"Los cubanos no se retirarán, por ahora, de Angola"
El pasado día 4 de febrero se cumplió el decimosexto aniversario del asalto a las cárceles de Luanda, acontecimiento que marca el comienzo de la lucha anticolonial en Angola. El tránsito hacia la independencia no se hizo sin dificultades, y una guerra civil de casi un año de duración asoló la antigua colonia portuguesa, donde finalmente se impuso el MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola). La guerra angoleña supone también otro hito importante, porque marca el comienzo de una presencia militar activa de Cuba en el continente africano. El último congreso del MPLA, celebrado hace apenas dos meses, supuso la transformación del movimiento de liberación en un partido -el Partido del Trabajo- que se constituye en el eje de la vida política de la nueva República. Rafael Fraguas conversó sobre estos temas con el doctor Armenio Ferreira, cardiólogo, embajador oficioso del régimen de Luanda en Europa.
EL PAÍS: ¿En que han consistido los objetivos básicos del primer congreso del MPLA?Armenio Ferreira: El primordial ha sido la formación de un partido marxista-leninista que, como instrumento del Estado, convierta Angola en un país socialista sobre la base de la aplicación de los principios del socialismo científico a la especificidad de un país africano como el nuestro.
Estos aspectos, recogidos en el informe político de Agostinho Neto al congreso, se suman al principio de que Angola es un país no alineado y va a ser fiel a este punto, incorpora la prohibición de poseer bases extranjeras en el interior del territorio nacional y las relaciones con los países amigos, preferenciales en primer lugar con los países socialistas.
Es de destacar que Angola quiere relaciones con todos los países del mundo, sin exclusiones, sobre la base de la no injerencia en los asuntos internos.
EL PAÍS: ¿Incluso con Africa del Sur y el Zaire, con los cuales su país ha mantenido contenciosos recientes?
A. F.: Angola está absolutamente dispuesta a arreglar las relaciones con el Zaire y Suráfrica, con la condición de que cesen las infiltraciones de mercenarios, por ellos dirigidos, dentro de las zonas fronterizas de nuestro país. Es necesario destacar que Angola no ha tenido nada que ver con la sublevación en la antigua colonia de Katanga, hoy Shaba, según han revelado fuentes katanguenas.
EL PAÍS: Angola no permite bases extranjeras, pero mantiene todavía un importante contingente de cubanos. ¿Qué papel desempeñan en Angola los cubanos?
A. F.: Con objeto de impedir la proclamación de la República Popular de Angola, en noviembre de 1975 penetró en nuestro territorio una columna suráfricana motorizada, compuesta de más de 6.000 hombres en medio de una operación que pretendía atenazar la capital, Luanda, simultaneándose con otra infiltración procedente del Zaire e igualmente, apoyada por aviación. Esta ocupación no encontró eco alguno en el denominado mundo occidental y únicamente nos ayudaron los países socialistas. Un barco yugoslavo fue el primero en traer armas al puerto de Luanda, y los cubanos nos mandaron su valiosísima ayuda humana y técnica. Hoy prestan una ayuda fundamental de tipo médico y han brindado a Angola cuadros técnicos, comerciales y económicos de valor inestimable. También la Unión Soviética nos ayudó técnica y militarmente. Pero Angola sigue siendo dueña de su propio destino y es al presidente Agostinho Neto a quien compete determinar hasta cuándo va a prorrogarse esta ayuda, si bien por el momento considera que los continuos intentos de agresión por el norte y por el sur del país hacen que por el momento la retirada de esta ayuda no sea posible. Hay que recordar además que el propio embajador norteamericano en las Naciones Unidas, Andrew Young, señaló que la presencia cubana en Angola era un factor de estabilización ante el expansionismo surafricano.
Existe, por otra parte, una conjura internacional para truncar el nacimiento del socialismo en los jóvenes países africanos, pero pese a todo, pese a que incluso el Zaire ha alquilado a los alemanes federales una vastísima extensión de su territorio para la experimentación de armas de todo tipo, con la coacción a los países africanos que esto supone -lo mismo que la actitud de París respecto al Zaire, por su ayuda militar- es segura la victoria en Africa del Sur, en Namibia y en Zimbabwe.
España puede Jugar un papel muy importante para neutralizar estas aventuras alemanas y francesas en Africa, lo mismo que en el norte del continente o en Suramérica.
EL PAÍS: A corto plazo, cuáles son los objetivos del Estado angoleño?
A. F.: Queremos alcanzar a muy corto plazo una economía socialista. Nuestra política de nacionalizaciones es progresiva y continua. Queremos socializar la riqueza de nuestro país y elevar la capacidad de consumo de nuestros ciudadanos. Hemos sido el primer país africano que ha aplicado masivamente la vacuna antivariólica, con más de un millón de inoculaciones. Queremos reconstruir la economía de nuestro país, donde la guerra destruyó casi completamente la red de comunicaciones. Como ejemplo, le diré que el 90% de los puentes férreos y de las carreteras quedó deshecho por los bombardeos, o que el 80% de las plantaciones de café fue arrasada.
EL PAÍS: España y Angola establecieron relaciones diplomáticas plenas, pero todavía no hubo intercambio de embajadores. ¿Cuáles son las perspectivas económicas que Angola abre para España?
A. F.: La escasez de cuadros en Angola nos impide, por el momento, destacar en Madrid un embajador, pero el horizonte de los intercambios entre los dos países es inmenso. Nuestro país es un joven Estado que ha sufrido enormemente tras las guerras, y que hoy se reconstruye con gran velocidad, pero entre grandes dificultades, por la falta de cuadros jóvenes. Nuestro país necesita desde médicos hasta técnicos textiles, de industria pesada, químicos y especialistas, de los cuales España anda holgado. Por otra parte, España posee una excelente flota pesquera, pero cada vez se reducen más los espacios pesqueros, de los cuales Angola posee vastísimas y muy ricas extensiones. Angola está abierta a los pescadores españoles. España podría pescar en nuestras costas a cambio de un canon justo.
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