribuye a fuentes oficiales del propio partido de Muzorewa, el Congreso Nacional Africano Unido, la confirmación de que centenares de hombres están recibiendo entrenamiento intensivo en lugares tan dispares como Libia, Sudán, Zaire y Uganda. Muzorewa y Sithole, que consideran la probabilidad de una guerra civil en Zimbabwe, solicitaron formalmente el año pasado del Gobierno tanzano una base de instrucción militar, para sus fuerzas, que les fue denegada por el régimen de Dar-es-Salaam, comprometido en su apoyo al Frente Patriótico. Similares intentos con los Gobiernos de otros Estados de la «línea del frente» resultaron igualmente infructuosos.

Críticas a Muzorewa

Las negociaciones de Salisbury se dirigen ahora hacia la discusión de la estructura, composición y duración del Gobierno de transición, para lo cual ya se ha convocado el lunes una sesión plenaria. Los nacionalistas han sugerido la formación de un Consejo de Estado ejecutivo de cuatro miembros (Smith, Muzorewa, Sithole y el jefe tribal Jeremiah Chirau) y un Gabinete en el que cada una de las cuatro partes estaría representada por otros tantos miembros. Su plan prevé, además, la disolución del actual Gobierno rodesiano y la congelación del Parlamento blanco, extremos a los que se opone lan Smith, arguyendo que le restarían poder para llevar adelante el referéndum en el cual la minoría blanca deberá pronunciarse sobre el «acuerdo interno». Los nacionalistas difieren también en la duración del Gobierno provisional, que el primer ministro querría extender a un año y medio y los dirigentes moderados no más allá de unos meses.Al esceptismo con que la población negra rodesiana está siguiendo las negociaciones de Salisbury hay que añadir desde ayer las acusaciones de capitulación hechas al obispo Muzorewa desde su propio partido. Miembros del Congreso Nacional Africano Unido consideran una «victoria total de Smith» los escaños conseguidos para la minoría blanca, cuyo número y sistema de elección no se corresponden con lo proclamado por el obispo con mandato de su grupo. Versiones sin confirmar atribuyen la vuelta atrás de Muzorewa al pacto con Ian Smith de una cláusula que impediría a los blancos formar alianzas parlamentarias con cualquier partido minoritario negro para intentar participar en gobiernos posteriores.

Cambio de actitud occidental

Las reacciones exteriores a los acuerdos han entrado en una fase de matización. Mientras los cinco Estados africanos «del frente» se disponen a organizar una «cumbre» para poner a punto su estrategia de apoyo futuro al Frente Patriótico, Washington ya ha suavizado su descalificación inicial y considera el compromiso como el embrión válido de una solución integral para la cuestión rodesiana.En Gran Bretaña, implicada decisivamente por su responsabilidad legal sobre Rodesia, el ministro de Asuntos Exteriores está bajo el fuego cruzado de los partidos y la opinión pública.

La oposición conservadora ya ha decidido hacer de estos puntos el «test de aceptabilidad» de los acuerdos, marginando las propuestas posteriores contenidas en el plan anglo-norte americano de septiembre del año pasado, y ha expresado a lan Smith su apoyo al compromiso constitucional conseguido en Salisbury.

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El Foreign Office, así, baila ahora en la cuerda floja. Por un lado, su titular acoge con una bienvenida cautelosa lo conseguido en Rodesia y no excluye el reconocimiento a medio plazo de un hipotético Gobierno de transición. Por otro, hay unas propuestas oficiales británicas, contenidas en un libro blanco, que no se han cumplido. Y en esas propuestas que siguen vigentes y han sido adoptadas por el Gobierno actual el elemento central es que el «presente régimen ilegal» de Rodesia haga entrega del poder a un comisario británico, que se convertiría en jefe de todas las fuerzas armadas del país.

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